En el año 1973 se inauguraba un nuevo centro educativo en Toledo, llamado Universidad Laboral. Se había elegido para su construcción un lugar al final de los denominados campos de D. Gregorio y de una finca particular situada a continuación. Desde el espacio seleccionado se podía contemplar una vista impactante de la ciudad histórica. Entonces aún no se valoraban el paisaje en relación con el centro histórico ni los conos de visión de la ciudad como en la actualidad. Todo eso ocurría antes de que se edificaran los bloques de viviendas en los terrenos de propiedad religiosa y en la finca de un propietario particular. Para conocer la historia de la urbanización de la zona nada más útil que saber quiénes eran los dueños del suelo y seguir las intervenciones sobre el asunto de los concejales del partido comunista.
La Universidad Laboral de Toledo se levantó a finales del programa de construcción de este tipo de edificios, financiados por el mutualismo laboral de la época. El proyecto, sin embargo, se había agotado ya en 1973. Los recursos escaseaban y la filosofía educativa que había inspirado estas construcciones se encontraba en quiebra. Ambos factores libraron a Toledo de uno de los proyectos megalómanos que se aplicaron a otros edificios, destinados a los hijos de los trabajadores de las Mutualidades. En Toledo se desarrolló un proyecto de líneas rectas, de estructuras diseminadas en el amplio terreno del que se disponía. En el diseño, amplios ventanales, paseos y jardines interconectaban los diferentes módulos hexagonales que componían el entramado docente. Al margen quedaban el espacio para el salón de actos y cafetería y el edificio destinado a residencia de alumnos. La concepción, organicista de la edificación, puesta al servicio de la educación no ha sido superada aún en Toledo. Estamos ante un conjunto singular por su disposición modular, por su arquitectura simplificada y por el empleo de materiales humildes como el ladrillo, el cristal y el hierro.
Dos murales espectaculares adornan esa arquitectura peculiar. Por un lado el "Mural De Carpe", por el apellido del autor que lo pintó durante un tórrido mes de agosto. En una enorme pared del edificio administrativo se recoge la vista del centro histórico de Toledo con volúmenes de geometría esquemática y con la representación idealizada de los edificios de la Catedral y el Alcázar. El otro, "El Mural del Anillo" es una fantasía en cerámica brillante a caballo entre un simbolismo místico, la evocación de un mundo onírico de hombres y mujeres brillantes y un final en el que conviven la muerte (blanca y espectral) con la esperanza (poderosa y magnifica). Integran el mural tres paredes de hechizantes reflejos que generan en el espectador un atractivo hipnótico.
En el año 2023 se cumplen cincuenta años de la que fuera Universidad Laboral y que en la actualidad es un IES. El equipo directivo anterior y el actual decidieron en su momento, y así se está ejecutando, rememorar lo extraordinario de la construcción de una arquitectura original y de que el centro haya resistido 50 años a diferentes embates, algunos ideológicos, por la componente histórica y conceptual de estos centros de la etapa franquista, y la furia urbanizadora que amenazó y continua amenazando las zonas llanas y de vega que rodean la urbe antigua. Los actos culminarán con la edición de un libro, una exposición de una parte del patrimonio artístico y científico del centro en San Clemente (día 3 de febrero) y un acto institucional en el Teatro de Rojas, día 15 del mismo mes. Una celebración tan singular como su realización arquitectónica, sus murales gigantescos y su patrimonio estético y pedagógico.