Al ver la fotografía pensé que era una provocación daliniana. El pie de foto sólo indicaba que la actuación del dúo de piano y trompa, formado por Mauro Mora y Félix Klieser, servía como presentación de la Semana Religiosa de Cuenca. Tuve que acudir a lo que todos recurrimos hoy para enterarme de que Félix Klieser es un músico alemán de 31 años que nació sin brazos y toca la trompa con los pies desde los cuatro años. Entre otros se le ha otorgado un premio de gran prestigio como es el que lleva el nombre de Leonard Bernstein. Se me había pasado por alto al mirar la foto de Reyes Martínez en La Tribuna de Cuenca el pequeño detalle de que el músico no tenía brazos. Luego, viendo en sus videos en YouTube su forma de tocar me pareció la cosa más natural del mundo para alguien que solo tiene pies y piernas. De la presunta extravagancia para llamar la atención, que es lo que uno sospecha hoy cuando se encuentra con alguien que se sale de la aparente normalidad, a la naturalidad de la adaptación a la vida movido por una pasión por la que es capaz de pagar cualquier precio.
Todavía no sé por qué en la información no se informaba de ese pequeño detalle. Aunque al fin y al cabo, luego uno piensa que era lo mismo que él había hecho antes. Nada grave, tampoco, porque lo importante es que la interpretación estuviera a la altura de la composición y de la Semana de Música Religiosa que anunciaba. Quizás no había que decir ni añadir nada fuera de la calidad del pequeño concierto, porque tampoco se dice nunca que un componente de una orquesta sinfónica tiene problemas de espalda o está sumido en una crisis conyugal y a su pesar aguanta el peso del primer violín. No sé. Cada día tiene uno más dudas y menos certezas.
Me ha pasado algo así, la semana pasada con el gesto del que fuera Ministro del Interior con Adolfo Suárez, Rodolfo Martín Villa, y su devolución de la medalla, que la Diputación de Barcelona le había otorgado por su paso por la Institución, en unos tiempos que obviamente eran muy distintos a los actuales. Martín Villa llevó la retirada de su medalla al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y sus magistrados decidieron que esa decisión era simplemente una arbitrariedad acompañada de una falta de motivación evidente. Luego, demostrada la cacicada totalitaria por un tribunal fuera de sospechas, la devolvió. Lo mismo había hecho hace tres años con el nombramiento de Hijo Adoptivo de Sabero cuando los tribunales le dieron la razón.
Yo no sé si hubiera hecho lo mismo puesto en su pellejo. Los que le dieron la medalla a lo peor no se merecían lo que los de ahora han recibido. ¿O sí?