Patinetes sí o no: el debate en torno al 'santo grial' de la micromovilidad sostenible vuelve a las ciudades
Los patinetes privados comparten un espacio limitado con los alquilados que, muchas veces, tienen un uso más recreativo que de movilidad.
4 abril, 2023 01:46Calles estrechas, algo más de dos millones de habitantes y 15.000 patinetes eléctricos de alquiler con unos tres trayectos de media cada uno. El caos que se vive en París con el tráfico va más allá de los eternos atascos en las carreteras. Los nuevos tipos de micromovilidad sostenible tratan de abrirse paso en las ciudades, mientras los peatones reclaman espacio en un área pública limitada.
El debate sigue levantando asperezas en urbes como la francesa. Más, si cabe, después de que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, llevase el asunto a consulta ciudadana con la siguiente pregunta: “¿Está usted a favor o en contra de los patinetes eléctricos de alquiler en la ciudad?”. El referéndum, únicamente consultivo, se saldó con un rotundo no de un 89% de los votantes.
No obstante, aunque la participación fue baja (a los 20 centros habilitados, solo acudió un 7,9% de los parisinos), la decisión está tomada: las empresas autorizadas deberán retirar sus miles de patinetes de alquiler de las calles de París a partir del 31 de agosto, cuando concluye su autorización. Un asunto que, en cierto modo, no es ajeno a ciudades como las españolas, donde este tipo de micromovilidad -casi intocable- ha experimentado un auge sin precedentes en los últimos años. Sobre todo, después de la pandemia.
Los usuarios se multiplicaron después de la llegada de la Covid-19. De pronto la bicicleta o el patinete eléctrico se convertían en una opción de movilidad sin riesgo de contagio. Tanto que, según un estudio de la Red de Ciudades por la Bicicleta, estas opciones ganaron 700.000 y 370.000 usuarios, respectivamente. En el caso del patinete, llegaron a utilizarlo hasta 1,3 millones de personas en nuestro país durante la pandemia.
Forman parte del mobiliario urbano habitual. Según datos de 2022 de la Dirección General de Tráfico (DGT), en España hay unos 800.000. Algunos, de uso privado y otros de alquiler, sobre los que a menudo vuelve el peso de debates como el que mantienen ahora en París. ¿Patinetes sí o no?
Para Antonio Giraldo, urbanista y experto en movilidad sostenible, hay que diferenciar la movilidad en patinete, “que ninguna ciudad se plantea prohibir” y que “es deseable siempre que se respete la normativa”, y las empresas que se dedican a este tipo de vehículos, las de sharing.
“El problema que se genera en las grandes capitales es cuando entran varias empresas que se dedican a alquilar estos patinetes y cuyo usuario no busca tanto una movilidad por la ciudad, sino el de un uso más recreativo o turístico”, comenta Giraldo. Especialmente, cuando se dan en lugares turísticos y en los centros de las ciudades.
En ocasiones, la falta de civismo o de conocimiento de la normativa por parte de la población, o incluso la falta de infraestructuras para estacionar estos vehículos de movilidad personal unidos a la sobresaturación de estas opciones de desplazamiento eco a menudo dejan un mosaico de obstáculos en las calles por las que transitan los peatones.
“En Madrid es un problema que existe en los distritos del interior de la M-30. Estos patinetes están ocupando espacio público porque son una cantidad muy grande de vehículos en lugares no habilitados para tal fin”, asegura el experto. Añade que “la normativa indica que hay que estacionarlos en aparcamientos para bicicletas, pero no hay tantos para los patinetes que tienen las empresas de sharing, y por eso los encontramos en lugares variopintos que no deberían”.
Las fórmulas cambian según la ciudad, y pasan por permitir estas empresas sin límites de concesión –como ocurre en París–, limitar esas licencias a las compañías que ofrecen el alquiler de estos patinetes eléctricos o prohibirlas.
En España, ciudades como Valencia ya lo han prohibido; en Barcelona, se ha prohibido el acceso con estos vehículos eléctricos en el transporte público por la autocombustión que han tenido algunos de ellos hasta que se establezca una regulación permanente, y en la capital madrileña se rebajó recientemente a tres operadores –cuando hasta ahora eran 18– y a un 40 % del número máximo de patinetes que pueden desplegarse por la ciudad, pasando de 10.000 a 6.000.
