La segunda semana de octubre, la diputada popular en la Asamblea de Madrid Elena González-Moñux señalaba en público a su portavoz parlamentario, Enrique Ossorio. "Me insulta y me humilla". De baja por depresión y con un informe psicológico en la mano que menciona un "abuso de superioridad", pidió su baja hace hoy ochenta días -dato que facilita su abogado-.
Con este escaño vacío, PP y Ciudadanos no suman mayoría y empatan con los 64 parlamentarios que aúnan Podemos y PSOE, lo que genera un problema a Cristina Cifuentes a la hora de sacar leyes en la Cámara. Con el caso ya en los tribunales -denuncia por acoso-, la situación, en lo político, ha variado poco desde entonces: el Partido Popular cierra filas en torno a Ossorio y asegura que las palabras de Moñux son radicalmente falsas. En este contexto, el Gobierno madrileño afrontará su prueba de fuego con los presupuestos, que pretende aprobar entre enero y febrero. "Se solucionará, seguro", insisten en el entorno de Cifuentes. "Está aislada, no mantiene ninguna relación con el grupo, la presidenta no le ha llamado", dice el abogado de la parlamentaria, José María Garzón.
Según el letrado, la denuncia ha sido admitida a trámite y expone que el juez ha solicitado el vídeo de uno de los plenos en los que su defendida asegura haber sido insultada.
"Mis hijos me ven llorar"
"Mis hijos me ven llorar cuando llego a casa después de trabajar. Nadie tiene por qué sufrir esto. No sé lo que está pasando", decía la diputada en una entrevista con EL ESPAÑOL la primera vez que detallaba los motivos que le habían llevado a denunciar a su portavoz. Al mismo tiempo, la dirección de su partido emitía un comunicado que colocaba al grupo parlamentario del lado de Enrique Ossorio. "De verdad, no tiene ni pies ni cabeza. Está todo inventado", reiteraba un portavoz del PP a este periódico ese mismo día.
Durante el primer pleno al que faltó Moñux, el PP no sufrió demasiado. Su ausencia coincidió con la de un diputado del PSOE y la aritmética, gracias a esta circunstancia, volvía a su estado original. PP y Ciudadanos sumaron un escaño más que las izquierdas.
"Me pidieron que fuera a votar"
A los pocos días -los plenos en la Asamblea son semanales-, urgido por la mayoría parlamentaria perdida, el vicepresidente del Gobierno y mano derecha de Cifuentes, Ángel Garrido, llamó a Moñux a su despacho: "Se interesó por mi estado de salud, pero me habló de la importancia de las votaciones y me pidió que fuera al pleno. Me quedé impresionada, estaba poniendo por delante la política a la salud de una persona".
Contra lo que pudiera preverse, teniendo en cuenta el abismo que separaba el Ejecutivo de la diputada, fue a votar: "Es la prueba de que no hago todo esto para dañar a mi partido", relataba la también presidenta del PP en el distrito de Fuencarral, con un historial de más de veinte años en esta formación.
En el Gobierno de Cifuentes insisten: "Su parte médico fue una sorpresa. Ossorio está siendo la cabeza de turco y no sabemos qué hay detrás de todo esto".
La ley de sacrificio cero
González-Moñux sitúa en la ley del sacrificio cero de animales de compañía "la gota que colmó el vaso". Siempre según su versión, en aquel pleno, Enrique Ossorio le dijo que no tenía ni idea de las enmiendas que debía presentar y le espetó: "Te voy a hacer un examen". "Yo le respondí que era la hora de comer y él me dijo que me fuera a casa sin hacerlo", dice la diputada.
Precisamente, el juez tratará de testar con el vídeo de aquella sesión si realmente Ossorio humilló a Moñux. "Miraba de frente y susurraba", decía la denunciante sobre esta escena.
Además, añadía: "Un día me echó gritando de su despacho. Me dijo que no hacía nada y que él tendría que hacerlo todo por mí".
A la espera de la decisión judicial, Cristina Cifuentes deberá salvar sus diferencias con Elena González-Moñux si quiere aprobar los presupuestos para 2017 y seguir ostentando mayoría junto a C's en la Asamblea de Madrid.