Este viernes ha sido un largo día de teléfonos y de angustia renovada para la infanta Cristina. La hermana de Felipe VI no ha podido evitar el llanto con un entorno al que se ha declarado “devastada” al saber que finalmente será juzgada por el caso Nóos. La infanta, de 50 años, se ha enterado de la noticia por la mañana, a través de los medios de comunicación y antes incluso que su abogado, Miquel Roca, al que ha llamado por teléfono “agobiada”.
Ella misma le ha comunicado a Roca que la Audiencia Provincial de Palma había decidido juzgarla como cooperadora necesaria en dos delitos de fraude fiscal supuestamente cometidos por su marido, Iñaki Urdangarin, de 48 años. Se enfrenta a una pena de 8 años de cárcel, la máxima para este tipo de delitos.
La decisión le ha cogido por sorpresa, de ahí el “enorme disgusto” que se ha llevado, según las mismas fuentes: “Está hecha polvo”. Ella no esperaba la noticia, entre otros motivos, porque su abogado se había mostrado “muy tranquilo” hasta la misma mañana del viernes, explican en su entorno, donde hay recelos sobre la idoneidad de Roca y del abogado de Urdangarin, Mario Pascual Vives.
Roca estaba tan “convencido” de que las tres magistradas aplicarían la 'doctrina Botín' que se lo había transmitido así no solo a la infanta, sino también a la Casa del Rey y al resto de testigos de Zarzuela que tendrán que declarar en el juicio: dos jefes de la Casa -Fernando Almansa y Alberto Aza-; el abogado de Juan Carlos I, José Manuel Romero Moreno, conde de Fontao, y Carlos García Revenga, el secretario de las infantas, hoy enfrentado también a Zarzuela tras ser despedido sin cobrar la antigüedad.
Pesadilla doméstica
A corto plazo, lo que más preocupa a la infanta este viernes es la “pesadilla doméstica” que se le avecina este mismo fin de semana con sus hijos Juan (16 años), Pablo (15), Miguel (13) e Irene (10). ¿Cómo explicarles lo sucedido? Ella estaba convencida de que ya no iba a tener que volver a Palma de Mallorca como el pasado 11 de enero, y así se lo había transmitido. Ahora no sólo tiene que contarles que regresa en poco más de una semana -el próximo martes 9 de febrero comienza el juicio-, sino que además tiene que darles explicaciones adicionales.
Sobre todo al mayor, Juan, que está al tanto de todo lo que está sucediendo y “sufre más incluso que los mayores”, según su entorno.
También le preocupan mucho los tiempos y la infraestructura familiar. ¿Cuántos días habrá de pasar fuera de Ginebra, donde vive desde hace dos años y medio? Continuar en el banquillo significa que tendrá que pedir permiso para ausentarse después de declarar en un proceso que continuará hasta el mes de junio. Ella declara a final de mes, la última de los 18 que se sientan en el banquillo.
Finalmente, teme también por la repercusión que esta última decisión judicial pueda tener sobre su trabajo en La Caixa, donde ocupa un cargo directivo con responsabilidad internacional. Hasta ahora, y durante cuatro años, La Caixa no sólo no ha mencionado ese posible riesgo reputacional que llevó a Telefónica a prescindir de Urdangarin en el verano de 2012.
La infanta cobra también de la Fundación Aga Khan, creada en los años 60 del siglo pasado por el príncipe Karim Husseini, el llamado Aga Khan, líder de la comunidad ismaelita e íntimo amigo de Juan Carlos I. Ambos fueron compañeros de colegio en el internado de élite suizo Le Rosey.
Linchamiento público
Hasta aquí, el dolor por los suyos y por el “panorama de incertidumbre” personal. Después está la “exasperación” porque está convencida de ser objeto de un “linchamiento público” similar al que sufrió Isabel Pantoja. Siente “pavor” ante el circo mediático en ese polígono industrial en el que se ha situado el tribunal porque en el centro de Palma no había sitio. Llegados a este punto, empieza a temer incluso que esa “necesidad de satisfacer a las fieras” de la que hablan algunas personas de su entorno le acabe haciendo pasar por la cárcel como a la tonadillera. Este viernes, Roca ha hablado públicamente de la “pena de banquillo” que se la ha impuesto ya a la infanta.
Otras personas cercanas a doña Cristina hacen referencia a la “sanción ejemplarizante” de la soprano Montserrat Caballé, de 81 años, a la que el año pasado Hacienda reclamó medio millón de euros por eludir el pago de impuestos.
