Ya no hay fronteras. Las fake news son más poderosas que las armas, la guerra económica tiene más fuerza que los ejércitos. El coronel Pedro Baños disecciona un mundo que se mueve sin que lo veamos. No tiene tapujos en hablar sobre el papel que juegan los líderes políticos, los medios de comunicación, la venta de armas a Arabia Saudí o las verdaderas intenciones que puede tener Rusia sobre España: "A veces parece que nos quiere invadir con toda su compañía acorazada y no es así".
Porque hablar de geopolítica requiere hacerlo sin pelos en la lengua. Más aún cuando el fin es hacerla comprensible para toda persona que tenga un mínimo interés en comprender qué hilos intentan controlarnos. Eso pretende Pedro Baños con El dominio mundial [Ed. Ariel]. Coronel del Ejército de Tierra, diplomado de Estado Mayor, sus botas han pisado Bosnia-Herzegovina. También se ha desempeñado en labores de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo. Ahora habla desde el Hotel de las Letras de Madrid, junto a una Gran Vía en ebullición. Ese movimiento también es un reflejo de la geoestrategia que nos envuelve.
Porque Pedro Baños intenta arrastrar todas esas palabras grandes hasta el asfalto del día a día. No sólo son dirigentes, países, guerras: el coronel en reserva insiste en que uno de los principales problemas que ponen en riesgo nuestra seguridad está en casa. Vivimos en un sistema insostenible, envejecido, injusto hacia unos jóvenes cualificados. Todos esos elementos amenazan con empujarnos a una "revolución" que se extienda por toda Europa.
Estamos hablando con un coronel del Ejército que empieza preguntándose en su nuevo libro si siguen siendo útiles los ejércitos.
Sí, porque estamos viendo que los ejércitos convencionales han perdido parte de su valía. Digo “parte” porque antes era el principal fuerza que tenía un Estado. Pero ahora también hay ciberejércitos, que hay que contar con ellos, y otras fuerzas mucho más potentes y que dan mucho más miedo que la propia fuerza militar, como lo son los instrumentos económicos o la guerra permanente de los servicios de inteligencia. Con lo cual, los ejércitos siguen siendo útiles, tienen su validez como elemento fundamental de un Estado, pero ya no es el gran pilar en el que se sustentaba un Estado.
Mencionaba la guerra económica y estamos en un contexto que nos permite hablar del poder que tiene Arabia Saudí. Tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi se está hablando de las exportaciones de armamento a Arabia Saudí, también desde España. Pero Riad tiene una gran influencia en esa “guerra económica”.
Arabia Saudí se ha planteado aumentar enormemente la producción para que se produjera una bajada de los precios del petróleo. Decía que para beneficiar el mundo. Ahí detrás, sin embargo hay una guerra económica dirigida a su principal enemigo, que es Irán. Como pongo en el libro, Arabia Saudí puede producir el petróleo mucho más barato que Irán. Si Irán además tiene que hacer frente a sanciones internacionales y aplicar el precio que se le diga, tendrá que vender el barril 15 ó 20 dólares por debajo del precio de mercado que imponga Arabia Saudí. Así no tendrá recursos suficientes para de verdad modernizar el país como esperan todos los ciudadanos iraníes. Eso es parte de esa guerra internacional que se libra para intentar destruir a través de la economía.
Y que salpica directamente a España y a la exportación de armas a Riad.
Claro. Hay que pensar que una cosa es la ideología o lo que podemos pensar que puede ser el mundo, y otra es la realidad con la que nos encontramos. La mayoría de los países del mundo no son democracias precisamente ejemplares y hay que seguir haciendo negocios con ellos. Y más con un país que tiene uno de los principales fondos soberanos del mundo, que tiene mucho dinero para comprar en sectores muy importantes. Hay mucho dinero en juego y cuesta trabajo sustraerse a ese influjo económico que ejercen los que tienen el poder.
Entonces, España debe cumplir con los contratos armamentísticos que ya firmó con Riad.
Creo que anular un contrato que ya estaba firmado -y en algunos casos incluso pagado- es un error porque puede provocar la huida de otros Estados que pretenden hacer negocios con España. Otra cosa es que a partir de ahora haya una reflexión sensata de a ver con quién habría que hacer negocios. No deja de entrar en el mundo de la utopía, porque nos limitaríamos a hacer negocios entre un pequeño grupo de países nada más. Y siempre habría alguien que aprovecharía para hacer negocios con el resto del mundo.
Precisamente, hace unos días publicamos en EL ESPAÑOL la lista de 113 países a los que España ha vendido armas en los últimos 10 años. Al final se reduce a, como menciona en el libro, “money, money, siempre money”.
