Julita Cuquerella era la persona de confianza de Iñaki Urdangarin, la mujer que controlaba la agenda del duque de Palma y la que contactó con varios de los presuntos trabajadores fantasma que fueron dados de alta en la sociedad patrimonial que Urdangarin compartía con la infanta Cristina. El sueldo de Cuquerella estaba sufragado por Telefónica, pero ella trabajaba en realidad en el despacho que Urdangarin ocupaba en la primera planta de su palacete barcelonés.
El 28 de agosto de 2012, el juez José Castro viajó a Barcelona junto con el fiscal Pedro Horrach para tomarle declaración. Allí, preguntaron a Cuquerella sobre los gastos que el duque de Palma había cargado a las cuentas de su sociedad Aizoon. Facturas que según la tesis de la Fiscalía son en gran parte gastos personales, y que sirvieron para rebajar el pago de impuestos del matrimonio. El sumario del caso refleja pagos por clases de baile y la compra de ropa para niños. Facturas que tienen como protagonista a la infanta Cristina y que han terminado por sentarla en el banquillo.
En su declaración como testigo, la secretaria de Urdangarin mantuvo en todo momento que suya es, al menos, parte de la responsabilidad de que esas facturas fueran cargadas a cargo de la empresa. "Yo discriminaba entre los gastos personales y los de Aizoon", reconoce tajante la persona de confianza del duque de Palma, que contesta de la misma forma al ser preguntada, por ejemplo, por un viaje en avión que tiene como protagonista a Miguel, uno de los hijos del matrimonio:
En otro momento de su declaración, la secretaria de Urdangarin reconoce que uno de los gastos, la compra de unas flores por 292 euros, era en realidad para una comida organizada por el matrimonio en su casa. "No, perdón, en las oficinas de Aizoon. Es que para mí es complicado lo de casa y las oficinas de Aizoon", matiza inmediatamente Cuquerella. "Es lo malo de tener las oficinas donde uno vive, que no se sabe cuándo uno está en un lado o en otro", replica Castro, que en su escrito de cierre de instrucción refleja esta dicotomía como una coartada del matrimonio para defraudar fondos.
Trabajadores fantasma
Según el escrito de acusación presentado por el fiscal Pedro Horrach, Iñaki Urdangarin contrató en Aizoon a 14 empleados fantasma, hombres y mujeres que fueron dados de alta en la empresa sin realizar trabajo alguno y que sirvieron para generar gastos ficticios y rebajar por tanto la factura fiscal a final de año. Parte de esos empleados llegaron de la mano de Julita Cuquerella, que fue la encargada de buscar a personas que quisieran "acumular seguridad social".
La secretaria del duque niega en todo momento que los trabajadores -que según su propio testimonio cobraban en mano y no han sido capaces de aportar documento alguno que acredite sus labores- fueran contratados de forma irregular. La tensión con el juez llega a tal punto que el magistrado le recuerda la posibilidad de cambiar su calificación a imputada ante lo que considera una falta evidente de colaboración:
La versión de Cuquerella fue corroborada poco después por su amiga personal, Covadonga Mustienes, citada también como testigo y que figura contratada por Aizoon, la mercantil del duque de Palma. Según su relato, un sobrino de Urdangarin llamado Jan pasaba cada mes por su casa, le dejaba el sueldo en mano y se llevaba los informes que ella había elaborado para el yerno del rey, extraídos únicamente de internet. "Señora, queremos la verdad", le espeta el juez Castro tras escuchar su razonamiento:
Hasta la señora de la limpieza
La investigación sobre los empleados fantasma de la mercantil Aizoon prosiguió con el matrimonio Nonosel, una pareja de rumanos que se encargaba de cuidar la vivienda que la infanta Cristina y su marido compraron en el barrio barcelonés de Pedralbes. Sobre el papel, los dos estaban dados de alta como auxiliares administrativos en la consultora que canalizaba los ingresos del duque de Palma.
Mientras ellos se esfuerzan en convencer al juez de que trabajaban como personal de oficina, Elisa María Sánchez Cunalata, otra de las empleadas de hogar del matrimonio, coloca a la mujer cuidando a los hijos del matrimonio y a su marido como jardinero y realizando labores de mantenimiento en la piscina:
La nómina de trabajadores de Aizoon creció incluso con la empleada de hogar de Julita Cuquerella, Yolanda Yeste, que fue contratada también por la empresa del duque. No contentos con esto, Aizoon contrató también a la suegra de ésta, llamada Josefa Garrido. Ante el juez, las dos aseguraron que Yolanda sufrió una lesión de espalda y que ambas se partían el sueldo y la jornada laboral de la primera.
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