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Cuando el lector lea estas líneas, la fragata Numancia habrá arribado a buen puerto. Concretamente, al de Catania (Sicilia). Los 215 efectivos de la Armada que viajan a bordo darán por concluida su misión de cinco meses en aguas del Mediterráneo, en el marco de la Operación Sophia desplegada por la Unión Europea para luchar contra el tráfico de seres humanos.
Una "vida dura", admite su comandante, el capitán de fragata Isidro Carrara Navas, hombre curtido en el mar [la mar, dirán siempre los marinos] tras incontables destinos y misiones. En casa le esperan su mujer, Esther, y sus tres hijos. "Ya hay ganas de regresar", comenta con cierta alegría que no se esmera en ocultar en conversación con EL ESPAÑOL.
Es el momento de hacer balance. En estos cinco meses, la fragata Numancia ha llevado hasta tierra firme a casi 600 personas que se exponían a una muerte segura en aguas del Mediterráneo. Los efectivos de la Armada han destruido tres embarcaciones integradas en las estructuras mafiosas de tráfico de seres humanos. Además, han efectuado 35 visitas a buques mercantes sospechosos.
Las cifras no son las de hace unos años. Si en 2016 se rescataron dentro de la Operación Sophia a 22.885 personas que viajaban a la deriva por aguas del Mediterráneo, la cifra se redujo a 11.617 en 2017. En lo que va de año se han salvado a 2.290.
Los flujos migratorios han cambiado, pero no por eso se diluyen los dramas del mar que baña nuestras costas: "Por fuera puede que estén bien, pero ninguno sabemos lo que han vivido, lo que tienen dentro de su cabeza", afirma el capitán de fragata Carrara sobre aquellos nombres que bailaron con la muerte hasta ser rescatados por la Numancia.
Entrevista con el capitán de fragata Carrara
Son datos que reflejan una tendencia.
La Operación Sophia empezó en 2015 y lleva más de 3 años. El objetivo es interrumpir el trafico ilegal de personas en el Mediterráneo central. Durante estos 3 años nos encontramos con resultados muy positivos: la actividad se ha reducido hasta un 80%.
Dejamos atrás el verano, la época en la que se producen más intervenciones.
Durante el verano se lanzan muchas barcazas, especialmente desde las costas de Libia. Pero este año no ha sido tanto, las cifras son muy inferiores. Esto es el resultado de muchas políticas y, por supuesto, de la Operación Sophia. Nuestra misión pasa por detener a los traficantes de personas y a socorrer a aquellas que viajan a la deriva.
¿Cuál ha sido la intervención que recuerda con mayor intensidad?
¿Nuestra, de la Numancia? La del 26 de mayo, cuando rescatamos a 280 personas del agua. Otros barcos italianos, además, nos transfirieron a más de 300 personas para que las llevásemos a puerto seguro. En total tuvimos a bordo a 599 personas rescatadas.
Sobre los traficantes…
La misión es la lucha contra estas mafias, detenerlos e impedir ese tráfico ilegal. Lanzan a la gente al agua en condiciones lamentables y muchas, muchísimas, mueren. Son botes precarios, sin apenas combustible…
¿Qué perfil tienen los líderes de esas mafias?
Eso se sale de mi ámbito. Nosotros tenemos más trato con los traficantes que viajan a bordo de las embarcaciones y que colaboran para llevar a la gente lo más lejos posible de la costa libia. Pero sobre el perfil de los líderes no puedo darle más detalles. Están en tierra, serán mafias organizadas… pero no sabría darle un perfil típico.
Vayamos a ese 26 de mayo, cuando rescataron a 599 personas.
Tenemos un procedimiento para actuar en esos casos. Los aviones toman la fotografía de la zona y nos advierten de que hay barcos llenos de personas. Nosotros declaramos un evento SOLAS [Safety Of Life At Sea, actuación de rescate] y empezamos la aproximación. Ese puede ser uno de los momentos más peligrosos, cuando ven que vamos a por ellos. Pueden ponerse nerviosos y saltar al mar para venir hasta donde nosotros estamos. Están agotados y su barca puede volcar. Y entonces…
¿Cómo se evita ese tipo de situaciones?
