Miguel Ángel Uriondo es un periodista metido a asesor del Ministerio de Transportes al que le ha dado la risa al ver hace unos días el número de los manifestantes en Cuenca a favor del mantenimiento de la línea de ferrocarril tradicional.
Por lo que cuenta este mismo papel digital, Uriondo es un especialista en el mundo de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías y el ataque de risa no es casualidad. Está convencido de que lo del mantenimiento o no de la línea tradicional Madrid-Cuenca–Valencia es un debate que no se sostiene en los tiempos de la alta velocidad y que la línea, como otras muchas en España que antes lo vivieron, está condenada por la evolución de los tiempos. En la tercera década del siglo XXI el ferrocarril tradicional con futuro y sostenible es el que se integra en el área metropolitana de las grandes urbes dentro de su sistema de transportes. Eso sí, la consideración de espacios metropolitanos integrados abarcará cada vez un área mayor, de manera que serán muchos más ciudadanos los que utilicen esos servicios elementales.
Uriondo mira al tren de Cuenca con la misma cara que los primeros guiris en busca de Carmen la de Ronda ponían ante las diligencias que hacían el camino de Despeñaperros y no le falta razón.
Si uno no está mal informado, el Ayuntamiento de Cuenca, la Diputación Provincial, la Junta de Comunidades de CLM y el Ministerio de Transportes están de acuerdo en un Plan XCuenca que convertirá la línea de ferrocarril en una vía verde y facilitará “autobuses a demanda” para todo aquel conquense que quiera viajar a la capital de la provincia y/o de la nación (con perdón). Lo que a uno,en principio,no le parece del todo mal, viéndolo desde la perspectiva que el tiempo da y observar la constante involución que las líneas de tren llevan sufriendo en España desde hace más de medio siglo.
Y es que a uno le parece que el empeño no tiene salida. Otra cosa es que, como en el caso de Talavera, la reivindicación sea mantener un ferrocarril convencional sin las aspiraciones de las altas prestaciones del AVE, pero sí a la altura de los tiempos, e integrarse en el área metropolitana de Madrid. Los tiempos del tren con paradas cada veinte kilómetros y que cosían territorio en un medio rural poblado han pasado.
Aunque en Cuenca les duela, el pitorreo y la risa del asesor del Ministerio de Transportes está cargado de razones, y uno bien que lo siente. ¡Qué le vamos a hacer!