Javier Longobardo
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    Los primeros pilares de fábrica que se construyeron tenían la base cuadrada.

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    Parte del equipo multidisciplinar de la Escuela de Arquitectura de Toledo. De izquierda a derecha: Juan Ramón Alfaro, José Antonio Aguado, Jesús Alonso Aperte y Araceli Tárraga.

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    Las paredes de las cuevas arenero se han encalado. Utilizar cal y no cemento es fundamental porque la cal respira. Además es un buen testigo que avisa de si hay movimientos.

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    Estas cavidades subterráneas fueron excavadas a partir de los años veinte del siglo pasado para la extracción de áridos.

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    Muchos vecinos de Tomelloso no sabían que vivían encima de una cueva arenero.

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    Las cuevas van a ser monitorizadas con instrumental que registra datos en tiempo real, lo que permitirá constituir una red de alerta temprana.

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    Los pilares de fábrica más recientes para sujetar el cielo de las cuevas arenero se han realizado con basas y capiteles circulares porque estructuralmente funcionan mejor.

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    Algunas de estas cavidades tienen luces de hasta 12 metros y varias galerías.

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    Las cuevas arenero se concentran en zonas que configuraban el límite urbano de Tomelloso en 1954 que ahora se corresponde con los barrios de La Esperanza y San Antonio.

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    Vista de una de las cavidades ya recuperada.

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    La distribución de las cuevas arenero es caótica e irregular puesto que quienes en ella trabajaron iban buscando la veta del material.

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    La bóveda de las cuevas arenero está formada por una zona de mayor dureza llamada tosca.

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    A día de hoy el equipo capitaneado por José Antonio Aguado y Juan Alonso ya han cartografiado 206 de estas cavidades. Y la cifra no para de crecer.

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    José Antonio Aguado y Juan Alonso Aperte, durante un momento del reportaje.

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    Para que las cuevas arenero se mantengan en buen estado es necesario que tengan en su interior una humedad relativa de entre el 70-80% y están bien ventiladas a través de las lumbreras.

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