Dos años después, la CUP volverá a ser decisiva para investir a un president independentista en Cataluña. La formación anticapitalista logró este 21-D solo cuatro escaños en el Parlament y el 4,4% de los votos. Unas cifras que suponen un enorme batacazo respecto a los diez parlamentarios y el 8,2% de apoyos que cosechó en las autonómicas de 2015. Sin embargo, los cupaires han dejado claro durante la campaña cuál es su condición para apoyar a algún candidato de Junts per Catalunya o ERC: retomar la vía unilateral de la independencia.
En la CUP, candidatura encabezada por Carles Riera, consideran que la república catalana ya está declarada. Y creen que, pese a la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la convocatoria de elecciones, esa república ya está en marcha. Por ello, consideran que nada hay que negociar ahora con el Estado. Ni bilateralidad, ni otro referéndum, ni alargar el procés, ni diálogo alguno.
Un compromiso con la unilateralidad
Durante la campaña, Riera y el resto de miembros de la CUP han repetido una y otra vez que solo respaldarían a algún candidato de las otras formaciones separatistas si hubiera un compromiso explícito de continuar por la vía unilateral. Así se visualizó en los diferentes debates electorales, cuando los anticapitalistas reclamaron dicho compromiso (sin éxito) a las otras formaciones separatistas.
Sin ir más lejos, el cabeza de lista de la CUP, Carles Riera, afirmó en el cierra de campaña que su formación será la "garantía" de que tras los comicios "la mayoría republicana no caiga en la tentación del autonomismo y la claudicación" y se "materialice" la "república" catalana por la vía unilateral.
"Igual que una media verdad es una media mentira, media desobediencia es sumisión", afirmaba Riera antes de recordar a ERC y JxCAT que "será necesario desobedecer para hacer una república que de ninguna de las maneras se podrá construir desde la bilateralidad y el diálogo con el Estado".
El precedente de 2015: Mas por Puigdemont
El precedente es claro. Tras las elecciones autonómicas de 2015, la CUP decidió no investir a Artur Mas -cabeza de lista de la coalición Junts pel Sí- bajo ningún concepto y acabó forzando su marcha para investir en su lugar a Carles Puigdemont. Es decir, los cupaires decidieron quién era el president.
Ahora, dos años después, los anticapitalistas pueden hacer lo mismo. Si el bloque nacionalista quiere gobernar, la CUP reclamará la independencia. Ni más ni menos.
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