Sin estar seguro de haber entrado en su día en la listas de éxito musicales del país, "Las murgas de Emilio el Moro" fue uno de los hits indiscutibles del recordado cantaor, compositor y poeta granadino Carlos Cano. Un prodigio a la hora de interpretar los estilos tradicionales del sur peninsular relativamente olvidados como el trovo popular, la copla andaluza o el fado. Dedicada la murga a "don Emilio Jiménez,  Emilio el Moro, que me alegró las colas de la leche americana y el cartón de pobre. ¡A su salud!", en su monserga, Cano entona refiriéndose a los políticos eso de: Me han dicho que has puesto en Madrid un despacho de mucho postín. ¡Colócanos! ¡Colócanos! ¡Ay, por tu madre, colócanos!

Mas no sólo cunde el amiguismo por la capital del Reino, pues la practica parece no haber declinado con el tiempo por el resto del país. Al contrario, en la actualidad se hace cada vez más habitual en tiempos poselectorales con ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas, principalmente, como primordiales centros de ocupación y refugio laboral para exconcejales, exalcaldes de partido y demás políticos que en las pasadas elecciones municipales, autonómicas y generales quedaron descolgados de sus cargos.

Castilla-La Mancha no es ajena a este hábito, y la región es también protagonista de esta singular cultura del enchufe que ya rechazó en su día la Mesa Sectorial de Personal Funcionario de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Un organismo integrado por las cuatro fuerzas sindicales con representación en la Administración regional, rebatiendo la convocatoria de veintiún nuevos puestos de confianza para complementar, según la JCCM, "la estructura del nuevo ejecutivo autonómico tras la creación de dos nuevas consejerías". Una impugnación que ahora el sindicato STAS Castilla-La Mancha también recurre ante el Tribunal Superior de Justicia al no encontrar justificación alguna para convocar unas plazas "con un coste superior al millón de euros" que pueden proveerse con garantías suficientes por la plantilla actual de la Administración regional.

La España administrativa se ha convertido en un país repleto de asesores de "confianza", un eufemismo para justificar su contratación a dedo. Un ejército de enchufados, bien retribuidos, sin que en ocasiones se conozca su función real o referencia profesional y académica alguna, procedentes de las distintas formaciones que como el trovador granadino, llegado el caso, entonan sin rubor alguno eso de ¡Colócanos! ¡Colócanos! ¡Ay, por tu madre, colócanos!