Ningún analista se atreve a confirmar con su nombre que el peligro yihadista en España es menor. Un atentado puede negar la profecía en días. El riesgo es real, pero admiten con reparos que es comparativamente más pequeño que el de otros países europeos. Estos son los motivos:
1. La masa crítica es menor
Bélgica es el país occidental que aporta un mayor número de yihadistas per cápita a Siria e Irak. Muchos de los recientes ataques recientes en suelo europeo han estado vinculados al paso de los terroristas por Siria, Irak o Yemen. La radicalización no se nutre de un predicador y un manual de explosivos por internet. Las enseñanzas sobre el terreno son cruciales.
La formación militar de los hermanos Kouachi o del asalto a la sala Bataclan requiere tiempo y especialistas. Hay menos yihadistas españoles o de origen español combatiendo en el norte de África o Oriente Medio. Las aproximaciones rondan el centener de presuntos combatientes en Siria e Irak. Los yihadistas belgas eran cerca de 500 en diciembre de 2015.
España está por tanto a años de distancia de la situación de Francia, Bélgica o incluso Alemania: “En España la masa crítica de la comunidad musulmana es menor y tampoco hemos tenido toda una segunda generación adulta de inmigrantes”, dice el analista de seguridad y defensa Jesús M. Pérez. El perfil de los terroristas radicalizados surge sobre todo de miembros inadaptados de esa segunda generación. Aunque Pérez también precisa: “Pero hemos tenido radicalización con las bandas juveniles latinas”. España no está exenta, pero sí más lejos.
2. Muchas células son de apoyo
Ha habido detenciones vinculadas al yihadismo en España. Pero las más comunes han sido de células de apoyo, no operativas. “Los datos indican que, sobre todo, Ceuta y Melilla han venido funcionando como nodos de radicalización y escenarios de una intensa actividad de adoctrinamiento, captación y reclutamiento con fines terroristas”, dice Luis de la Corte, del Observatorio Internacional de Estudios contra Terrorismo, sobre las operaciones policiales más recientes en Ceuta y Melilla.
En febrero la policía nacional detuvo a 7 integrantes de una célula: enviaban material disfrazado de ayuda humanitaria. Un mes después, se interceptaron 20.000 uniformes militares. Los envíos eran, según el Ministerio del Interior, al Frente al Nusra y Estado Islámico. Ambas organizaciones son rivales sobre el terreno. Es difícil pensar en una “célula” que comercie con las dos. Es más probable que lo haga a cambio solo de dinero.
3. Pero también hay operativas
Días antes de los atentados de París del 13 de noviembre, la Policía Nacional detuvo a 3 personas de origen marroquí cuyas presuntas intenciones eran atentar contra la sinagoga de Madrid. No era la primera vez que la comunidad judía era el objetivo. El peligro de ataques específicos es más limitado, pero existe.
4. El ejemplo de Mumbai
Los ataques de septiembre de 2001 fueron el punto álgido de los atentados contra aviones. Desde entonces, ese tipo de ataques ha sido más escaso. Pero en noviembre de 2008, los ataques de la organización pakistaní Lashkar-e-Taiba en la ciudad india de Mumbai inició otro tipo de asaltos: diez miembros repartidos por la ciudad mataron a 164 personas con fusiles de asalto y explosivos.
La diferencia de Mumbai con el 11-S y los ataques con explosivos es que el nivel de preparación es menor. La fabricación de una bomba que permita daños como los de Bruselas no es obra de un aprendiz en un piso de estudiantes. “Para manejar explosivos alguien debe enseñártelo cara a cara. Hay un salto en el know how gracias a la gente que ha ido yendo y viniendo de Oriente Medio”, dice Jesús M. Pérez. Se necesitan conocimientos y más metros cuadrados: no una nave industrial pero sí un chalet, según un especialista que no puede aparecer debido a un contrato de exclusividad con su empresa.
5. Las armas circulan con facilidad
En Fuencarral la Policía ha detenido este martes a un tipo con un fusil de juguete. Podría haber sido real. N. R. Jenzen Jones, director de Armament Research Services (ARES), identifica varios modos en los que pueden conseguirse armas mortíferas con las conexiones adecuadas: “El más obvio es la compra de armas a bandas criminales de tráfico. A menudo están conectadas con las drogas. Algunos ataques recientes han mostrado el acceso yihadista a estas redes”. Pero hay más métodos: “La reconversión de armas desactivadas o de fogueo, el montaje a partir de partes o componentes o la compra en la deep web”.
En junio de 2015 la Guardia Civil intervino uno de los mayores arsenales de España en la Operación Garand: 110 armas de fuego y 130.000 cartuchos. El motín se encontró en un “taller clandestino con la maquinaria y herramientas necesarias para realizar la alteración, reparación y puesta en funcionamiento de las armas”, según la Guardia Civil.
Un terrorista con formación tendría un acceso sencillo a las armas necesarias para un ataque.
5. El peligro real para España
Si ese terrorista -o célula- con formación empezara a disparar en la Puerta del Sol, los primeros en acudir serían policías con una pistola y chalecos. “Los GEOS están a 57 kilómetros de la Puerta del Sol, en Guadalajara”, dice Jesús M. Pérez. En los atentados de otra época, con rehenes, había tiempo para movilizar a los mejores policías. Ahora no.
Si ocurriera algo en otras provincias, hay nueve unidades de GOE (Grupos Operativos Especiales). Tienen una formación menor a los GEO pero podrían desplegarse más rápido por todo el país. Mientras los especialistas lleguen, el daño que puede provocar un atentado con fusiles de asalto es difícil de imaginar.
Parece improbable que haya en España un piso franco dedicado a la fabricación de explosivos. O que una célula vaya a Bruselas a buscar bombas en un larguísimo viaje. Pero los fusiles son más fáciles de lograr.
6. Cuando acabe la guerra en Siria
Mientras estos ataques ocurren, ls guerra en Siria sigue y tiene ocupados a docenas de yihadistas europeos. Si los combates terminan -por el motivo que sea-, su regreso a casa con formación militar puede ser terrible.