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En el edificio Novíssim (Novísimo) del Ayuntamiento de Barcelona, justo detrás de la plaza de Sant Jaume, espera un empleado municipal. A los que van a visitar a concejales que además son tenientes de alcalde, se les acompaña desde la puerta hasta el despacho correspondiente. Pero en este caso, el personal de la casa tarda un par de minutos en recordar que Jaume Collboni (Barcelona, 1969) ya no está en el equipo de Gobierno. Barcelona en Comú, el partido de la alcaldesa Ada Colau, lo expulsó del Ejecutivo municipal hace dos semanas junto con los otros tres concejales socialistas. El motivo fue el apoyo del PSC a la aplicación del artículo 155 tras la declaración unilateral de independencia promovida por los partidos independentistas en el Parlament.
Las dependencias del grupo socialista están llenas de cajas sin abrir, pero el despacho de Collboni ya parece un despacho. Sobre la butaca en la que se sienta, cuatro fotos de alcaldes socialistas: Narcís Serra, Pasqual Maragall, Joan Clos y Jordi Hereu, que gobernaron Barcelona desde 1979 hasta 2011.
Ahora, Barcelona es una especie de Jerusalén por la que todos pugnan. El conflicto sobre lo que quiere ser Cataluña y lo que debe ser Barcelona lo impregna todo. Colau ha acabado gobernando en minoría absoluta, con 11 de 41 concejales y ha llevado hasta sus últimas consecuencias su lema electoral de cara al 21-D: ni DUI ni 155. Mientras, el expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, parece haber adoptado el suyo propio: Ni España ni tampoco Europa, a tenor de unas declaraciones sobre un referéndum de pertenencia a la UE que después ha acabado matizando.
¿Se ha convertido Puigdemont en un eurófobo?
Confirma lo que muchos decíamos que era el independentismo en el contexto europeo y global. El fenómeno que representa Trump, el Brexit y la subida de movimientos populistas en Europa se traduce en Cataluña en forma de independentismo. Puigdemont pone letra a la música de fondo, porque el independentismo es un proyecto profundamente antieuropeo. Europa nació, entre otras cosas, para conjurarse contra los nacionalismos, derribar fronteras y evitar los conflictos nacionales. Con sus declaraciones, Puigdemont traiciona la tradición europeísta que tenía el propio Pujol.
Ningún país europeo ha reconocido las aspiraciones del independentismo o su declaración unilateral. ¿Es el antieuropeísmo la tumba del independentismo?
El independentismo es un proyecto que nació muerto por carecer del apoyo social necesario. También por no tener presente el principio de realidad cuando planteó la transición a la república. Se ve bien en las consecuencias económicas. Por último, no tiene reconocimiento internacional. No hay proyecto político excluyente que triunfe. Y este, por lo menos, excluye a la mitad de la población. Lo que yo pensaba es que duraría un poquito más. ¡Al menos hasta el fin de semana! [la república fue proclamada un viernes, pero horas después el artículo 155 paralizó sus efectos]
Y, sin embargo, el indepependentismo ha logrado muchos apoyos y la mayoría de escaños en el Parlament. Mientras, ustedes caían.
Desde hace años, nosotros hemos denunciado que el relato era falaz aunque fuese respetable desde el punto de vista aspiracional. Ha sido, sobre todo, un engaño a los que habían creído en eso de buena fe.
"La CUP no tiene ni una multa de tráfico"
¿El caudal de apoyo del independentismo parte de personas manipuladas pero con buena fe?
Parte de Artur Mas en 2012, cuando interesadamente malinterpretó un movimiento popular, espontáneo y respetable, que protestaba contra el fracaso del proceso del Estatut. Le salió mal porque empezó a cabalgar sobre el tigre. La calle retroalimentaba a las instituciones. El rumbo se dejó en manos de organizaciones civiles que no tienen por qué tener esa responsabilidad y finalmente le dio la llave de la gobernabilidad a la CUP. Ellos [la CUP] inspiraron el programa máximo que se ha acabado aplicando y que es independentista y anticapitalista. Las pruebas son la fuga de empresas y ese artefacto llamado república. Es curioso, porque [los dirigentes de la CUP] no tienen ni una multa de tráfico. Los que han acabado pagando las consecuencias son otros, fundamentalmente el PDeCAT, que además lo va a pagar en las urnas. Otros de los motivos del fracaso es la competición en el seno del independentismo. Eso lo vamos a ver también el 21-D.
Queremos convencer a una parte muy importante de los que hasta ahora han votado al independentismo de que hay otras opciones
¿Se ha pinchado la burbuja del independentismo?
