Un niño navegando a por internet en su cuarto

Un niño navegando a por internet en su cuarto iStock

Historias

Duro, violento y humillante: este es el sexo ficticio del porno que los adolescentes quieren copiar en la vida real

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Igual que muchas películas y series americanas donde aparecen familias perfectas y opulentos desayunos, la pornografía que se ve en las pantallas es ciencia ficción. Ni ellas son tan altas, ni ellos tan fuertes, ni disfrutan de la violencia y la humillación a la que a menudo se somete a la mujer. Algo que, en muchas ocasiones, se convierte en la puerta a situaciones de esclavitud sexual

El problema es cuando los adolescentes empiezan a sentir interés por la sexualidad y se acercan a estos contenidos, creyendo que es lo normal y que es lo que hay que hacer cuando se relacionan con el sexo opuesto.

Los niños y niñas comienzan a descubrir el mundo y a explorar su propio cuerpo a partir de los 8 o 10 años. Las chicas llegan antes a la pubertad, pero muchas veces se ven más acompañadas por mujeres adultas de su entorno. Los chicos, sin embargo, lo hacen de una forma más autónoma y buscan información por su cuenta.

Alejandro Villena, sexólogo y director del proyecto de salud mental Piénsatelo Psicología, ha escrito una guía para familias frente a la realidad de pornografía para CEU colegios: "Estamos ante una generación que ha dejado de lado el sexo como una experiencia compartida, recíproca e íntima. Ahora es un vacío sexual, un amor descuidado". 

Contenido explícito ha habido desde que se empezó con la reproducción de imágenes. La primera película para adultos de la que se tiene constancia se grabó en 1896, mismo año que la invención del proyector de imágenes en movimiento. La gran diferencia ahora, advierte Villena, es la accesibilidad

Joven con móvil en su cuarto

Joven con móvil en su cuarto iStock

Según él, los jóvenes están expuestos a material delicado desde que tienen acceso a la tecnología: "Tienen el primer contacto muy temprano, y no solo el acceso a un material muy extremo, disponible 24/7, con un streaming infinito, y con algoritmos que te atrapan". 

Todo eso, cuenta Villena, "no forma parte ya del erotismo ni de la representación de la belleza del cuerpo humano, sino un material muy adictivo y con mucha potencia en impactar en edades tempranas que es cuando se están desarrollando sexualmente". 

Es porno, no sexo

El primer contacto se hace a edades tan tempranas como a los 6 años, tal como indica la organización Save the Children, aunque la mayoría de las veces ese primer contacto es por error. Más adelante, y conforme los niños crecen, hay otras razones como la curiosidad, la gestión del estrés o aceptación de otros niños de su edad. 

"Que los quieran satisfacer su curiosidad, es bueno, pero no a través del porno", señala Villena. El sexólogo advierte que eso trae consecuencias posteriores en el desarrollo de los jóvenes, a nivel personal, emocional y académico. 

El punto que Villena resalta es cuando se intenta reproducir esos mismos comportamientos en la vida real. El sexo es una dimensión fundamental del desarrollo humano, personal y social, pero mientras este es "un nosotros, el porno es un yo sin el tú". La pornografía es una sexualidad fracasada

Villena menciona varias consecuencias en las relaciones personales. Advierte que estos contenidos promueven las relaciones tóxicas, las infidelidades y la cosificación del otro. Además de impulsar la violencia, bien sea contra la pareja o por medio de otra vía de escape. 

El consumo problemático

Esta es una industria que mueve mucho dinero, hasta 90.000 millones de euros al año. La palabra 'porno', la más buscada en Google, tiene 2.710 resultados y se puede acceder en todas los dispositivos de la casa, a la que los jóvenes tienen acceso. 

El porno cuenta con tintes de adicción. Crea dependencia, tolerancia y tiene impacto en la vida de la persona que cambia sus rutinas diarias en pos de ese consumo. Villena explica, que no es tanto cuanto se consuma, sino qué tipo y cómo. "Las consecuencias son la falta de control, índice de compulsividad, baja autoestima... y además a un nivel sexo-afectivos muy profundo". 

Para apoyar a los jóvenes, Villena pide a los padres y tutores, que busquen la empatía y dignifiquen la persona. Pide que no se juzgue y que se aborde la situación sin dramatismos o castigos, porque eso solo generará rechazo. 

"Yo siempre sugiero las tres 'H': hablar, hablar y hablar. Buscar oportunidades en el día a día para conversar del tema con naturalidad", concluye el sexólogo. Y si en las conversaciones se detecta que el consumo se sale de control, entonces, sí es momento de buscar la ayuda profesional, pero la clave es que se intente llevar como un tema más.