Tal como adelantó ayer EL ESPAÑOL, el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón, instructor del caso Tándem, ha dictado este jueves la conclusión de la investigación de la pieza Kitchen, relativa a la utilización de recursos del Ministerio del Interior en un espionaje ilegal al extesorero del PP Luis Bárcenas, con el fin de sustraerle documentación comprometedora para el partido.
El juez ha cerrado la investigación exculpando a la expresidenta de Castilla-La Mancha María Dolores de Cospedal, que vuelve a salir indemne de una causa judicial con la que se le ha relacionado. No solo ella, sino también su marido, el empresario Ignacio López del Hierro.
Cospedal ni siquiera ha llegado a ser juzgada en ninguno de los casos en los que se ha visto implicada. Los jueces han sobreseido las causas o la han exculpado, como en el caso de Kitchen, el más reciente y el que ha servido para que algunos se ensañen con ella de forma especial, sobre todo en Castilla-La Mancha. Y eso ya no tiene vuelta atrás porque los que la han atacado, con la única intención de socavar la imagen de los actuales dirigentes del PP en Castilla-La Mancha, ni van a rectificar ni se van a disculpar por lo que han dicho. No decimos que no tengan razón en otras críticas a Cospedal, aunque todo ello forma parte del juego político entre partidos, pero es evidente que se han excedido en este caso y que la han condenado antes de tiempo y sin razones para ello, como puede deducirse de la decisión del juez.
Debieron hacer lo mismo que Paco Núñez, presidente del PP de Castilla-La Mancha, que defiende la presunción de inocencia "de todo el mundo" y el Estado de Derecho, tal como declaró este jueves tras conocerse la exculpación de Cospedal, a quien, por cierto, no nombró. En el PP suelen defender la presunción de inocencia de los suyos y no la de dirigentes de otros partidos. Igual que hacen el PSOE y las demás organizaciones políticas, con todo lo que eso comporta para algunos de los políticos que se ven o se han visto perjudicados por estas prácticas, sin que se pueda poner remedio cuando se demuestra su inocencia.