Pedro Sánchez ha recorrido miles de kilómetros y es probablemente el candidato que más actos ha protagonizado. Su implicación en la batalla ha sido altísima, pero la campaña electoral no acaba con grandes presagios para un PSOE al que le han hecho mucha mella las encuestas y que comienza a preguntarse por el día después.
Estos han sido los momentos clave en las últimas dos semanas.
1. El CIS y los pactos
Pedro Sánchez no comenzó la campaña con buen pie. Un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado el jueves 3 de diciembre, a horas del inicio formal de la carrera, arrojó un jarro de agua fría sobre las expectativas socialistas. Según el sondeo, el PSOE obtendría entre 77 y 89 diputados de los 350 en juego en el Congreso, una treintena de escaños menos que el PP. El CIS tuvo un efecto demoledor sobre la autoestima socialista. Aunque muchos reaccionaron con incredulidad y no pocos acusaron al Gobierno de manipular la encuesta, lo cierto es que la muestra es amplia y el instituto público goza de credibilidad.
Al día siguiente, el primer día de campaña electoral, Sánchez se lió y aseguró que, si no tenía un voto más que el PP, no aspiraría a gobernar.
Horas después, su equipo trató de matizar las palabras del candidato, logrando el efecto contrario y trasladando la imagen de que Sánchez estaba en realidad dispuesto a pactar con todos con tal de desalojar a Rajoy del poder. Su frase fue rápidamente utilizada por el PP, que comparó el hipotético gobierno de Sánchez con el tripartito de PSC, ERC e ICV en Cataluña, visto hoy como una de las peores apuestas de los socialistas y del que la candidata por Barcelona, Carme Chacón, reniega.
2. Todos contra Sánchez
Sánchez comenzó su campaña electoral cargada de mítines y de kilómetros en los que él siempre se ha mostrado ilusionado y confiado en la victoria. Pero llegaron los debates. Antes del cara a cara con Mariano Rajoy, Sánchez midió sus fuerzas primero con Albert Rivera y Pablo Iglesias, en un encuentro organizado por El País, y luego con los emergentes y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. En ambos fue considerado, salvo por los suyos, como el perdedor del debate. En el debate a tres, él estaba en el medio de Iglesias, a su izquierda, y Rivera, a su derecha. Ambos fueron a por él. En el debate con Santamaría, Pablo Iglesias fue tan eficaz que la comparación en la izquierda dejó en mal lugar a Sánchez. Todo ello, a pesar de los nervios de Albert Rivera y de una vicepresidenta más plana de lo que muchos esperaban.
Los dos primeros debates sirvieron a Sánchez para reivindicar que él no se esconde, como critica en Rajoy. Pero también supusieron una alta cota de desgaste para el candidato. En el PSOE acuñaron la frase "todos contra Sánchez" y argumentaron que el verdadero tripartito era el de sus adversarios, conscientes de que Sánchez sería el único capaz de desalojar a Rajoy de la Moncloa.
3. Susana Díaz cumple con creces
Es posible que el de Sevilla fuese el mitin que más disfrutó Sánchez. Al terminar, aseguró dejar la capital andaluza "con las pilas cargadas" para ganar las elecciones. El PSOE había preparado para el fin de semana central de la campaña y previo al cara a cara dos actos importantes. En el del sábado, en Sevilla, Sánchez recibió una inédita ola de cariño tanto de los dirigentes del partido en Andalucía como de los 3.000 militantes que llenaron el polideportivo de Pino Montano.
"Estoy convencida de que vamos a ganar el 20 de diciembre Estoy convencida de que Pedro Sánchez va a ser presidente del Gobierno. No tengo ninguna duda", dijo Susana Díaz.
Al día siguiente, mientras el PP pinchaba y no conseguía llenar una plaza de toros en Madrid, el PSOE valenciano abarrotó el pabellón de la Fuente de San Luis, conocido como la Fonteta. Fue el día en el que los partidos emergentes mostraron músculo en lugares emblemáticos como Vistalegre, en Madrid, donde fue Rivera (un escenario emblemático para el PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero) o la Caja Mágica, también en la capital, donde Pablo Iglesias llegó a derramar unas lágrimas. Con 8.000 personas y ni un hueco libre, el PSOE había pasado esa prueba.
4. "Usted no es decente"
"El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente. Y usted no lo es". El cara a cara con Rajoy ha sido, sin duda, el momento de mayor visibilidad y relevancia de Sánchez en campaña. Su duro alegato contra la corrupción será recordado, aunque sólo sea porque acusó al presidente de no ser decente por sus vínculos con la corrupción.
Lo que vino después del debate, que según la mayoría de encuestas ganó Sánchez, fue otra cosa. El PP acusó a Sánchez de "macarrismo político", en palabras de Sáenz de Santamaría, y los partidos emergentes criticaron el tono de Sánchez. Todo ello a pesar de que los adjetivos de la réplica de Rajoy ("deleznable", "miserable", "ruin" y "mezquino") fueron más gruesos que los empleados por el socialista. En el PSOE vitorearon a su líder y aseguraron que el debate consolidaba a Sánchez como alternativa.
5. Un final a medio gas
Los últimos días de la campaña de Sánchez no han sido objeto de grandes titulares. Tras el debate, el candidato continuó con su ruta de mítines sin variar el discurso. Sus ataques se centraron en Rajoy, por la corrupción y la pérdida de derechos que según él han protagonizado la legislatura, y en Iglesias y Rivera, al considerar que ni son tan nuevos ni traerán un gran cambio político al país. Según el PSOE, el voto útil es socialista.
Sin embargo, los socialistas han tenido que convivir con encuestas funestas en los últimos días. Ninguna coloca al PSOE en primera posición y algunas pronostican el sorpasso de Podemos, que ha ido avanzando posiciones desde el principio de la campaña.
El puñetazo que recibió Rajoy fue visto por muchos como el remate de Sánchez. Con el debate previamente instalado en la agresividad del socialista, y aunque el PP ha evitado manipular el golpe políticamente, muchos en el PSOE comenzaron a agachar la cabeza y volvieron a pensar en el 21-D, otra cita importante para el partido.