Sánchez Ron, la filosofía de la ciencia
Azorín afirmó en los albores del siglo pasado: “La ciencia es más revolucionaria que todas las leyes y todos los decretos inventados o inventables”. Estas palabras escritas en La voluntad fueron ampliadas por Pío Baroja en El árbol de la ciencia. El autor de La mala hierba tenía las ideas emborronadas pero siempre sagaces. La filosofía es la ciencia de las cosas por sus causas primeras. Desde hace tres mil años, permanece en la cumbre del pensamiento humano.
No pierdo la esperanza de que José Manuel Sánchez Ron escriba su libro definitivo: La filosofía de la ciencia. El gran científico está especializado en física y astronomía y ha dejado semilla de su sabiduría en una docena de Universidades de todo el mundo, desde Oxford en Inglaterra a Boston en los Estados Unidos de América. Está reconocido como el máximo historiador español de la ciencia y sus paseos por los jardines de Newton, Einstein o Maríe Curie le han permitido publicar libros imprescindibles para entender la obra de los científicos biografiados.
Publica ahora el profesor Sánchez Ron Ciencia y Filosofía y se adorna el libro con interesantes trabajos de José Antonio Sacristán, Fernando Baquero, Javier Ordóñez, Miguel Ángel Quintanilla y Carlos Muñoz de Pablos. El grueso de esta obra, en todo caso, nace de la pluma de Sánchez Ron. Desde hace muchos años, el científico español se ha planteado preguntas cardinales sobre la relación entre la filosofía y la ciencia y las ha ido respondiendo en una veintena de obras con consideraciones sagaces y la profundidad de un físico siempre alerta para incorporar las últimas ideas de los pensadores que mejor han reflexionado sobre una cuestión que se remonta a los clásicos griegos. “El problema con Aristóteles y otros pensadores de la antigüedad helena -escribe Sánchez Ron- es que en sus construcciones dominaba la especulación frente a la observación”. Tiene razón el autor de Ciencia y Filosofía pero no sé si toda la razón. Bertrand Russell, al que cita con acierto y al que incorporé yo a la colaboración del ABC verdadero tras una entrevista en el Dorchester londinense, situaba a la filosofía por encima de la ciencia matemática con el fin de analizar ésta desde las causas primeras.
José Manuel Sánchez Ron establece en el espléndido libro que acaba de publicar una especie de pugna entre la filosofía y la ciencia. Desde el punto de vista histórico seguramente acierta. Pero por la hondura ideológica que caracteriza la obra de Sánchez Ron, yo espero que el autor se adentre algún día en la filosofía de la ciencia, en el estudio por sus causas primeras de las materias que le son propias y sobre las que ha derramado una vida entera de investigación y reflexión. Existe una filosofía del derecho, una filosofía del arte, una filosofía de la educación, una filosofía de la información... y la gran obra que Sánchez Ron, todavía joven, puede dejar para el pensamiento actual es una filosofía de la ciencia, en la que ambas disciplinas se integren en lugar de enfrentarse. Reichenbach se lo explicó a Einstein en 1920: “Sé muy bien que muy pocos de los filósofos establecidos se han percatado de que su teoría es un logro filosófico y que sus concepciones físicas contienen más filosofía que todos los trabajos de muchos volúmenes producidos por los epígonos del gran Kant”. Reichenbach consideraba un crimen creer que la teoría de la relatividad de Einstein no fuera también una teoría filosófica que revolucionó la epistemología, es decir, la teoría del conocimiento. “Si las doctrinas de Platón y Kant son teorías filosóficas -escribe Reinchenbach- entonces la teoría de la relatividad de Einstein es filosófica y no meramente física”. Y concluye asegurando que los fundamentos de Platón y Kant “se ven socavados cuando el espacio y el tiempo no son las revelaciones de una visión que se produce en el mundo de las ideas, de una visión que surge de la razón pura, que con apriorismo filosófico pretende haber establecido”.