Bakú se pone a punto para acoger a más de 40.000 delegados.

Bakú se pone a punto para acoger a más de 40.000 delegados. Aziz Karimov Reuters

Historias

Qué esperar de la cumbre del clima de Bakú: una COP sin grandes expectativas y con la sombra de la victoria de Trump

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La 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de Naciones Unidas sobre el cambio climático está a punto de abrir sus puertas. Bakú, capital de Azerbaiyán, ya está vestida de gala para acoger a los delegados que representan a los 198 actores implicados (197 países y la Unión Europea).

Este año, acudirán a esta cita entre 40.000 y 50.000 delegados. Algo que, de por sí, ya dice mucho del impacto que podrá tener. Al encuentro de 2023 en Dubai se desplazaron "más del doble", recuerda Ricardo Martínez, investigador senior en el programa Ciudades Globales de Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), quien acudirá a Bakú este año. 

Y es que la cumbre del clima de Azerbaiyán será la antesala de la gran COP30 en la que los expertos tienen todos los sentidos puestos, pues "marcará la recta final para 2030". Esa se celebrará en Brasil y el presidente del país, Lula da Silva, está empeñado en destacar como anfitrión.

Por eso, como recuerda el investigador del CIDOB, ha escogido la ciudad de Belén como enclave para entrar en un lustro decisivo. "Que se elija la puerta de entrada a la Amazonía es muy simbólico", admite. Y por eso, precisamente, la cita de este 2024 "no se espera que sea una COP trascendente", porque la siguiente sí lo será. 

A fin de cuentas, todo queda nublado con la importancia que tiene 2025 como año: "Se llevará a cabo la tercera ronda de contribuciones a nivel nacional, y ahí veremos cómo se plantean las ambiciones climáticas a futuro", insiste Martínez. 

Esto, sin embargo, no quiere decir que la COP29 se tenga que desdeñar de buenas a primeras. Desde WWF, por ejemplo, aseguran que esta cumbre del clima podría ser "un momento crucial para desbloquear la acción climática". 

Puesta a punto de las NDC

La oenegé ecologista reconoce que la cita de Bakú debe "sentar las bases para que los países elaboren planes climáticos nacionales alineados a 1,5 °C que aceleren la acción en esta década decisiva desde ahora hasta 2030". Es decir, que será el momento perfecto para 'poner a punto' las conocidas como contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés). 

Estas NDC no son otra cosa que la hoja de ruta que cada país debe presentar ante Naciones Unidas para lograr la descarbonización y marcar el rumbo de la transición ecológica. Esta COP, por tanto, será una preparación para lo que vendrá en Brasil.

Porque, como explica Ruth Nyamasege, una de las facilitadoras principales de las NDC, "la próxima ronda de contribuciones tiene que ser más práctica. Necesitamos reducir las emisiones globales en un 32% para 2030, pero sin acciones concretas, esta ambición se quedará en papel mojado". 

Nyamasege, además, recuerda que el planeta está haciendo malabares para mantener su equilibrio. "Hace 7 años que se presentaron las primeras NDC y, pese a ello, el año pasado las emisiones rompieron todos los récords".

El meteorito Trump

El problema, asegura Nyamasege, está en que "nos movemos muy despacio" hacia la descarbonización. Eso sí, como ya se explicó en ENCLAVE ODS, la nueva era Trump en Estados Unidos no hará la situación más sencilla. 

Aunque, como matiza Martínez, "la descarbonización se va a dar y el Gobierno de Trump no va a poder revertirla". Porque, insiste, es ya imparable y el sector privado también la ha acelerado en los últimos años. Lo que sí puede suceder, indica, es que la ralentice, aunque "eso aún está por ver". 

La experta en diplomacia climática estadounidense Alex Scott asegura en un análisis publicado en Medium que, "irónicamente, fue durante la anterior presidencia de Trump cuando las inversiones en energías renovables empezaron a superar a las de los combustibles fósiles". En este momento, recuerda, la financiación de la solar y la eólica "duplica al gas, carbón y petróleo". 

Dónde está el dinero

Aunque Bakú no genere gran emoción, sí que será clave para uno de los mayores dolores de cabeza de los delegados desde la COP15 de Copenhague allá en 2009: la financiación. Hace 15 años, recuerda Martínez, se pactó en Dinamarca financiar la mitigación y adaptación del cambio climático en los países más vulnerables (y menos desarrollados). 

La cuantía era esa cifra mágica que, cumbre tras cumbre, copa titulares: 100.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, "no se empezó a cumplir hasta 2022", indica. Y lamenta: "Además, buena parte se realiza a partir de préstamos y no subvenciones". Es decir, los países ya de por sí empobrecidos y endeudados se endeudan aún más para paliar los efectos de una emergencia climática a la que apenas han contribuido. 

