La historia de la humanidad se puede entender como una lucha por la reducción de la incertidumbre. La técnica y la tecnología han ido encaminadas a poder prever o afrontar los desafíos que el medio ambiente, la economía y la sociedad nos han planteado a lo largo de la historia.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ofrecen una hoja de ruta: son un cabotaje en ese viaje de la humanidad, aquella suerte de odisea homérica en la que científicamente se ha demostrado que hay que cambiar de rumbo y de estilo de navegación. Esta transformación es necesaria para garantizar la continuidad del planeta, al menos tal y como lo conocemos.
La sostenibilidad, a mi entender, es un concepto clave para los próximos años. Y digo clave y no de moda porque es un término que ha venido para quedarse. Se ha convertido en la viga maestra para la continuidad de las empresas, de las instituciones y de cualquier iniciativa social y económica que pretenda generar impacto.
Entiendo que es así porque hablamos de un nuevo paradigma. Se trata de una manera de entender la vida, el planeta, la economía, la sociedad y el medio ambiente. El impacto económico, social y medioambiental de proyectos de todo tipo, desde start ups hasta recintos deportivos, pasando por fábricas, conciertos, parques o barrios, se va medir en forma de leyes y procesos de transparencia, además de ser ya una exigencia de la propia sociedad.
La sostenibilidad tiene tres dimensiones conocidas: medioambiental, social y económica. Pero, además, es una moneda de dos caras que incluye la transparencia y el propósito; una moneda que representa una divisa universal, la confianza, un valor en alza.
Me gustaría seguir utilizando una serie de metáforas para ilustrar los desafíos y las oportunidades que representa la sostenibilidad. Explicar de una manera gráfica y amable lo que está ocurriendo para que las empresas de todo tipo y tamaño sepan qué hacer para adaptarse a lo que me gusta llamar un swell o conjunto de olas que vienen y que habrá que surfear.
El nuevo paradigma económico, social y medioambiental que representa la sostenibilidad es un terremoto que ha generado varios tsunamis, unas olas gigantes que vienen hacia la costa. Los surfistas son los empresarios y las tablas, las empresas, mientras que el mar son el mercado, la sociedad y el medio ambiente.
Los cinco tsunamis del futuro
El primer tsunami es el normativo. Las diferentes directivas que la Unión Europea pretende aplicar en 2023 deberán desarrollar, implementar, medir y comunicar con rigor y celeridad la información no financiera y sobre diversidad, las acciones y memorias de sostenibilidad y las estrategias de diligencia.
La segunda gran ola es la de la financiación y las finanzas sostenibles. Las entidades financieras están apostando por la sostenibilidad e introduciendo criterios Ambientales, Sociales y de Buen Gobierno (ASG) a la hora de decidir y valorar la concesión de créditos. Una tendencia que no cesa de crecer y que será clave para poder acceder al crédito en condiciones competitivas. Las empresas que más y mejor implanten y reporten en sostenibilidad tendrán mejor acceso al crédito.
La transparencia y la credibilidad son valores que cualquier consumidor tendrá en cuenta
Las inversiones sostenibles y los criterios ASG están condicionando el acceso a la inversión de las empresas. Black Rock está marcando una tendencia que siguen cada vez más entidades. Atraer inversión requerirá de una política de sostenibilidad sólida que se debe equiparar con la viabilidad de la inversión y el retorno de la misma.
La competición por atraer y retener el talento es otra de las olas que las empresas deben de surfear. No se trata de millennials o de las gerneraciones X,Z,Y (a mí personalmente las etiquetas no me acaban de convencer), sino que se trata de que las personas, cuando pueden o puedan elegir, trabajen en empresas con propósito que además de tener en cuenta a los accionistas y sus beneficios, piensen en las partes interesadas, es decir, en los empleados, en su cadena de valor, en el medio ambiente, en la sociedad y en la economía en la que operan.
El acceso y el precio de los seguros son otro tsunami. Las empresas y proyectos que no se alineen con los ODS y reporten en materia de sostenibilidad tendrán más dificultad para acceder a los servicios de las aseguradoras.
Los consumidores son una buena ola a tener en cuenta. Ellos eligen a diario según diferentes criterios que van evolucionando. La transparencia y la credibilidad son valores que cualquier consumidor tendrá en cuenta. Poder acreditar a través de una política sólida de sostenibilidad qué productos y servicios están alineados con prácticas sostenibles sin duda es, y será, un valor seguro. Especialmente en tiempos en los que el greenwashing (agua contaminada) y los sellos falsos (los plásticos en el mar) proliferan.
El surfista es el CEO, la Propiedad, el líder visionario de las empresas capaz de apoyar la implantación de la sostenibilidad
Nuestra empresa es la tabla de surf. Grande, pequeña, long board o boogie. No importa, pero debe estar preparada para surfear y disfrutar a través de procesos innovadores, nuevas formas de operar y forjar alianzas. Es la única manera de que no nos hundan las olas.
La cera que se pone sobre la tabla para no resbalar es la voluntad de la empresa, de su CEO, de su capacidad para implantar la sostenibilidad en la empresa. A más cera y más concienzudamente aplicada, más fácil será aguantar el equilibrio y poder sortear los retos que las diferentes olas nos plantean.
El responsable de sostenibilidad o Chief Sustainability Officer es el shaper, el que moldea, lija y prepara la tabla, que sería quien ayuda a la empresa a implantar la sostenibilidad en el modelo de negocio y la cadena de valor y considera a las partes interesadas. Así nuestra tabla, que es nuestra empresa, puede deslizarse de manera óptima por las olas y disfrutar haciendo lo que mejor sabe.
El surfista es el CEO, la Propiedad, el líder visionario de las empresas capaz de apoyar la implantación de la sostenibilidad, los ODS y los criterios ASG en la empresa. Porque todo esto no es el futuro, sino el ahora. Las olas están frente a nosotros. Hoy tenemos la oportunidad de alinear la rentabilidad con la responsabilidad, de disfrutar haciendo las cosas de otra manera mejor para así poder seguir haciéndolas en el futuro.
*** José Carlos Ferrer Ávila, Consultor Senior en Sostenibilidad y Alianzas Estratégicas.