Medias de ahorro y ahorro de medidas
Pues mire usted, qué quiere que le diga, ahora mismo y hasta leer la letra chica de las medidas de ahorro energéticas anunciadas e impuestas por el Gobierno, ahora mismo no sé si llevar una rebequita a la pelu, un abanico a la oficina, o de noche una linterna a pilas, eso o cortarme el pelo en la oficina e ir a trabajar a la peluquería, y todo eso mientras mis barbas pongo a remojar, pues en septiembre, al parecer, las medidas van a empeorar.
Y como viene siendo habitual, por legislar con prisas y sin mucho trabajar, sin oír ni preguntar, ni todos los casos y casuísticas estudiar, se legisla como decía Manuel Clavero Arévalo durante la transición, con políticas al mogollón sin hacer distinción. "Café para todos", decía el entonces ministro, intentando a todas las autonomías contentar, aunque también fuera posible que el café para todos por igual, a muchos pueda descontentar.
Leía un razonamiento, bajo mi punto de vista poco meditado, de persona influyente, donde razonaba que igual que un kilo de arroz pesa igual que un kilo de cobre, 27 grados son los mismos en Cádiz que en Aragón. Hombre, igual, lo que se dice igual, no es. Quizás para llegar a 27 grados en Aragón, hay que poner la calefacción, y el aire acondicionado en invierno para llegar a 19 en Castellón. No digamos si hablamos de locales, oficinas, metros cuadrados, ventilación, grandes superficies, museos o cantidad de personas en el establecimiento o ejerciendo no cualquiera profesión.
No, ni las medidas de ahorro energético se pueden hacer para todos por igual, ni el café para todos, a todos debe contentar, porque cada uno tiene su particularidad, y las medidas deben servir para que cada cual las pueda adaptar a su realidad.
Por otro lado, no puedo más que mostrar mi asombro ante una realidad que, más que medida de ahorro, es una demagogia. Lo que sí debiera sufragar el Gobierno, al menos en parte, obligando a las autonomías a hacerlo, es el aire acondicionado y un sistema de calefacción en los centro educativos públicos. Solo así podrían tener la opción de limitar en verano las aulas a 27 grados y en invierno a 19. ¿Para qué sirve limitar los grados en centros educativos si en verano se superan dentro del aula los 38 grados y en invierno no llegar a los 10?
Se podrán abordar todas las medidas de ahorro que se quieran, pero hay ciertas medidas de ahorro que no son justificables ni justificadas, como por ejemplo reconocer por deducción que una temperatura aceptable en un centro educativo debe ser menor a 27 grados y seguir gastando millones de euros en tablet mientras nuestros alumnos no pueden aguantar ni dos horas dentro de nuestras aulas.
Hoy tenemos medidas de ahorro, pero qué pena seguir sufriendo ahorro en algunas medidas.