Los acuerdos de las COP

COP1 Berlín (Alemania, 1995). Los países reunidos compartieron su voluntad de reducir los gases causantes del efecto invernadero en el mundo, pero sin cifras ni plazos.

COP3 Kioto (Japón, 1997). En esta cumbre "histórica", se firmó el Protocolo de Kioto. El mundo entró, así, en una nueva era en la lucha climática. Por primera vez los países industrializados acordaron la obligación de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

COP13 Bali (Indonesia, 2007). Se adoptó la hoja de ruta sobre las negociaciones que debían culminar un acuerdo para sustituir al Protocolo de Kioto, cuya vigencia acababa en 2012.

COP15 Copenhague (Dinamarca, 2009). Fue una COP descafeinada a pesar de que se acordó financiar la mitigación y adaptación climática. Se alcanzó un acuerdo de mínimos no vinculante, sin plazos ni compromisos de EEUU, China e India.

COP16 Cancún (México, 2010). Se acuerdan nuevas negociaciones para ampliar la vigencia del Protocolo de Kioto y elevar la ambición respecto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Se aprueba un texto sobre cooperación a largo plazo.

COP17 Durban (Sudáfrica, 2011). La cumbre logra in extremis resucitar el Protocolo de Kioto. Se logra un pacto para que los países se "pongan de acuerdo" en lo respecto a las reducciones globales de emisiones. Japón, Rusia y Canadá deciden no renovar su compromiso con Kioto y, un día después de la cumbre, Canadá abandona el tratado.

 COP18 Doha (Catar, 2012). Nace el segundo Protocolo de Kioto. Se acuerda prorrogar el vigente hasta finales de 2020.

COP21 París (Francia, 2015). Es la cumbre por antonomasia, la más emblemática e histórica. En ella se firmó el Acuerdo de París, el mayor pacto climático mundial de carácter vinculante, con el objetivo de contener el calentamiento global por debajo de los 2 grados, respecto a los niveles preindustriales, y especialmente por debajo de los 1,5 grados.

COP22 Marrakech (Marruecos, 2016). La mayoría de Estados ratifican el Acuerdo de París.

COP23 Fiyi-Bonn (Alemania, 2017). En ella se suscribió un documento para empezar a concretar las reglas del Acuerdo de París.

COP24, Katowice (Polonia, 2018). Se adoptó un documento de mínimos para implementar el Acuerdo de París a partir de 2020.

COP25, Madrid (España, 2019). Se organizó en tiempo récord en Madrid por los problemas sociales que había en Chile, el anfitrión oficial. Se firmó un acuerdo que sienta las bases para que los países presenten compromisos de reducción de emisiones (NDC) más ambiciosos.

COP26, Glasgow (Reino Unido, 2021). Esta cumbre tenía que haberse celebrado un año antes, pero se retrasó por la Covid-19. Se acordó instar a los países a presentar planes climáticos más ambiciosos, reducir el papel del carbón como fuente de energía y eliminar gradualmente los subsidios "ineficientes" a los combustibles fósiles.

COP27, Sharm el Sheikh (Egipto, 2022). Se llega a un acuerdo decisivo sobre un nuevo fondo de "pérdidas y daños" para los países vulnerables. Se reafirma además el compromiso de los Estados de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C.

COP28, Dubai (Emiratos Árabes, 2023). El primer día de la cumbre se adoptó un fondo para compensar a los países más vulnerables al cambio climático. Se acordó instar a los Estados a iniciar una transición para alejarse de los combustibles fósiles.

Las emisiones vuelan

Uno de los grandes retos de esta cumbre del clima de Bakú está estrechamente relacionado con uno de los estudios publicados el viernes 8 de noviembre en la revista científica Communications Earth & Environment de Nature. En él, los investigadores denuncian el aumento de las emisiones de CO₂ provenientes de la aviación privada. 

En concreto, entre 2019 y 2023 aumentaron un 46%. Los resultados del análisis también muestran que algunas personas que utilizan regularmente la aviación privada pueden producir casi 500 veces más CO₂ en un año que el ciudadano medio.

Esto se relaciona directamente con la COP29 porque se produjeron "picos significativos de emisiones" en torno a ciertos eventos internacionales, como la COP28 de Dubai o la Copa del Mundo de 2022.

El desafío de Bakú será, por tanto, no sobrepasar los récords de emisiones marcados por Emiratos Árabes. Pues las negociaciones de la cumbre del clima pierden todo su sentido si los delegados queman combustibles fósiles sin control para llegar a ellas.