En el corazón de los vastos valles verdes del parque natural de Somiedo, en Asturias, se erige un enclave mágico que conecta Pola de Somiedo con Urría y Valle del Lago. Sus lugareños lo conocen popularmente como Coto de Buenamadre; otros se refieren a este pequeño concejo entre montañas simplemente como El Coto. Allí, junto al hayedo de La Enramada, en el que se deja ver el escurridizo escarabajo azul Rosalia alpina, se sitúa también la primera casa rural de España que forma parte de la Red Natura 2000: los Apartamentos Rurales Buenamadre. Este alojamiento turístico en lo alto de la colina es regentado por Rosalía Garrido, una de las personas que mejor conoce las costumbres, tradiciones, ecosistemas y rutas mágicas de la región.
Rosalía sabe de lo que habla cuando menta a la abadesa doña Inés de Miranda, una de las figuras legendarias de Asturias, con la que guarda un parentesco lejano, o reflexiona sobre la necesidad de establecer nuevos proyectos de desarrollo cultural que inviertan en recuperar el patrimonio regional.
"Hay que hacer una puesta en valor de todos los recursos, no sólo naturales, sino culturales y etnográficos. Estoy tratando de conseguir que se recupere parte de la historia de Somiedo a través del Plan de Sostenibilidad Turística, donde yo represento a la hostelería como presidenta de la Asociación de Hostelería de Somiedo", explica.
La pasión de Rosalía Garrido por el entorno en el que vive, en el cual trabaja de sol a sol con la ayuda de su familia, no la impide disfrutar de vez en cuando de largos paseos por lo alto de la montaña. Es habitual que a sus pies queden los valles que la vieron nacer, con ese tornasol de colores que varía según la estación: en verano la saluda el verde intenso de la primavera emergente y, en septiembre, octubre y noviembre, los colores ocres del otoño.
"Me gusta caminar, coger altura y observarlo todo desde arriba para tratar de comprender mejor el territorio y cómo surgieron esos maravillosos valles glaciares que tenemos", confiesa. Ese amor y admiración por la naturaleza somedana lo transmite en cada palabra con la que explica a ENCLAVE ODS los misterios y tradiciones de este lugar idílico que poco tiene que envidiar a otros reclamos turísticos asturianos más típicos como los Picos de Europa.
Una mujer de armas tomar
Una de sus anécdotas más increíbles entronca directamente con la famosa historia local que dio nombre a sus apartamentos y sobrenombre al concejo de El Coto. Rosalía Garrido es descendiente lejana de una de las figuras más misteriosas de la región: la abadesa doña Inés, apodada 'la Buena Madre'.
"Todo ocurrió en torno al año 1600. En Gúa, arriba del todo, hay una casona de piedra impresionante", relata Rosalía. "Todo el mundo cree que fue parte de un monasterio de monjas bernardas cuya abadesa, doña Inés de Miranda, estaba soltera y tenía tres hijos". Soltera y con tres hijos en la España rural de los siglos XVI y XVII, además de abadesa de un convento de monjas: una mujer revolucionaria que debió sufrir las penurias del prejuicio y el estigma de una época de fuerte devoción católica.
"Doña Inés debió ser una mujer de armas tomar", reflexiona Garrido, quien explica que lo más probable es que la bernarda perteneciese a una familia noble de Somiedo. "Le debieron comprar el cargo de abadesa en el monasterio de Gúa. Para entrar a los monasterios había que hacer una aportación económica o una dote. Pusieron dinero, compraron su cargo y allí crió a sus hijos hasta que el monasterio clausuró", relata.
"El monasterio se cierra porque, dicen los libros, arrastra una vida lánguida y decadente. Lo cual no me extraña nada", bromea con una sonrisa. "Se llevan a las monjas a Vega de Espinareda, en León, pero a ella, a doña Inés, la abadesa, la compensan generosamente con las propiedades que el monasterio tenía Somiedo. Entre esas propiedades están algunas de El Coto, como esta casa".
Tras realizar un profundo estudio del árbol genealógico de doña Inés de Miranda, Rosalía Garrido descubrió que ella guardaba parentesco con la abadesa. "De los tres hijos que tuvo, una era niña y se casó en Cangas del Narcea. Curiosamente, los otros dos tenían nombres de reyes: Gaspar y Baltasar. De uno desciende la familia del palacio Florez Estrada [otra hacienda, esta vez situada en Pola de Somiedo, a escasos 10 minutos en coche] y del otro desciendo yo. Mi abuelo aún llevaba el apellido Florez", desvela.
Buenamadre: enclave mágico
Las fuertes raíces que mantiene Rosalía Garrido con la historia de Somiedo consiguen que los avezados aventureros que suben a El Coto de la Buena Madre lo miren con otros ojos. Sin embargo, una de las experiencias más gratificantes de pasarse por los Apartamentos Rurales Buenamadre consiste en disfrutar de la espectacular biodiversidad que la rodea.
