Los diarios póstumos de Rafael Chirbes
Como dice Marta Sanz, en el primero de los prólogos de esta edición de los fragmentarios diarios que nos dejó Rafael Chirbes (Valencia 1949-2015), para que se publicaran a su muerte y que él mismo revisó y reescribió: “A primera vista Rafael Chirbes no se deleitaba con la complacencia ni con los demás ni consigo mismo”. Y es que todas estas páginas rezuman amargura, frustración y una sensación de insatisfacción constante hacia su obra y hacia su vida: “…probablemente creía que la adulación y la falta de exigencia no conducían a nada, pero eso no le impidió anhelar cierto reconocimiento. Esa dislocación, que si bien se mira no es una fractura radical, marca la escritura de sus novelas, de sus ensayos literarios y sus escritos confesionales.” “…Pese a su condición de documento autobiográfico, forman parte de la máscara que Rafael Chirbes urdió para sí mismo. Son un acto de generosodad preconcebida. O de voladura programada. La publicación de estos sentimientos opiniones y creencias se programa para después de la muerte.”
Esta serie de cuadernos abarcan el periodo que va desde 1985 en los tiempos de gestación de su primera novela, Mimoun, recomendada por Carmen Martín Gaite y finalista del Premio Herralde de 1988 hasta el año 2005, cuando no habían llegado las dos obras que le convirtieron en una figura destacada del panorama literario español, Crematorio (2009) y En la orilla (2013) y constan de dos partes muy diferenciadas.
La primera está marcada por la descripción descarnada y sin ahorrar descripciones explícitas de su relación con Françóis, ese francés que se convierte en su obsesión amorosa y con el que mantiene una relación amarga y sufriente con evidentes rasgos sadomasoquistas.
La segunda es más serena, más literaria. Entramos en la cocina del escritor que duda, que se reprocha su inacción y que se entrega a reseñar sus lecturas preferidas. Llegan los viajes literarios de promoción y las críticas hacia sus contemporáneos, de los cuales apenas admira a Marsé y no a todo Vázquez Montalbán. Aquí, la ironía se une al desencanto, a la desesperanza y al juicio crudo y sincero en el que su propia obra y su propia vida se pone a la misma altura crítica. Es esa búsqueda siempre insatisfactoria que le hace decir: “Me digo: busco una historia. Y al rato: no, lo que busco no es una historia, sino un tono; aunque en realidad, lo que busco es cómo tapar el ruido que hace la rata del miedo cuando me corre por dentro.”
Fernando Valls lo dice así: “Nos encontramos con un Chirbes que lo cuestiona casi todo, pero también muy autocrítico, que cultiva con acierto las distintas retóricas que exigen sus reflexiones y relatos, bien sea mediante un tono transcendente o humorístico, serio y distante o jocoso, bien por medio de los silencios. No en vano, nos alerta también sobre lo que ha callado.”
Sin ninguna duda, los aficionados a los diarios, entre los que se encuentra el director de este digital Eusebio Cedena, cuyo libro dedicado a la diarística del exilio republicano es citado por Fernando Valls, encontrarán aquí un libro que sin duda merece estar entre los mejores diarios españoles de los últimos años. No les defraudará.
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Rafael Chirbes. Diarios. A ratos perdidos. Prólogos de Marta Sanz y Fernando Valls. Editorial Anagrama, 2022.