Pantoja ingresó en prisión en noviembre de 2014 para cumplir una condena de dos años por blanqueo de capitales y al año obtuvo el tercer grado. Ahora sólo duerme en la cárcel entre semana. Jurídicamente, los casos de Cristina de Borbón y de Isabel Pantoja no se pueden comparar. La infanta, destacan en su entorno, “fue enganchada” por el juez Castro por una declaración de IRPF de su marido, con el que compartía una sociedad -Aizoon- al 50%.
Pero es el interés mediático y político que rodea a ambos casos lo que ha hecho que el destino -y la justicia española- una a dos mujeres de muy distinta condición.
Así, la hermana de Felipe VI ha sentido este viernes que era arrojada al “basurero público”, al “espectáculo” que exige un “pueblo indignado” por los casos de corrupción en España. En 2011, cuando estalló el caso Nóos, en la Casa del Rey pocos imaginaron que este momento llegaría. Tanto es así, que en abril de 2013 Zarzuela emitió un polémico comunicado en el que se declaró “sorprendida” por la primera imputación -fallida- de la infanta.
Ana María Tejeiro
Al mismo tiempo, sin embargo, se encendieron las luces de alarma, según fuentes solventes. En Zarzuela leyeron con gran atención la primera declaración de Ana María Tejeiro ante el juez Castro (febrero 2013) y sus quejas acerca del distinto trato que recibía respecto a la infanta.
En esa declaración “más de uno se dio cuenta del olfato sociopolítico de Castro” cuando contestó así a las reclamaciones de igualdad procesal de la mujer de Diego Torres, el socio de Urdangarin: “Señora, deme algún argumento para empapelar a la infanta”. Ese fue el día que el fantasma de María Antonieta sobrevoló por La Zarzuela.
“Esto es lo que ocurre cuando se practica la justicia bajo los focos y en el plató”, se lamenta un experto jurídico consultado en referencia a la decisión de juzgar a la infanta. Este experto está convencido de que, incluso si es condenada, no irá a prisión: “Normalmente, los tribunales nunca imponen la pena máxima, pero en el caso de que le cayeran dos años tendría el beneficio de la suspensión de condena”.
El entorno de la infanta no lo tiene tan claro. “No estamos saltando el Estado de Derecho”, se quejan algunos, que recuerdan otro caso muy cercano a la Casa del Rey: el del ex jefe de la Casa, Rafael Spottorno, imputado en el caso de las tarjetas black de Caja Madrid.
El caso de Rafael Spottorno
Spottorno, de 70 años, renunció en octubre a 2014 como consejero privado de Felipe VI a raíz del escándalo de las tarjetas de crédito opacas que los responsables de Caja Madrid crearon para todo tipo de gastos. Spottorno, director de la Fundación Caja Madrid entre 2002 y 2011, gastó más de 200.000 euros con esta tarjeta. Según fuentes conocedoras del caso, ni el fiscal ni el juez imputaron a Spottorno, que ahora irá al banquillo como la infanta porque la Audiencia estimó el recurso interpuesto por Andrés Herzog (UPyD).
Desde su entorno se destaca que lo de menos será “el espectáculo” que comenzará con la apertura del juicio oral. En este caso hay 66 imputados, lo que lo convierte en un macrojuicio al estilo de Nóos. Lo peor es lo que ha ocurrido ya: la “condena social” previa a la “condena penal” que ha sufrido este diplomático de larga trayectoria.
En 2014, al filtrarse los gastos realizados con la tarjeta, los medios repararon en los “masajes filipinos” contratados por el ex jefe de la Casa del Rey. Se especuló con que eran, básicamente, servicios de prostitución. La realidad que Spottorno intentó trasladar sin éxito a determinados periodistas es que los masajes en cuestión tuvieron lugar en un gimnasio de Madrid al que se apuntó para animar a una de sus hijas, que había llegado a pesar 90 kilos. Con ella acudía al gimnasio a las siete y media de la mañana, antes de ir a trabajar a La Zarzuela, según fuentes conocedoras del caso.
La soberbia de dos hombres enfrentados
Tanto la infanta Cristina como Spottorno sienten que comparten ahora esa condena previa al juicio. Irónicamente, la infanta no ha perdonado a Spottorno, al que considera artífice del alejamiento oficial de su marido de Zarzuela en diciembre de 2011. Según fuentes solventes, la infanta culpa a Spottorno para evitar señalar a Juan Carlos I, el verdadero artífice de la decisión. “Spottorno actuó siempre siguiendo las instrucciones del rey”, señalan las fuentes.
Entre lágrimas, disgustos y reproches, este viernes ha sido también un día en el que en el entorno de la infanta se ha recordado de nuevo la soberbia dos los hombres enfrentados detrás de todo este drama: Diego Torres e Iñaki Urdangarin, incapaces hasta el momento de pedir disculpas y devolver el dinero: “Todo por demostrar quién era más listo”.