La razón detrás de la decisión, la falta de plazas de estacionamiento, compartida por bicicletas y patinetes eléctricos. Aunque, eso sí, deja abierta la puerta a la posibilidad de incrementar –bajo revisión cada cuatro meses– el número de autorizaciones en función de la demanda y el uso real de los patinetes eléctricos.
“Todo pasa por permitir, permitir cuántas [concesiones a las empresas de alquiler] o prohibirlas”, señala Giraldo. Al final, “hay que gestionarlo, como se hace con las bicicletas o los coches. Y más cuando en un espacio limitado entra un volumen amplio de vehículos para los que no hay un área concreta para aparcar, como sucede en París”.
Para el experto, sin embargo, hay un debate de fondo de mayor calado: si estas empresas son un servicio de utilidad pública, si actúan como un elemento más de movilidad sostenible o más de recreación. Lo cierto es que, estén las ciudades más preparadas o no para estas empresas de sharing, con sus carriles bici o de apaciguamiento, Giraldo considera que aun en países como el nuestro “no suponen un problema tan grave como en París” y aboga por dar su espacio a estas opciones de micromovilidad sostenible.
La normativa en España
Según un estudio del Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), en la ciudad de Barcelona, la mayoría de encuestados asegura desconocer la regulación en torno a los patinetes eléctricos. De acuerdo con sus datos, el 45% reconoce que circula por la acera (algo no permitido en nuestro país) y un 99% supera el límite de velocidad.
Como recoge la DGT, las normas que tienen que cumplir los usuarios de los vehículos de movilidad personal (VMP) no son solo las propias del ayuntamiento de la circunscripción donde se utilicen. Toda persona que quiera desplazarse en patinete eléctrico debe circular siempre por los lugares habilitados y, al estacionarlos, deberá hacerlo en puntos específicos dedicados a ello para no obstaculizar la vía pública.
Está prohibido conducirlos por aceras, zonas peatonales, pasos de travesía, autopistas, autovías, vías interurbanas o túneles en ámbito urbano. Además, la velocidad de estos vehículos nunca deberá superar los 25 km/h y sus conductores están sometidos a las mismas tasas máximas de alcohol permitidas por la Ley de Seguridad Vial, así como a la prohibición de conducir con presencia de drogas en el organismo. De hecho, no cumplir con la normativa puede acarrear multas de hasta 1.000 euros.
El porqué de la prohibición en París
Se introdujeron hace poco más de un lustro en la capital francesa como una opción poco contaminante y eficiente. Pero, pronto, los accidentes con estos vehículos se multiplicaron. Según recoge Efe, en 2022, se contabilizaron 459 accidentes en la ciudad: tres fallecimientos y 426 heridos. Unas cifras que duplicaban las que se registraron en 2019.
En la capital parisina, los patinetes alcanzan velocidades de hasta 27 km/h, se saltan los semáforos, circulan a menudo por las aceras y no llevan casco. Además, también se ha criticado el hecho de que se aparcan, en muchas ocasiones, entorpeciendo el paso a los viandantes.
David Belliard, concejal de Transportes de París, comenta a la misma agencia que estos vehículos eléctricos, “además, ensucian el espacio público (muchas veces se dejan tiradas en cualquier lado) y crean un sentimiento de inseguridad continuo”.
Asimismo, el ministro de Transportes de la ciudad, Clément Beaune, anunció esta misma semana que se prepara una reglamentación nacional que incluya la edad mínima de 14 años (actualmente son 12) para conducir un patinete eléctrico y multas de 135 euros para los infractores a las normas de circulación.
Mientras tanto, los ciudadanos piden más carriles bici en todas las calles, y no solo en las grandes avenidas, además de medidas que hagan más segura la circulación con estos vehículos de movilidad personal. Sobre todo, en una ciudad en la que la utilización de este servicio supera al de otras ciudades europeas como Berlín, donde cada uno de los patinetes tiene de media un trayecto diario.