Volcán de Tajogaite.

Volcán de Tajogaite. Istock.

Historias

El volcán de la Palma aún está ardiendo: los expertos indican que la temperatura alcanza los 673 grados

En áreas donde la lava sigue tan caliente, la roca no se ha solidificado y continúa emitiendo calor significativo, lo que plantea varios riesgos.

20 septiembre, 2024 11:49

Han pasado tres años desde que La Palma se recupera del acontecimiento que cambió por completo a la isla y sus habitantes: la erupción del volcán que arrasó más de 1.300 viviendas y 370 hectáreas de cultivo. 1095 días en los que los afectados han tratado, muchos sin éxito, de regresar a sus vidas antes de la catástrofe.

La erupción del volcán se extendió durante 85 días, hasta el 13 de diciembre de ese mismo año. A pesar de que hayan pasado tres décadas, sus consecuencias aún siguen presentes: las ayudas no llegan, son insuficientes, prosiguen las construcciones e, incluso, muchas personas todavía no han podido volver a sus casas.

La realidad es que 1095 días para un volcán no son suficientes. Los gases tóxicos siguen en la zona y las coladas de lava siguen presentando actividad térmica considerable, según los estudios continuos realizados por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

En la actualidad, cerca del cráter volcánico, se han detectado grietas que mantienen temperaturas de hasta 673 grados centígrados, indica la investigadora del IGME, Inés Galindo Jiménez. Aunque parezcan unas cifras desalentadoras, el proceso de enfriamiento está avanzando: hace apenas seis meses llegaba a los 706 grados centígrados.

No solo cerca del cráter se registran estas temperaturas extremas. A lo largo de la ladera del volcán, y a casi tres kilómetros de las bocas eruptivas que se abrieron el 19 de septiembre de 2021, las temperaturas también siguen siendo elevadas.

En una medición realizada en las inmediaciones de la carretera que conecta La Laguna con Las Norias, se registró una temperatura de 441 grados centígrados. En este punto específico, la temperatura ha disminuido 30 grados centígrados en los últimos seis meses, indica Galindo y explica el medio Canarias 7.

El calor que sigue emanando de las coladas de lava está influenciado por varios factores, como el grosor de la lava, la presencia de tubos volcánicos que permiten la circulación de aire, y las lluvias que pueden acelerar o ralentizar el enfriamiento.

Volcán de Cumbre Vieja.

Volcán de Cumbre Vieja. Istock.

La buena noticia es que los avances por parte de los expertos continúan, para tener constancia de los cambios a los que se somete el volcán. Para ello, el IGME ha desarrollado el primer sistema de monitorización del enfriamiento de la lava a nivel mundial.

Medir la temperatura del volcán de La Palma es fundamental para evaluar la seguridad y los riesgos que aún persisten en la zona. A través de esta medición, se puede determinar qué áreas son peligrosas, ya que las coladas de lava que todavía registran temperaturas elevadas, como los 673 grados centígrados, representan un riesgo significativo.

Qué suponen las temperaturas tan elevadas en un volcán

El hecho de que el volcán de La Palma siga registrando temperaturas de hasta 673 grados centígrados, casi tres años después de su erupción, muestra que el proceso de enfriamiento es continuo, pero lento. En áreas donde la lava sigue tan caliente, la roca no se ha solidificado completamente y continúa emitiendo calor significativo.

A temperaturas tan altas, los incendios son una amenaza real, especialmente si hay vegetación cercana o materiales inflamables. Además, el calor extremo puede liberar gases volcánicos, como dióxido de azufre, que son tóxicos para las personas y el medio ambiente.

De hecho, hace tan solo unos meses, el Cabildo de La Palma activó el protocolo del Plan de Emergencias Insular en algunos puntos de la isla por la presencia de picos puntuales en la medición de gases en algunos lugares de Puerto Naos. 

La inestabilidad del terreno en zonas cercanas al cráter es otro problema, ya que las grietas y tubos lávicos por donde fluye el calor pueden colapsar sin previo aviso. Esto afecta la seguridad de las personas y dificulta la reconstrucción de infraestructuras.

Para que un volcán deje de ser peligroso, es necesario que la lava se enfríe completamente, reduciendo las temperaturas en la superficie y el subsuelo a niveles seguros. Sin embargo, la realidad es que la zona interna se mantiene caliente durante un tiempo prolongado.