Desde hace varios años, han sido muchas las ocasiones en las que la sociedad española ha demostrado con hechos su compromiso social. Para muchos, estas palabras pueden resultar vacías de significado, pero no es así.
De hecho, el compromiso social ha sido la base sobre la que han avanzado las sociedades, sobre todo cuando el contexto se presentaba incierto y convulso y que han requerido esfuerzos y cambios. Y la historia está llena de ejemplos. Algunos lo llamarán supervivencia, yo prefiero creer que es fruto de saber distinguir lo relevante de lo accesorio. Y el medioambiente es relevante. Por eso, en su preservación, el compromiso ciudadano es fundamental.
Hoy celebramos el Día Mundial del Reciclaje y, en mi primer año como CEO de Ecoembes, no encuentro una excusa mejor para reconocer el compromiso que como sociedad hemos adquirido con uno de los hábitos medioambientales más extendidos en nuestro país: el de la separación de nuestros residuos para convertirlos en nueva materia prima, en recursos.
Los compromisos mueren si no se ejercitan, si no se transforman en acción y provocan reacción. Y el reciclaje es un ejemplo perfecto del compromiso convertido en hábito, en costumbre diaria. Esa cotidianeidad es lo que lo hace relevante. Es nuestra conciencia ambiental ejercitándose a diario, creciendo con la práctica y contribuyendo a que, como sociedad, avancemos.
Conseguir esta conciencia de país respecto al reciclaje no ha sido una tarea fácil. No podemos obviar que hemos tenido que sortear muchos obstáculos por el camino, no solo operativos, sino también culturales, desterrando viejas costumbre y mitos.
Y tampoco podemos olvidar que aún quedan aspectos por mejorar y retos por superar, pero es una realidad que todos aquellos que creemos con firmeza en el valor medioambiental del reciclaje, hemos trabajado sin descanso desde hace décadas para que hoy en día podamos afirmar que España ha vivido una auténtica revolución social en torno al reciclaje.
Este año se cumplen 25 desde que los contenedores de colores empezasen a llenar, cada vez más, nuestras calles. Desde entonces, Ecoembes ha sido promotor de un cambio en nuestros hogares, empujando el hábito de separar, fundamental para que 2022 haya sido el año en el que más envases se hayan reciclado desde que existe la recogida selectiva en nuestro país: más de 1,6 millones de toneladas de envases domésticos de plástico, metal, briks y papel y cartón, un 3,6% más con respecto al año anterior.
Sin duda, una cifra reseñable ya de por sí, pero que cobra una mayor relevancia si tomamos como referencia los primeros datos registrados en 1998, muy alejados de los actuales, que fueron de 43.969 toneladas.
Aunque tenemos motivos para ello, más allá de celebrarlo, estas cifras invitan sobre todo a la reflexión acerca de cómo seguir mejorando el reciclaje, mientras ahondamos en un compromiso compatible e igualmente necesario con la reducción en la generación de residuos y su reutilización. En este sentido, estoy segura de que la colaboración y la tecnología seguirán siendo dos herramientas clave para continuar avanzando en la dirección correcta y de que el futuro del reciclaje pasa por hacérselo cada vez más fácil al ciudadano.
El objetivo es ir alineados con los nuevos hábitos de consumo de los ciudadanos y, de este modo, ayudarles a seguir reciclando y a que cada vez lo hagan mejor. Y esta evolución, que es una constante, debe venir impulsada por la innovación tecnológica.
Ya hemos visto en estos años como la aplicación de la digitalización y las nuevas tecnologías en cada uno de los pasos del proceso los han ido haciendo cada vez más eficientes– contenedores inteligentes, plantas de selección automatizadas, apps para resolver dudas sobre el reciclaje, etc. El resultado de ello es que el reciclaje es cada día más intuitivo, fácil y accesible.
Los hechos lo demuestran. El compromiso social es lo que nos permitirá seguir escribiendo nuevos capítulos de esta historia, a través de una nueva forma de pensar más circular en la que el reciclaje, la reducción y la reutilización sean señas de nuestra identidad medioambiental. Pongámonos ya, juntos, a ello.
*** Rosa Trigo es CEO de Ecoembes.