5 artistas mujeres de la Bauhaus que probablemente no conocías

5 artistas mujeres de la Bauhaus que probablemente no conocías

Historias

5 artistas mujeres de la Bauhaus que probablemente no conocías

La ilustradora Dakota Hernández recoge la historia de las 'Womanhaus', las artistas de la Bauhaus que cayeron en el olvido. 

18 mayo, 2022 01:45

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Todo comenzó en abril de 1919. La Escuela de la Bauhaus abría sus puertas en la República de Weimar (Alemania), mientras Europa se empezaba a recuperar de la Gran Guerra. Frente a la producción industrial y al academicismo, un grupo de arquitectos y artistas reclamaba una vuelta a lo artesano, a los orígenes de la creatividad. 

Tras esta escuela, que pretendía ser el germen de un nuevo mundo, estaba Walter Gropius. Por sus aulas, que cerraron en en 1933, pasaron Paul Klee, Kandinsky, Oskar Schlemmer y Mies van der Rohe. Con su manera diferente de entender y aplicar el arte en la vida, la Bauhaus marcó, sin duda, la estética de la modernidad.

Sin embargo, los pasillos de esta escuela nada ortodoxa esconden un secreto. Y es que, como cuenta la ilustradora y diseñadora gráfica Dakota Hernández en su libro Womanhaus. Historia ilustrada de las artistas de la Bauhaus (Editorial Bululú, 2022), en su primer año, el número de mujeres que se matriculó llegó a superar al de hombres. Y, sin embargo, poco se sabe de ellas.  

En 1920, explica Hernández en su libro, "Gropius y el consejo de maestros intentaron ser más selectivos con las mujeres para reducir su presencia en la escuela", pues creían firmemente que "la alta presencia femenina podía perjudicar la reputación de la Bauhaus".

Por eso, se las relegó a un segundo plano y se llegó a una solución cuando menos controvertida: se les adjudicó un taller "apropiado" para ellas, el taller textil. Así, cuenta la autora, podían estudiar en la Bauhaus “sin invadir los espacios masculinos”.

Womanhaus es una especie de oda al rol de todas ellas, las olvidadas, las relegadas, a las que no permitieron brillar todo lo que podían y que, a pesar de los obstáculos que la época que les tocó vivir les puso por delante, consiguieron hacerse un hueco en el arte moderno. 

A pesar del carácter liberal y renovador de la escuela, la desigualdad de género ahí seguía y se manifestaba. Aunque, como dice Hernández en su obra, “muchos [de sus compañeros] eran conscientes y críticos con la situación”. 

Estas son cinco de esas mujeres que revolucionaron una escuela que nacía con espíritu rompedor. Pero, como asegura la autora de Womanhaus en las páginas de su libro, fueron muchas más. 

1. Lucia Moholy

En 1894 nacía en Praga Lucia Schulz, quien con 21 años encajaría a la perfección, tras independizarse y ganarse la vida como secretaria de redacción de un periódico, como explica Hernández, en "el concepto de nueva mujer que se desarrolló después de la Primera Guerra Mundial". Es decir, una nueva generación de mujeres que redefinió su posición social a través de la política, la educación o los nuevos roles, tanto públicos como privados. 

Fotógrafa prácticamente autodidacta hasta aterrizar en la Bauhaus, adopta el apellido de su marido, el pintor Lázló Moholy-Nagy, con quien se casa en 1921. Desde ese momento, explica Hernández, "colabora estrechamente en los textos teóricos de su marido, no sólo como traductora, sino también ayudándolo en la concepción teórica de sus proyectos". 

En 1923, el director de la Bauhaus contacta a su marido para hacerse cargo del taller de metales. El matrimonio se muda y ahí comienza el camino de Lucia Moholy en la escuela: "Empezó a colaborar de forma completamente desinteresada, aportando sus conocimientos editoriales y de fotografía".

El trabajo de Moholy se volvió casi imprescindible. Ella, como explica Hernández, "fotografiaba de forma metódica los productos de los talleres, sobre todo los que más interesaban en un sentido industrial: cerámica, metal y madera; con el fin de darlos a conocer mediante las propias publicaciones de la Bauhaus".

Es más, ella fue la encargada de realizar el reportaje fotográfico que dio a conocer el edificio Dessau, las nuevas instalaciones de la escuela. Pero no sólo destacó por sus capturas realistas: Molohy fotografió a sus compañeros con técnicas experimentales.

"Se convirtió en la fotógrafa oficial de la Bauhaus y la mayoría del archivo fotográfico que se conserva de la escuela se lo debemos a ella, aunque su labor se mantuvo muchos años en la sombra", asegura Hernández en su libro. 

