La incapacidad de Mariano Rajoy (60 años) para retomar la iniciativa e intentar formar gobierno ha agrietado todavía más las profundas diferencias que existe en su núcleo más cercano de colaboradores. En el corazón del Partido Popular palpitan dos almas radicalmente distintas. En un lado está la 'savia nueva' liderada por Javier Maroto (44), Andrea Levy (32) y Pablo Casado (35), los vicesecretarios recién elegidos que no se sienten en deuda con el pasado y piden a su presidente “cortar por lo sano” con la corrupción, caiga quien caiga, para salvar al partido del abismo al que está abocado. Para reconstruir ese alma que la corrupción partió por la mitad.
En el lado opuesto se sientan los históricos, mucho más conservadores, María Dolores de Cospedal (50) y Javier Arenas (58), viejos conocidos de quienes ahora están acorralados por una dudosa gestión, mucho más prudentes que los nuevos a la hora de pedir responsabilidades políticas extremas. Entre unos y otros se ubica Fernando Martínez-Maillo (46), el vicesecretario de Organización que quiere regeneración, sí, pero de una forma menos radical.
El caso Rita Barberá ha avivado aún más las diferencias entre los dos bandos que, a pesar de las diferencias, se entienden "muy bien" y trabajan "cómodamente" juntos, según desvelan fuentes cercanas. Rajoy ha querido y sigue queriendo a Rita como una hermana, pero la rebelión interna de sus cachorros le forzaron a abrirle un expediente informativo en contra de sus sentimientos que ha supuesto el primer triunfo real de los “jóvenes” contra los “viejos”, como en privado se diferencia a unos de otros en el Partido Popular.
Los vicesecretarios recién estrenados están hartos de que se les incluya “en el mismo saco” de personas como Barberá o Esperanza Aguirre, personas que en su momento tuvieron mucho peso en el partido pero con los que ellos no se sienten identificados. Casado, Maroto y Levy se armaron de valor y dijeron públicamente que las explicaciones de Barberá que dejaron satisfecho al presidente del PP eran “insuficientes”. Justo después llegó el expediente que tanto desagradó a la senadora.
Una nueva forma de hacer política
Esta nueva forma de hacer política es la que piden a gritos en privado muchos militantes y mandos territoriales. Los colaboradores más jóvenes de Rajoy cuestionaron públicamente a la inquebrantable Barberá y, sin ellos pedirlo, provocaron una cascada interna de apoyo que desembocó en un expediente informativo a la exalcaldesa de Valencia. “Algo impensable hace tan solo seis meses”, reconoce uno de los cargos intermedios que hizo llegar a los vicesecretarios su apoyo. En privado, Rajoy "no les corta las alas" y entiende el hartazgo de los jóvenes, a quienes les pide que "sean duros sin faltar el respeto a ningún compañero".
Desde que el presidente del PP rejuveneció su cúpula en junio, cuando incorporó a cuatro de los cinco vicesecretarios nacionales y apartó a Carlos Floriano, raro ha sido el día en el que no se les haya preguntado por algún caso de corrupción que “nada tiene que ver” con ellos. Hasta hace pocas semanas, ninguno rechistaba porque sabían la tarea que les habían encomendado. Lejos de pincharse la burbuja, los casos han "ido saliendo a borbotones" y se resisten a tener que asumir como propios los errores de otra quinta, la que ha compartido victorias y derrotas con Rajoy, Cospedal y Arenas desde hace casi 30 años, pero que nada les une a ellos. Ni levy ni Maroto ni Casado vivieron aquella época y no quieren pasar la resaca de aquella borrachera.
Esta nueva generación de políticos del PP entienden que Rajoy se sienta en deuda personal y política con históricos como Barberá u otros a los que ha buscado un hueco en algún puesto relevante, como Pío García-Escudero o Celia Villalobos, aunque no comparten esta filosofía. Pero los tiempos han cambiado y un tercio del Hemiciclo son diputados nuevos y muchos ni siquiera superan los cuarenta años. "O nos renovamos o morimos", comenta a este periódico uno de los vicesecretarios que pelea a diario por insuflar oxígeno a su partido.
Los casos personales
“Ha mantenido a alguno, sí, pero también ha tenido que prescindir de muchos colaboradores y amigos con los que se sentía en deuda. No se puede acabar con una era de la noche a la mañana. No”, defienden los marianistas más fieles. La relación personal que el líder del PP ha mantenido con ciertas autoridades han erosionado mucho más la imagen del presidente y la del partido, como ocurrió con Ana Mato, a quien Rajoy la nombró ministra pese a su implicación en el caso Gürtel a través de su marido, Jesús Sepúlveda. El conservador no contó con ella en las listas de diciembre de 2015 “porque Ana no quiso. Si hubiera querido seguir, tendría un escaño en el Congreso, por muchas críticas que hubieran caído”, reconocen fuentes internas del PP.
Alineados en la misma dirección están los jóvenes de la red Floridablanca que pilota Isabel Benjumea, una militante que quiere cambiar el partido desde dentro para que el centro dereca vuelva a gobernar con holgura en España. El reto es muy complicado por lo hermético que es el PP. “Floridablanca nace con una preocupación: cuando nos damos cuenta del avance de las posiciones de izquierda en España”. Poco a poco, el mensaje de regeneración interna que pide en público esta pequeña red se está expandiendo por las entrañas del Partido Popular, conscientes de que hay que renovarse o podrán perder la posición de hegemonía que han mantenido durante años. Quizá ahora ya ha llegado la hora de que los jóvenes sustituyan a los históricos.