Leila Guerriero, autora de 'La llamada'

Leila Guerriero, autora de 'La llamada'

Jardines colgantes

¿La novela policíaca es un subgénero?

Misterio, pistas, asesinatos, el mayordomo... Hay lectores que piden todos estos ingredientes. Es inevitable que muchos libros se parezcan entre sí. Ojo a los estragos de la precariedad. ¿Aumentará con la IA?

30 julio, 2024 02:00

Eduardo Mendoza considera que "uno de los problemas que tienen este tipo de obras, que tanto han proliferado [las novelas negras], es que se toman demasiado en serio". "Cuando empecé a escribir, la novela policíaca era un subgénero y nadie se tomaba en serio la novela policíaca –recuerda el escritor, entrevistado por Javier Ors (Zenda)–. Agatha Christie era para cuando estás en casa enfermo, si no lees otra cosa".

"Ahora, en cambio, es el género por antonomasia. Nadie escribe literatura, solo se escribe novela policíaca. Y el problema es que se ha acabado tomando a sí misma demasiado en serio –sostiene el autor de Tres enigmas para la Organización, una trama que evoca las novelas de espías–. El lector de novela policíaca quiere misterio, pistas, tiros, asesinatos, el mayordomo, pero que te lo tomes en serio, como si fuera una obra de Dostoyevski, por ahí no paso. Si me tengo que tomar en serio, ya leo a Thomas Mann. Si leo una novela policíaca, ya sé a lo que voy, pero aquí existen autores que quieren que te los tomes muy en serio, y eso no puede ser".

El argentino Patricio Pron observa que "estamos en un momento donde hay demasiadas personas en el mundo y muchas de ellas quieren ser escritores o escritoras y es casi inevitable que muchos libros se parezcan entre sí, en particular lo que hace a ciertos libros de una franja de edad, pertenecientes a una clase social o a un género específico –explica el autor de La naturaleza secreta de las cosas de este mundo a Carlos Rubio Rosell (Milenio)–. Es una cuestión vinculada al exceso poblacional y al exceso de producción por parte del negocio editorial, que devalúa lo que produce ese negocio y lo que publica".

"Nadie escribe literatura, solo se escribe novela policíaca", Eduardo Mendoza

A la compatriota de Pron Leila Guerriero no le gusta "pensar en el escritor sufrido", que vive su trabajo como una condena. "He escrito incluso acerca de qué es eso, de momentos, de momentos con la escritura en los que, bueno, en los que la cosa parece que no, que es más complicada, más compleja, un poquito más tortuosa, digamos, pero condena como condena, no –explica a Gustavo Kreiman (Beat.) la autora de La llamada–. No me gusta esa idea del escritor martirizado. En todo caso, uno tiene cuestiones, no sé, tortuosas o complejas en la vida y eso también es uno y uno es una persona que escribe, eso se termina reflejando también en la escritura. Pero me parece que es un cliché un poco la idea de escritor como alguien condenado o martirizado por su vocación".

Tal vez el problema de los escritores sea el que señala Jorge Freire, quien opina que "están atrapados en la precarización más absoluta". "Conocemos los estragos que causa esa precariedad, sobre todo cuando ya tienes una edad y quieres seguir dedicándote a aquello que es tu vocación –declara a Anna María Iglesia (Letra Global) el filósofo que acaba de publicar La banalidad del bien–. Esta precariedad es la que hace que la gente no se atreva a disentir ni a atacar a ciertos popes por miedo de las represalias o de que se cierren puertas. Si tú te dedicas exclusivamente a la escritura y piensas que una vaca sagrada te va a vetar y te van a dejar de salir bolos o conferencias, optas por permanecer calladito. Es lógico".

¿Aumentará esa precariedad con la IA? Todo hace indicar que sí. De momento, el filósofo Éric Sadin, entrevistado por Jaime G. Mora (ABC), deja esta advertencia: "Por primera vez en la historia de la humanidad las tecnologías nos dan órdenes".

P. S. Xavi Ayén (La Vanguardia) pregunta a Luis García Montero si se siente atacado políticamente. "Me llaman 'rojo' y se publica que quiero acabar con el español porque defiendo el catalán, el gallego y el vasco –responde el director del Instituto Cervantes–. La misma estupidez es, para mí, que haya un catalán que no comprenda el bien que para una ciudad como Barcelona supone el bilingüismo, lo que le ha supuesto ser la capital cultural no ya de España, sino de Latinoamérica durante años. No entiendo que alguien quiera renunciar a sentir como propio el segundo idioma del mundo en hablantes nativos, considerando que traiciona a Cataluña si lo habla". 

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