El movimiento de Ayuso contra Castilla-La Mancha da munición a Page y compromete a Paco Núñez
El extraño y mal explicado movimiento político de Isabel Díaz Ayuso para sumarse al frente común de la Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía a favor del trasvase Tajo-Segura, atizando de paso a Castilla-La Mancha, parece más una maniobra partidista y de cálculo estratégico que una posición seria en torno al problema del agua en España. El lance de la Comunidad de Madrid, región del Tajo y no beneficiaria del trasvase, tiene más de postureo y sobreactuación política, de muro del PP contra el PSOE, que de voluntad de colaborar de verdad en la resolución de un conflicto que se prolonga ya durante casi medio siglo y necesita dar un paso definitivo hacia un nuevo tiempo.
Una argucia de partido, teatralizada y frentista, más que un intento real de aportar soluciones, algo más sorprendente aún cuando se observa que Ayuso es la cara más visible de España en la denuncia del sanchismo y lo que este régimen tiene de polarización de la sociedad española, esceneficiación política, propaganda y simulación. La ubicación de Ayuso junto al Levante en el complejo asunto del trasvase del Tajo apunta más a la foto que a la realidad y por eso ha sorprendido e impactado tanto en Castilla-La Mancha: es una simplificación del problema que sólo busca dar el golpe de efecto de cuatro comunidades del PP lanzándose en tromba contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Posturitas y tonterías.
Desde este punto de vista, parece un juego político de Ayuso que, a tenor de su fuerza mediática, les viene muy bien a las regiones levantinas en su permanente lucha por mantener el trasvase, pero no es la posición de partida más seria y coherente para afrontar un problema tan importante como el del agua y hacerlo de una manera desprovista de partidismo y con la mirada limpia y serena. El uso del agua en España es un asunto de Estado, un conflicto a resolver entre compatriotas, y no una batallita de cuarta preferente entre partidos políticos que se observan y calculan cómo engañar al rival. Esto no es una guerrilla del PSOE contra el PP, ni del PP contra el PSOE, ni de Ayuso contra Sánchez, ni de Page contra Paco Núñez o viceversa: esto es un gran debate que debe ser liberado de la hojarasca de la baja política y tomarse en serio por parte de todos, y no quiero eludir aquí la obviedad de que también hay mucho de sainete y tacticismo en Castilla-La Mancha.
Pero este diálogo de sordos no puede recibir más gasolina desde la Comunidad de Madrid y hacer la farsa más grande. Ayuso aquí peca de los pecados que ella misma reprocha al rival: partidismo, luces cortas y división en bloques. Y monta un club de fans contra una comunidad socialista, así que la pregunta es pertinente: ¿tendría la misma actitud la presidenta madrileña si la Comunidad Valenciana o Murcia, o las dos, un suponer, tuvieran un gobierno del PSOE y, por el contrario, en Castilla-La Mancha gobernara el PP? ¿el frente montado sería el mismo? ¿valdrían los mismos argumentos de unos y otros a favor y contra el trasvase? Este camino es muy intrincando y conviene tomárselo en serio.
Así que, visto lo visto, este movimiento de Ayuso contra Castilla-La Mancha, exigiendo incluso un tanto ofensivamente que nuestra comunidad explique cómo usa el agua del Tajo, da munición a Page contra el líder regional del PP, Paco Núñez, y deja al propio Núñez un poco descolocado y en tierra de nadie. Los esfuerzos del presidente del PP castellano-manchego de las últimas semanas por unir fuerzas con el PSOE de Page en torno al Tajo y el trasvase se diluyen significativamente en este marasmo de intereses partidistas y dejan su estrategia algo comprometida. Núñez parece haber comprendido cuál debe ser su posición en torno al agua y que la defensa de Castilla-La Mancha debe ser firme y rotunda, pero la maniobra de Ayuso será utilizada por Page en su contra y dañará su estrategia. Otro mundo es posible: construyámoslo.