Me lo dijo Blanca Bermejo el otro día en la fiesta de Fedeto y lo entendí. Había que hacer un gran homenaje a Manolo Cerdán, filántropo, humanista, conversador, taurino y amante del arte en Talavera de la Reina. La ciudad donde llegó y entre la que repartió sus amores junto a Arenas de San Pedro. Entre Ávila y Talavera, Manolo encontró su brújula, el destino, la suerte.

Quien no lo conoce en la atalaya de sus noventa años, a tiempo está todavía de disfrutar de su bonhomía y los placeres y los días, que escribiese Proust. Y es que Manolo es un dandy, sin saberlo o a conciencia. Nació con el traje puesto y como dice Gayarre, es probable que duerma vestido con él. Junto a su inseparable Sara, con la que reza cada noche. Manolo descubre a Dios en los rincones de su casa y por eso la abre al peregrino que viene en su busca.

Si Cope y Onda Cero se ponen de acuerdo en algo, hay que tirar hacia adelante. Me cuenta Blanca las veces que habló con Manolo y le decía que ya no cabía más gente en su casa. Manolo abrió la Galería Cerdán porque era una forma de abrirse el corazón a Talavera. Y ahora la Ciudad de la Cerámica debe corresponderle como merece un hijo que le ha dado tanto nombre y brillo. Pasear por su casa es ver la historia de Talavera en un palmo, conocer de cerca el latido de una historia compartida… Entre toreros, filósofos, periodistas, políticos, literatos… Manolo admira tanto el arte que sin él saberlo se convirtió en artista de su vida. Y podría ser el Médicis de Talavera, si Lorenzo hubiese tenido la largura de Cerdán. Así es la vida, mejorando la especie y el mecenazgo quinientos años después.

José Julián Gregorio es un hombre sensible a la cultura, el arte y la naturaleza. Es profesor y sabe la valía de la educación, término que viene del latín ducere y quiere decir "conducir desde fuera". Ha de conducir a Talavera a nuevos retos y oportunidades, entenderse con Page y hacer de la política un arte noble. Y puesto que el aire de nobleza y patricio desciende sobre las riberas del Tajo, a la orilla de Ruiz de Luna y a los pies de la muralla, nada mejor puede hacer un alcalde que honrar a sus mejores hijos. El resto del pleno estará de acuerdo y el Consistorio lo reconocerá por unanimidad. Manolo debe ser Hijo Predilecto de Talavera como el sol de la mañana sale e inunda los prados y sus tierras.

A las faldas de Gredos, entre el Tajo y el Alberche un hombre vive su otoño en plenitud. Y yo me iré y seguirán los pájaros cantando, escribió Juan Ramón. Manolo marchará y su obra, pensamiento, sabiduría y conversación quedarán para siempre grabados en mi corazón. Es uno de los hombres que más me ha influido en la última década. Los reconocimientos, en vida. No queremos que pase como con Jota, Mari Ángeles o Gustavo, que siguen presentes en el aire que circunda la Galería y el río. Manolo Cerdán, Hijo Predilecto de Talavera. Nunca una ciudad luciría con tanto brillo la virtud de un hijo suyo.