Antes de que nos vean a nosotros [la Numancia es una fragata de casi 140 metros de eslora] lanzamos nuestros barcos con patrones. Son embarcaciones mucho más pequeñas y rápidas. Llegan antes que nosotros y su labor inmediata es tranquilizar a la gente que viaja a la deriva. Si se ponen nerviosos, volvemos a lo de antes: su barca puede volcar. Les llevamos chalecos salvavidas y les decimos que todos van a salir de allí. El proceso suele ser sencillo, pero si el traficante viaja a bordo se complica más.
Después...
La Numancia se acerca a una distancia prudencial y los rescatados vienen en grupos pequeños. Muchos quieren ser los primeros en llegar a bordo del buque y eso conlleva un grave peligro de que se vayan al agua. Siempre trabajamos en tranquilizarlos.
Una labor casi de psicólogos.
Sin duda. Lo primero es detectar si hay alguien especialmente alterado, porque puede pasar cualquier cosa. Después, y siguiendo este orden, se evacua a los heridos, a las mujeres, a los niños y a los hombres.
Habla de heridos. ¿En qué condiciones llegan?
Lo primero que hacemos cuando embarcan es un reconocimiento médico. Tenemos un helicóptero en la cubierta de vuelo, por si hay que evacuar a alguno, y un equipo médico muy completo, compuesto por un teniente coronel, dos enfermeros, una enfermera estonia de refuerzo y personal sanitario. A todos ellos les preguntamos su nombre, de dónde son, de dónde vienen… información que nos ayude a comprender su historia.
¿Y cuál es esa historia?
Tuvieron un penar muy grande en África, pero la mayoría está en condiciones físicas positivas.
Son supervivientes que han atravesado desiertos y muchas penurias para llegar hasta ahí.
Precisamente. Por fuera puede que estén bien, pero ninguno sabemos lo que han vivido, lo que tienen dentro de su cabeza. Cuando llegan se les ve llenos de alegría y eso es muy dramático, por todo lo que tienen detrás. La vida en el mar es muy dura y ellos han pasado muchas horas en un bote en las peores condiciones. Ese impacto mental es… importante.
Cuando rescataron a casi 600 personas…
Ese día era la final de la Champions y muchos nos decían que iban con el Real Madrid. Por un motivo u otro, conocen mucho a los españoles.
¿Qué hicieron con todos ellos?
Es difícil alojarlos, porque el espacio es muy limitado. Lo que hicimos fue separar a los hombres de las mujeres y los niños. Retiramos el helicóptero de la cubierta y alojamos allí a los hombres, bajo unos toldos. A los segundos, más débiles, los alojamos en uno de los hangares que tenemos. Viajamos con ellos durante dos días hasta dejarlos en Italia.
Habla de un espacio limitado donde conviven 215 efectivos de la Armada. ¿Cómo es el día a día a bordo?
Es una vida dura. Tiene muchas limitaciones, espacios cerrados, poca habitabilidad, sin comodidades… Pero tiene otras ventajas. Compañerismo, amistad, servicio a los españoles. Es una vida dura pero con satisfacciones. No hay horas de ocio, sí existen unas pocas horas de descanso, que se aprovechan como puede: libro, charla, gimnasio, viendo un vídeo… Esta es una ciudad en pequeñito que trabaja 24 horas al día, 7 días a la semana. Cuando metemos a 600 personas, la vida se complica mucho más. Son dos días de máximo esfuerzo para tenerlos atendidos, seguros y calmados.
215 personas a bordo de la fragata durante cinco meses.
Y este 12 de octubre, si todo sale bien, llegaremos al puerto de Catania para hacer el relevo y volver a casa.
*Vídeo difundido por el Ministerio de Defensa en 2016 sobre los rescates de la Armada en la operación Sophia.