'Rapto defensivo', de Barbara Guest: musas e inspiración para construir una realidad incierta
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Si el reconocimiento de la obra de Barbara Guest (Wilmington, Carolina del Norte, 1920-Berkeley, California, 2006) tardó en llegar, aunque cuando lo hizo fue con todos los honores, su fortuna en España no ha sido mejor.
De Guest solo se ha publicado aquí el año pasado el volumen de ensayos Fuerzas de la imaginación. Escritos sobre escritura, así que Rapto defensivo es el primero de sus libros de poesía traducidos –acompañado de un excelente prólogo–, que ojalá sirva de presentación de su extensa obra poética y del resto de su escritura que incluye una novela, obras de teatro, collages, ensayos sobre arte y una biografía de Hilda Doolittle.
Guest, con formación universitaria, llegó a Nueva York en 1946, ciudad que acogía entonces a André Breton, Marcel Duchamp, Dalí, Max Ernst y otros poetas y artistas decisivos en el arte y la literatura contemporáneas y aquel ambiente no la dejó indiferente.
Con ello y la devoción por Mallarmé y otros poetas de la mejor tradición contemporánea, Guest articula una poética excepcional y escribe unos poemas enigmáticos quizá en primera lectura que reclaman la relectura, el dejarse llevar por una dicción extraña, como si el lenguaje mismo, liberado de las reglas de las lenguas, hubiese roto a hablar.
La poesía de Guest está en el polo opuesto de cualquier fórmula realista. Aunque en uno de los poemas de este libro se lee "un tono natural en los poemas", la voz que habla en ellos no tiene nada de natural, al menos, en el sentido de habla corriente. Ella ha escrito que "hay una arquitectura invisible que a menudo soporta / la superficie del poema, interrumpiendo el progreso del poema".
Así, esa arquitectura, que el lector, en principio, no puede llegar a ver, interrumpe el progreso del poema, un progreso que en muchos momentos dista de seguir la secuencia verbal, tanto en lo referente a la sintaxis, como en lo que se tiene por coherencia discursiva, de manera que se diría que el poema avanza a saltos de unas palabras a otras, saltos a los que contribuye la abundante inserción de blancos o guiones y por todo el texto la sensación de que la elipsis ha trabajado a fondo.
Y a propósito de la invisibilidad hay que recordar que tituló un ensayo Definiendo misteriosamente lo misterioso, en el que escribió que "sea cual sea la forma en que la realidad se hace visible, el poeta se retira hacia la invisibilidad". El título, Rapto defensivo, ofrece en "rapto" lo que se puede tomar como una clave de esta escritura. Desde los poetas griegos arcaicos –no faltan alusiones a la Odisea en este libro–, el poeta está inspirado por las Musas, oye una voz del más allá, y, por citar otro caso, Platón en Fedro hablará de la "manía" ('locura, inspiración') del poeta.
Así, en un estado de entusiasmo, no se puede esperar que la poesía se diga en la lengua cotidiana. Dice un poema: "son como imágenes lo que hay aquí" y ese "como" introduce la incertidumbre en el modo en que se ha de leer. En otro, "una misteriosa malla / prohíbe la instantánea revelación", una advertencia más sobre el cómo se ha llegado a percibir lo que será escrito y, no menos, el modo en que se ha de desentrañar lo leído.
Pese a todo ello, la lectura de estos poemas no hace sino invitar a su relectura, a dejarse llevar por las palabras como si sobre el lector hubiera recaído la manía que había raptado a la voz poética. Sin duda, una lectura fascinante.