Los diez mejores poemarios de 2024: menos es más o la depuración hasta la esencia
- 'El que menos sabe', de Tomás Sánchez Santiago, ha sido elegido por los críticos de El Cultural como el mejor poemario del año.
- Más información: La poesía de 2024: entre el desconcierto y el continuismo
La lista poética está marcada por libros que, abordados por autores de distintas generaciones, presentan una motivación claramente sintética. Celebramos grandes regresos como el de Francisco Bejarano o Álvaro García y asistimos a la consumación de poetas tan solventes como María Negroni. El libro de Tomás Sánchez Santiago, apegado a lo doméstico y sin embargo en los márgenes, ha conquistado a los críticos. Además, encontramos poemas a cuatro manos... ¡y un heterónimo!
Consulta aquí las votaciones de nuestros críticos.
1. El que menos sabe
Tomás Sánchez Santiago
Eolas
Tomás Sánchez Santiago (Zamora, 1957) ha construido su decir poético en torno a lo sencillo: El murmullo del mundo, La belleza de lo pequeño... Su último libro, El que menos sabe, insiste en “rastrear el oro entre la ganga, las flores del vertedero”, como señala Jordi Doce en la reseña publicada en esta revista.
Los espacios anodinos, siempre en los márgenes, son el atrezo de una poesía profundamente sensorial y muy atenta a las imágenes, pues “necesita evocar con detalle la textura, el olor y la riqueza visual del pasado”, continúa el crítico. Sus versos arraigan en composiciones de largo aliento, pero también en la prosa poética.
Alérgico a lo cursi, concita con la misma sobriedad la admiración hacia la madre y los recuerdos ásperos del colegio de curas, “donde la seriedad / esperaba a los niños al final de la tarde”. Su cometido es innegociable: “Cada vez me arrimo más al amor de las letras minúsculas”, leemos.
2. Canción segunda
Fabio Morábito
Visor
La “canción segunda” del título de este libro remite a la que ya casi nadie escucha en el cine, pues es la que sucede a la primera en sonar mientras se proyectan los títulos de crédito. Fabio Morábito (Alejandría, 1955), que escribe en castellano desde México aunque su lengua materna es el italiano, se desmarca de los grandes momentos de intensidad vital para alzar la voz por lo accesorio, por las segundas veces. El prestigiado narrador publica su sexto poemario en una inspiradísima etapa creativa.
3. Los nombres que te he dado
José Mateos
Vandalia
José Mateos (Jerez de la Frontera, 1963) ha reunido su poesía publicada en los últimos cuarenta años y un libro inédito, Tratamiento y delirio, largo poema en el que da cuenta de las sesiones de quimioterapia a las que se sometió recientemente. Tal vez sea el más explícito de una obra obstinada en la depuración hasta la esencia; desde luego, el más descarnado. Su inclinación al poema proverbial no le impide alcanzar la hondura. Y “lo hímnico se impone a lo elegíaco”, apunta Álvaro Valverde en El Cultural.
4. Back Bay
Álvaro García
Ril Editores
Cuando parecía que la narrativa había tomado definitamente la delantera en su trayectoria literaria, Álvaro García (Málaga, 1965) acaba de publicar dos poemarios en los últimos meses. El más reciente presenta una renovada ambición estética y conserva esa ironía marca de la casa, el sustrato reflexivo lindando con lo filosófico, el insobornable compromiso con el lenguaje, el apego a la tradición clásica –encontramos múltiples rimas internas– y, cómo no, el cautivador ritmo de sus poemas extensos.
5. El poema estaba
Eduardo Milán
Libros de la resistencia
En su nuevo libro, Eduardo Milán (Rivera, Uruguay, 1952) insiste en la senda abierta por Huelga decir (2022): un mirar atrás que es también un mirar hacia delante, un hacer recuento para proyectarse hacia el futuro. A Milán hay que leerlo en voz alta, silabeando los versos y las pausas, dejándose llevar por unos juegos de palabras que no son nunca simples juegos, sino la forma misma que tiene el pensamiento para salir del laberinto del yo y fundar espacios de libertad y alegría íntima.
6. No obstantísimas
Julieta Valero
Vaso Roto
Curiosamente, encontramos influencias de Eduardo Milán en el nuevo libro de Julieta Valero (Madrid, 1971), según nos recuerda Jordi Doce en su reseña. Estos ecos se manifiestan en la fascinación de la poeta por experimentar con el lenguaje, que en este obra se despliega a través de lo biográfico, lo social, lo físico, etc. “Una escritura personalísima que es, toda ella, cuerpo sensible y pensante” y “una mirada a la vez perpleja, crítica y deseante sobre el mundo”, determina Doce. La muerte del padre atraviesa este poemario personal y político. Siempre certero.
7. Contra el júbilo
Francisco Bejarano
Renacimiento
Veintidós años después, Francisco Bejarano (Jerez de la Frontera, 1945) ha vuelto a la poesía. Cuentan sus cercanos que la editora de Renacimiento, Marie Christine del Castillo, fue quien lo espoleó. Y él adujo que el regreso sería también una despedida. Álvaro Valverde celebraba en nuestras páginas los “poemas que adoptan un tono sentencioso y clasicista, propio de la mejor tradición andaluza”, en este libro que tiene en el amor su asunto central. “Un amor tan antiguo como mío”.
8. Utilidad de las estrellas
María Negroni
Pre-Textos
Consciente de “la perfección / de las palabras rotas”, la escritora argentina María Negroni (Rosario, 1951) pone todo el lenguaje en el asador que es la poesía. Como sabe que la excelencia es inalcanzable, trata de ser lo más fiel a la pureza de lo imperfecto: el silencio toma aquí forma de recurso estético, cifrado en espacios –incluso páginas– en blanco. Las fallas del lenguaje se representan con versos amputados o dispuestos en escalera. Este arrojo le valió el Premio de Poesía Margarita Hierro.
9. Himnos a los altos
Fernando Plata
Vandalia
“Si vuelvo a escribir poesía, lo haré mediante heterónimos”, dijo José Luis Rey (Puente Genil, 1973) a El Cultural hace ahora un año. Dicho y hecho. Su firma ahora solo aparece en el prólogo del primer poemario de un tal Fernando Plata, gallego y farmacéutico de 25 años. El propio Rey habla de unos “poemas llenos de fuerza”, de “una dicción hímnica” –la suya, claro– y de la “fe en esas criaturas del mundo órfico, los altos a los cuales dirige sus himnos”. José Luis Rey, transfigurado.
10. Las fuerzas débiles
Adalber Salas Hernández y Elisa Díaz Castelo
Vaso Roto
Dos poetas ensayan variaciones de distintos temas, apegados a veces a la ciencia y siempre en torno a términos concretos: pájaro, síntoma, neutrino... Este libro no solo tiene el valor de la perspectiva bicéfala; también el del diálogo. El venezolano Adalber Salas Hernández (1987) y la mexicana Elisa Díaz Castelo (1986) fueron, además, pareja. “Siguen teniendo hambre de realidad y ganas de saciarla”, apunta Doce. Y apostilla: “Una aleación memorable”.