Pedro Sánchez ya ha decidido. Quiere evitar a toda costa la confrontación directa con Susana Díaz. En la mañana de este lunes, el equipo del secretario general del PSOE avanzó que pedirá a los dirigentes regionales aplazar el congreso interno del partido, cuyo proceso estaba previsto que empezase el 11 de abril.
La noticia, avanzada en Twitter por la periodista Esther Palomera, pretende un doble objetivo. El primero, no interferir en las negociaciones de Gobierno. Fuentes socialistas aseguran a este diario que la petición de aplazar el congreso es “hasta la formación de Gobierno”. El calendario interno del PSOE, fijado el pasado 30 de enero, se entremezcla con el institucional de la investidura. Los partidos tienen hasta el día 2 de mayo para elegir a un nuevo presidente antes de que se convoque la repetición de elecciones para el 26 de junio. Según la agenda del PSOE, entre el 11 y el 14 de abril los candidatos a liderar el partido deberán anunciarlo. Desde el 15 al 25, deberían recoger avales para formalizar su candidatura. El 2 de mayo cogería a los candidatos haciendo campaña.
El congreso del PSOE es ordinario y, según los estatutos, debería haberse celebrado en febrero. Sólo un Comité Federal, el máximo órgano entre congresos, puede retrasarlo. Previsiblemente, la Ejecutiva del PSOE pedirá que se celebre uno de estos cónclaves, en los que tienen mucho peso los llamados barones, o secretarios generales autonómicos, siete de ellos presidentes de sus comunidades.
El factor Susana Díaz
A nadie se le escapa que este aplazamiento tiene una doble lectura más allá de la de preservar las negociaciones de investidura. Ahora mismo, esas conversaciones no tienen tensión ni expectativa de desenlace favorable por el inmovilismo y líneas rojas de todos los partidos. Sánchez teme que Susana Díaz le dispute el liderazgo en el PSOE y, por lo tanto, la candidatura a las más que probables próximas elecciones generales.
Como explicó EL ESPAÑOL este domingo, en el PSOE había quien aconsejaba a Sánchez que mantuviese la fecha del congreso, anunciando así que no tiene nada que temer de la andaluza y confiando en que la presidenta de la Junta no se presentaría. Sánchez, experto en mantener pulsos a unos barones muy críticos con su gestión, ha decidido no arriesgarse en esta ocasión. Además, varios dirigentes clave, como los presidentes de Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón, que dependen de Podemos, han pedido no abrir en canal el partido y centrarse en dialogar con Pablo Iglesias y Albert Rivera para lograr conformar un Gobierno.
Sin embargo, la decisión no la toma el propio Sánchez sino el Comité Federal. Y la federación andaluza, que representa a un cuarto de los militantes, tiene un peso decisivo.
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