No. Hay un error de percepción, sobre todo en Madrid, que consiste en pensar que lo que está pasando hace que haya menos independentistas. Es decir, que sólo con la vía judicial, con la salida de las empresas o incluso con la falta de reconocimiento internacional va a haber menos independentistas. Eso no va a pasar. Los errores del Estado han victimizado al independentismo. Y, sobre todo, no veo un relato alternativo en el PP y en Ciudadanos. El primero dice que todo tiene que ser dentro de la ley y el segundo quiere el 155 al cubo. Eso no es ninguna oferta. Nosotros sí la tenemos y queremos convencer a una parte muy importante de los que hasta ahora han votado al independentismo de que hay otras opciones. Los comunes tampoco tienen proyecto alternativo. Se limitan a pedir un referéndum pactado, que es lo mismo que reclaman los independentistas. Siguen sin hablar de qué modelo de España y de Cataluña quieren.
¿Se juega el PSC el papel de árbitro con Catalunya en Común? Sus mensajes son similares: ambos dicen rechazar la dinámica de bloques, la DUI y el 155, aunque el PSC asegura que al final tuvo que apoyarlo porque no había más remedio. ¿Depende de los dos partidos quién gobierne tras el 21-D?
Tenemos un gran candidato a la presidencia de la Generalitat. Además de votar en clave independencia “sí” o “no”, muchos catalanes decidirán pensando en quién puede ser presidente. En quién tiene las credenciales, la experiencia y la solidez para construir acuerdos en un Parlament muy fragmentado. Ese es Miquel Iceta y las encuestas lo señalan cada vez más. No aspiramos a hacer de bisagra o de árbitro sino a formar Gobierno sabiendo que hay mayorías, aunque sean muy difíciles de articular.
Si el PSC suma con Ciudadanos y el PP, ¿cómo se explicaría que no apostasen por esa alternativa al independentismo?
No concibo dar apoyo a un presidente independentista o a uno de derechas, blanqueado o no blanqueado.
Concibe que los demás, grácilmente, cedan su apoyo al tercer o cuarto partido de la cámara.
Grácilmente, no. Pero espero que tengamos el apoyo suficiente para poder formar Gobierno. Si vemos lo que ha pasado en los últimos meses, quien se ha colocado en el centro y ha sido capaz de apelar a mayorías para articular acuerdos ha sido Miquel Iceta.
¿Marta Rovira está políticamente inhabilitada para ser presidenta de la Generalitat tras haber acusado sin pruebas al Gobierno de querer sembrar Cataluña de muertos?
Lo que yo no entiendo es cómo Oriol Junqueras se presenta a las elecciones diciendo que la presidenta pueda ser Rovira. Para eso, que no se presente, ¿no? Dicho esto, espero que se estén dando los pasos necesarios para que Junqueras pueda hacer campaña en Cataluña. Eso sería lo normal. Vamos a elegir a un president de la Generalitat y a un Gobierno y habrá que confrontar programas. Sustituir la política por los jueces ha sido nefasto, un desastre para la propia política.
Un alcalde lo es todo el tiempo, hasta cuando va a buscar el pan. Pone su ciudad por encima de todo. Colau no ha hecho eso. Ha estado muy pendiente de lo ques decían los independentistas
¿Es el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, expulsado del equipo de Gobierno que dirige Ada Colau, una víctima más del procés?
En Barcelona ha habido una alcaldesa que se ha dedicado a tiempo parcial a serlo. Un alcalde lo es todo el tiempo, hasta cuando va a buscar el pan. Pone su ciudad por encima de todo. Colau no ha hecho eso. Ha estado muy pendiente de lo que decían los independentistas y muy poco de lo que decían los barceloneses: los comerciantes, los autónomos o los taxistas, que ven cómo sufre la ciudad, con la pérdida de la EMA (la Agencia Europea del Medicamento) como gran exponente. No ha ejercido el liderazgo ni tan siquiera en su propio partido, donde convocó una consulta y ella ni se posicionó.
¿Quería expulsarles Colau de antemano?
Yo tengo que pensar…
Las frases que comienzan con “tengo que pensar”, casi por obligación...
Sí, pero tengo que pensarlo porque ella no ha explicado a los barceloneses lo que ha pasado. Se dedican a hablar del 155. Mi pregunta es: ¿Qué pasará cuando se forme Gobierno en Cataluña, se deje de aplicar el 155 y miremos atrás? Veremos que una de las consecuencias del procés ha sido romper un espacio de izquierdas, plural, un acuerdo de referencia en Cataluña y en España. Podemos no se planteó romper un acuerdo con el PSOE en Madrid, en Castilla-La Mancha, en el País Valenciá o en las confluencias de Galicia.
¿La expulsión responde a querer ganar unos cuantos votos?
Responde a no tener una idea clara de lo que piensa hacer con la ciudad de Barcelona. Si tienes un proyecto definido, te sobrepones a una coyuntura política como esta. Es inconcebible que sacrifiques tu Gobierno por una coyuntura política y electoral, salvo que te dé igual pactar con Collboni o con Xavier Trias (PDeCAT), que parece que es a lo que vamos.
