Se ve que los gurús electorales tienen claro lo que pide el votante de uno y otro lado cuando llega una campaña. El brochazo y el trazo grueso se impone. Blanco o negro. La gama de grises y los colores matizados han desaparecido por primavera de la paleta de los artistas. Solo vale el trazo grueso. Me temo que nos espera la campaña más ramplona en cuarenta y cuatro años.
Cuando uno oye al equipo de Paco Núñez tachar de bolivariano y podemita a Emiliano García-Page siente el mismo rubor que cuando Sergio Gutiérrez presenta a Paco Núñez como la segunda reencarnación del mal en la tierra. Algo tan disparatado, tan tremendo y perfilado con la misma finura con la que ese dirigente regional de Podemos, de Izquierda Unida, o cómo se llame el conglomerado del comunismo reciclado, que metió a Emiliano García-Page en la lista de los socialfascistas culpables del asesinato de Rosa Luxemburgo.
A Paco Núñez, cuando habló del peligro de expropiación oculta que trae consigo la Ley de Agricultura Familiar promovida por el gobierno de Page, le tuvo que rectificar el presidente de Asaja, Pedro Barato, y no estaría mal que alguien desde el otro lado le recordara a Sergio Gutiérrez, maestro del brochazo grueso y el gesto hosco, algo tan elemental como aquel “manca finezza” de los italianos.
Falta finura en los equipos de comunicación de Page y Núñez y cada día que nos acerca al veintiocho, se desanudan las corbatas como en las bodas de toda la vida y la elegancia en el trato, la discreción, la sutileza y en definitiva, las muestras de inteligencia, se diluyen en los vapores de la euforia familiar. Solo falta que en los actos de partido se pase la bandeja entre los invitados con una reliquia de las bragas y los calzoncillos de los novios.
Los analistas de la cosa achacan esta vuelta al aguafuerte y al tremendismo carpetovétonico, a la necesidad de polarizar y fidelizar las parroquias y hacer imposibles los trasvases de votos que tanto inquietan a los institutos de opinión: “Mire usted, joven, aquí somos de derechas, o de izquierdas, de toda la vida y si votara otra cosa mis muertos se revolverían en la tumba.”
De este triunfo del frentismo de brocha gorda y escopeta de postas del doce, los principales responsables son los neopopulismos de uno y otro signo que han traído a la vida política los peores vicios cuando supuestamente venían a remediarlos. Podemos en un lado, Vox en el otro, no han ocultado nunca su estrategia de la confrontación, el choque y la puesta en cuestión del sistema. Ellos son los principales responsables de esta regresión en la vida política, pero también, la debilidad de unos partidos de toda la vida democrática que no han sabido resistirse a lo que, por lo que se ve, en estos tiempos da más votos.