2. Marianne Brandt

En 1893, en Chemnitz (Alemania) nacía Marianne Liebe, quien empezó sus estudios artísticos en 1911 en la Escuela Superior de Bellas Artes de Weimar. En 1923 conoció la Bauhaus, donde se matriculó. Su aprendizaje allí le hizo romper con los estilos artísticos (pictóricos) que había conocido hasta el momento

Dejó atrás su estilo figurativo para sumergirse en las vanguardias y, como anota Hernández, en "la funcionalidad de los objetos como una prioridad". Fue gracias al marido de Lucia Moholy que Brandt entró en el mundo del metal, convirtiéndose en la primera mujer en ser aceptada en ese taller de la Bauhaus.

Sus diseños, como recuerda Hernández en Womanhaus, "han pasado a la historia y siguen vigentes hoy en día". La autora pone como ejemplo la famosa tetera MT49, diseñada en 1924, que sigue comercializándose hoy por la friolera de 5.600 euros. 

Su trabajo en la Bauhaus supuso toda una revolución. En 1927, se convirtió en ayudante de taller de Moholy-Nagy, y un año después, cuando él abandonó la escuela, ella le sucedió como directora del taller de metales. 

3. Alma Buscher

Nacida en la Alemania de 1899, Buscher llegó a la Bauhaus en 1922. Tras un curso preliminar, ingresó en el taller textil en el que era habitual que admitiesen a las mujeres. Sin embargo, como señala Hernández, "no le motivaba en absoluto". Por suerte, un año después, "consiguió abandonarlo acreditando un certificado médico que desaconsejaba su trabajo en él".

Así, consiguió acceder al taller que le apasionaba: el de carpintería. Cuando en 1923 la Bauhaus construyó la casa Haus am Horn para realizar una exposición, Buscher diseñó los muebles de las habitaciones de los niños y diferentes juguetes. Creó así los muebles modulares, que aún hoy se usan, que se transformaban y adaptaban a las diferentes etapas de desarrollo de los niños.

Desde aquel momento, centró su trabajo en el diseño para los más pequeños. De esta manera, consiguió la aceptación de compañeros y profesores en un taller eminentemente masculino. "Prácticamente todos sus diseños salieron al mercado y tuvieron una grana cogida y un gran reconocimiento en revistas de diseño de la época", explica Hernández.

Muchos de ellos, todavía se comercializan. Especialmente una de sus más revolucionarias ideas: el mecano modular de construcción, un juguete que pocos niños no han tenido desde entonces. 

4. Friedl Dicker

Nacida en Viena en 1898, la estancia de Dicker en la Bauhaus fue un tanto fugaz: de 1919 a 1923. Sin embargo, recuerda Hernández, destacó desde el principio. Antes de su llegada a la meca de las vanguardias, estudió Fotografía y Artes Gráficas y Arte textil y Bordado. 

Perteneciente al conocido grupo de los Vieneses, Johannes Itten dijo de ella que "artísticamente es una persona extraordinaria, a la cual tengo en mi más alta estima". No por nada fue una de las primeras alumnas en entrar en la escuela.

Y, como recuerda Hernández, "en 1921, fue la única mujer beneficiada con una de las doce becas de estudio que ofreció la Bauhaus". Dicker era una artista multidisciplinar, y destacó en pintura, diseño textil y encuadernación. Incluso llegó a diseñar, junto a Itten, la revista Utopía. 

Junto a su pareja, Franz Singer, diseñó el vestuario del grupo de teatro de la Bauhaus. Tiempo después de su paso por la escuela, Dicker acabó encarcelada en el gueto judío de Terezin.

Hernández recuerda que, a pesar de los sobreesfuerzos a los que se veían forzados los allí confinados, Dicker consiguió sacar fuerzas para impartir clases de arte a los niños y organizar exposiciones y obras de teatro. Algo que marcaría la vida de más de un superviviente del Holocausto.

5. Wera Meyer

Meyer nació en Dresde en 1906, aunque pronto se mudaría, con sus padres, a Suiza y Egipto. En 1921 volvió a su ciudad natal y comenzó sus estudios artísticos. Seis años más tarde, se inscribió en la Bauhaus de Dessau, pues buscaba "liberarse de la rigidez" de las enseñanzas que conocía hasta el momento.

En el taller de carpintería empezó a crear sus propios diseños: un taburete para niños, una tumbona, una mesa de té plegable… Según Hernández, "para ella, la constancia en el trabajo y el interés por aprender era algo fundamental para el desarrollo artístico". Y es que, asegura, "fue una alumna muy entregada y trabajadora".