Desde la parte trasera de su gigantesco terreno, sentado en un balancín, el huésped puede otear el inmenso horizonte que se abre ante sus ojos y comprobar cómo las montañas cortan un cielo azul ligeramente nublado. Tango, un mastín negro que parece un oso pardo, suele descansar, solemne, frente a una pequeña pradera que desciende, como si el valle la engullera.
No en vano este alojamiento empezó hace dos años a formar parte de la Red Natura 2000. Garrido explica que su casa fue la primera en tener este título en España, algo que compartió con otros dos empresas rurales: Somiedo Experience, organización de turismo activo, y un hotel de Pola de Somiedo. Luego llegarían más. "La Red Natura 2000 es la marca europea más importante en sostenibilidad, cuidado y protección del medio ambiente", cuenta.
El Parque Natural de Somiedo fue el primero en ser considerado como tal en Asturias. Adquirió dicha categoría el 11 de junio de 1988. "En el año 2000 fue considerado Reserva de la Biosfera y hace dos se acreditó como parque en la Red Natura 2000 junto a otros tres negocios. Entre ellos estaban mis apartamentos. Son los primeros de España. Hasta entonces no se habían acreditado establecimientos. El 30 de mayo nos hacen las entregas coincidiendo con el aniversario", señala Rosalía Garrido.
Para optar a tal logro, uno tiene que plantear actuaciones a tres años para que le den el sello de calidad. "La acreditación a empresas salió hace un par de años y por eso somos los primeros. Al principio tuve que mejorar la web y traducirla al inglés. Para este año, todos los árboles que tengo en la finca, los autóctonos o los plantados por mi abuelo o por mí, van a formar parte de una ruta de visitas guiadas. Algunos son centenarios, como el cerezo, al que vienen los osos a comerse las cerezas", advierte.
"Lo que quiero es que la gente los vea. También quiero hacer visitas guiadas a todo el valle, una puesta en valor de todos los recursos, del patrimonio natural, etnográfico y cultural. En Somiedo venden los osos, las rutas, los lagos y las brañas de teitos [las populares construcciones en forma de cabaña cuyos techos están elaborados de material vegetal], pero en este valle yo tengo decenas de recursos: un puente romano, un monasterio que hay abajo o incluso un árbol que sólo está en esta zona de Asturias: la Atropa belladona".
Un ejemplar tóxico que, tal y como relata Rosalía, "Cleopatra tomaba sus frutos para dilatarle las pupilas y ser más atractiva".
Los efectos del cambio climático
Somiedo, a pesar de su riqueza natural, de sus rutas de avistamiento de osos y de su excelente gastronomía local, es uno de los parajes de España que más percibe los efectos del cambio climático. Aunque la cordillera cantábrica muchas veces parece librarse de las altas temperaturas como las que han azotado España esta semana de forma prematura, el imparable calentamiento global ha conseguido que personas como Rosalía Garrido perciban sus efectos sobre la orografía.
"Yo lo he notado en los frutales", recalca la regente de Apartamentos Rurales Buenamadre. "En noviembre o diciembre hemos tenido días de primavera con veintimuchos grados. Eso es totalmente infrecuente. Te pongo otro ejemplo: mi perro Tango, un mastín, perdió todo el pelo en diciembre por esa subida de temperaturas y luego se le volvió a caer en primavera. Son cosas que no habíamos visto nunca".
Otra consecuencia perceptible es la nieve. Las nevadas de alta montaña en Asturias son frecuentes en los meses más duros de invierno, pero en 2017 llegó un temporal altamente infrecuente para esas fechas. "Fue parecido a la Filomena de Madrid, solo que a finales de octubre", recuerda Rosalía Garrido. "Era un día soleado en el que estaba caminando por el monte, con casi 30 grados. Anunciaban nieve, pero yo no me lo podía creer. Al día siguiente, 60 centímetros".
¿Cuál fue el problema? Que los árboles de hoja caduca estaban llenos de hoja y frutas. "Son árboles que resisten a la nieve en invierno. Están habituados. Pero en esa fecha tenían más peso del habitual, y muchísimas ramas se rompieron. Hubo árboles que se partieron y muchos de sus troncos quedaron resquebrajados. Esta nevada la provocó el cambio climático. Igual que lo que nos ha pasado en febrero, que no llovió ni nevó en todo el mes. Fue un mes seco y con sol, algo totalmente infrecuente".
Garrido pone, finalmente, el ejemplo de su padre, quien a día de hoy ya suma 90 años. Él, cuando era joven, estaba acostumbrado a ver nieve a grandes alturas en todos los meses del año, pero eso es ya prácticamente imposible. Al menos quedan los espectaculares paisajes que rodean el entorno.
*** Este artículo pertenece a una serie de entrevistas y reportajes publicados por ENCLAVE ODS. La pieza ha sido posible gracias a la colaboración de The European Nature Trust (TENT), Fundación Oso Pardo y Wild Spain Travel.
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