Si no hay un pacto pos 21-D para hacer gobernable Cataluña a cambio de hacer gobernable Barcelona, nuestra expulsión del Gobierno municipal no tiene explicación
¿Hay un pacto en la plaza de Sant Jaume? ¿Apoyará ERC a Colau a cambio de que Colau apoye a un president de la Generalitat de ERC?
Vamos a ver.
¿Cree que hubo un pacto previo a expulsarles del Gobierno municipal?
Tengo tendencia a pensar que tiene que ser así. Si no, es inexplicable. Si no hay un pacto pos 21-D para hacer gobernable Cataluña a cambio de hacer gobernable Barcelona, no tiene explicación aparente. Lo peor es la falta de transparencia. Es legítimo querer cambiar de socios, pero que lo explique.
¿ERC y PDeCAT quieren acabar con Colau?
Es evidente.
¿Les expulsó confiando en unos beneficios que no va a poder obtener?
Creo que es lo que comprobaremos en las próximas semanas. En el último pleno del Ayuntamiento, el 155 desapareció milagrosamente. ¿Por qué? Porque el objetivo no era hablar del independentismo sino desgastar al Gobierno municipal. Colau no tuvo apoyo para sus principales propuestas y la que salió adelante fue una comisión de estudio económica, presentada por el PSC, que contó con el apoyo de todos salvo el del Colau y la CUP.
Si el Ayuntamiento de la ciudad no reaccionan, lo tendremos que fiar todo a la sociedad civil barcelonesa
¿Cree que Barcelona ha dejado de ser una tierra de oportunidades?
Si el Ayuntamiento de la ciudad no reaccionan, lo tendremos que fiar todo a la sociedad civil barcelonesa: a los emprendedeores, asociaciones… Es un tejido muy fuerte, tupido y resistente que se cree mucho la ciudad. Los dos motores históricos de la ciudad han sido la sociedad civil y el Ayuntamiento y ahora el que se ha gripado es el segundo, el político.
¿Cómo de dramática es la situación económica de Barcelona?
La inestabilidad institucional no ayuda a la economía. Si el Ayuntamiento no hace de paraguas, se nota. Estamos viviendo una depresión en la sociedad. No hace falta esperar a los datos. Sólo hay que bajar al comercio de la esquina y preguntar: “¿Cómo te va?” Todos hablan de en torno a un 30% de bajada de la actividad. Será coyuntural sólo si la estabilidad se restaura pronto.
En términos históricos, ¿cómo de importante es el retroceso?
Si no se enfoca bien la ciudad en los próximos años, hay un riesgo de retroceder hasta la Barcelona preolímpica en muchos parámetros. Me refiero a ser una ciudad que no esté abierta al mundo, que no busque oportunidades fuera, que no garantice oportunidades… Ese riesgo existe.
"Barcelona no debe dejar de ser una ciudad global"
¿Cuál es el gran reto de Barcelona?
Para empezar, no abandonar su condición de ciudad global. A veces, desde la extrema izquierda, se ha frivolizado con que Barcelona es un escaparate o no es Cataluña. Pero ser global, aunque no seamos la capital de un Estado, repercute en las posibilidades de Barcelona y de los que aquí viven. Por eso, cuando apareció una oportunidad como la de la EMA, la jugamos a fondo.
¿Se perdió la agencia por el contexto político? En caso contrario, usted debería asumir la responsabilidad, ya que lideraba la candidatura desde el Ayuntamiento.
La responsabilidad del Ayuntamiento fue la de formular la candidatura y era sino la mejor, de las mejores. Teníamos todo lo que se exigía de una candidatura. Amsterdam ni siquiera tiene la sede construida. Pero si tú estás preparando la candidatura y por el medio tienes una declaración de independencia, a Puigdemont y un conseller de Salud (que desde la Generalitat sí hizo lo que pudo) dando discursos; si cuando una semana antes de la decisión el que defiende la candidatura es expulsado del Gobierno, tienes un problema.
¿Se presentará a la reelección como cabeza de lista del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona?
No está decidido. Primero estoy en una reflexión personal, que tengo que hacer. Y después haré una reflexión con mis compañeros que tampoco está hecha.
¿Cuál es su alcalde favorito?
Me identifico mucho con Jordi Hereu. Supo gestionar bien esa Barcelona grande y global poniendo a la vez mucho énfasis en los barrios y en la política de proximidad. Fue un alcalde muy próximo. Maragall ha sido el gran alcalde de la ciudad en la etapa democrática, de eso no hay duda. Pero de Hereu aún se acuerdan muchos por esa cercanía y esa inversión, desde la calle y para los vecinos, combinada con la Barcelona global.