La Casa Museo del Greco es uno de esos inventos, surgidos con los inicios de la manía turística, que si a alguien no se le hubiera ocurrido hace más de cien años, habría que inventarlo hoy. Todo el mundo sabe que cuando el II marqués de la Vega Inclán se empeño, allá en los principios del siglo pasado, en recrear la casa de ese griego extravagante que se pasó media vida pleiteando porque sus cuadros se tasaran con el valor en que él mismo los tenía, nadie puso en duda su valor como atracción. Toledo sin un museo dedicado a su personaje más ilustre no sería lo mismo. E igual que, algunos entonces y otros ahora, achacaran al intento de recrear su casa como uno de esos pastiches históricos, tan de moda entonces.
Don Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer II marqués de la Vega Inclán se inventó una casa y un museo para El Griego de Toledo, una casa de Cervantes en Valladolid y un museo del Romanticismo en Madrid, y después se lo dejó al Estado, que es una forma de dejárnoslo a todos, y no dejárselo a nadie para que no haya peleas de herencia. Don Benigno, aunque fuera después de muerto el inquilino, le puso casa al Greco en Toledo y en eso también puso a casi todos de acuerdo, lo cual es de agradecer. No eran tiempos los de Domenikos Theotokópoulos en los que, como ahora ocurre, no haya artista vivo que no aspire a dejarnos su propio museo y su propia fundación. El problema es que no todo el que se pasa la vida pintando es El Greco o Salvador Dalí y los museos de genios proliferan como las setas en otoño.
Ahora nos enteramos de que a pesar de las muchas mejoras realizadas en la Casa Museo del Paseo del Tránsito en los últimos años, desde su fundación jamás se había añadido una sola obra a la colección del artista que le da nombre. Ninguna. El fondo inicial del cretense con el que se creó la casa museo en 1910 ha permanecido inalterable hasta que en estos días se ha añadido una crucifixión adquirida por el Estado a un particular en ejercicio del derecho de tanteo por un millón y medio de euros, un precio que todos los expertos coinciden en calificar de razonable.
Y el regalo para Toledo ha venido propiciado desde un Ministerio de Cultura dirigido por Miquel Iceta, un firme partidario de eso que se ha empezado a llamar la federalización del patrimonio y que según las líneas maestras en que se basa llevaría a la Dama de Elche a Elche, a la de Baza a Baza y el cuadro de “las lanzas” al Museo Municipal de Breda… Mira por donde, después de ciento once años y por aquello de dar ejemplo federalista, a Toledo le ha tocado un Greco en la pedrea. Bienvenido sea.