Efectivamente, estamos hablando de que se exporta ese material a más de la mitad de los países del mundo. ¿Qué países son verdaderas democracias consolidadas donde se respeten plenamente todos los derechos humanos, donde exista una absoluta libertad de prensa, de expresión? Empezaríamos y nos quedaríamos con un pequeñísimo número de países. En China, según dicen muchas ONGs, no se respetan completamente los Derechos Humanos. Entonces, ¿dejamos de hacer negocios -y no hablo sólo de armamento- con China o países donde todavía existe la pena de muerte? Entonces dejamos también de hacer negocios con Estados Unidos. Hay que ser muy prudente y, sobre todo, muy realista.
Países en los que la inteligencia y la contrainteligencia son fundamentales: Estados Unidos, China Rusia… hay informes del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) que hablan de injerencias extranjeras para captar espías en sectores políticos, económicos y religiosos de España. ¿De dónde pueden proceder esas injerencias?
Siempre que se dice eso, inmediatamente se mira a Rusia: “Estos son los rusos”. Rusia es uno más, esto lo hacen todos los países, incluso nuestros propios aliados y amigos. Significa que los servicios de inteligencia están en una guerra permanente y obviamente todos los países intentan captar a personas que luego les sean afines para que les proporcionen la información. Muchas veces esa manera de captar esas personas es darles unas becas para que estudien en esos países, o llevarles de visita, o facilitárselo a algún familiar, hijo… No se trata de que la información obtenida vaya a suponer el mayor de los secretos. Pero esos informadores sí pueden decir: “Oye, ha habido una reunión, vamos a ir por aquí, tomando un café te puedo contar cómo es la política nacional”. Pero sí son pequeñas dosis de información que conforman un conjunto mucho más valioso.
Ha dicho que lo hacen todos los países, también nuestros aliados.
Por ejemplo, ya hay muchísimos ejemplos de cómo ha intervenido Estados Unidos y captado a europeos para que les sean afines y fieles a sus intereses. Incluso muchas veces más proclives a los intereses de Estados Unidos que a los europeos. Lo intentan todos los países.
Por aterrizar en España: los servicios de inteligencia entienden que esos casos de espionaje no sólo los realizan otros países. También afecta a organizaciones internacionales, como el Estado Islámico.
Y a grupos de poder. Lo que menos me preocupa, entre comillas, son los agentes que puedan captar los grupos terroristas yihadistas salafistas. Me preocupa mucho más los grupos de poder que persiguen objetivos económicos. Necesitan tener buenos contactos en el interior de los países. Uno de los casos que más suenan, por ejemplo, es el del señor George Soros, de cómo maneja también los sistemas dentro de la propia Europa y buena parte del mundo.
También se ha llegado a decir que Soros mueve algunos hilos en España.
Sí. Pero como son rumores, vamos a dejarlo en eso. Cada vez hay mayores indicios pero vamos a dejarlo de momento ahí.
Son muchos frentes y hablamos también de una guerra híbrida, que conjuga muchos elementos más allá de los ejércitos o fuerzas convencionales. También información y sector cibernético, entre otros. ¿Está España preparada para afrontar una guerra híbrida?
Las personas que de verdad están metidas en esto, que no son muchas -estamos hablando de los servicios de Inteligencia que se dedican también a temas geopolíticos-, están enteradas de ello y saben cómo actuar. Muchas veces lo que nos falta son los medios. Como pasa en las Fuerzas Armadas, en los servicios de inteligencia hay personal muy cualificado pero no tenemos los medios tan sumamente sofisticados como pueden tener otros países. Por hacernos una idea, en España sólo tenemos un supercomputador cuando China tiene más de 200 y los más veloces del mundo.
¿Y qué piensan los que mandan sobre esta falta de medios?
Nos falta la mentalidad de algunos dirigentes de que eso existe, de que es una realidad. Estos libros que escribo van dirigidos a toda la sociedad: empezando por la persona menos avezada en estos temas pero que le inquieta qué es lo que pasa en el mundo, pero también están muy dirigidos a nuestros líderes, que me gustaría que los leyeran.
Y también a nosotros, los medios de comunicación, nos da un toque importante sobre el papel que desempeñamos.
Sí, porque mire, ustedes saben mejor que nadie la situación que están viviendo. El periodismo de investigación está desapareciendo. Hay pocos periodistas desplegados sobre el terreno en los grandes escenarios. A veces, aun teniendo la mejor voluntad de informar con rigor y honestidad a los ciudadanos, el problema es que bebemos de fuentes que ya están viciadas. Muchas veces los medios de comunicación se convierten en actores involuntarios de esa manipulación claramente a las poblaciones. También hay medios o periodistas que trabajan de forma no ignorante, con conocimiento de causa.
Es obligatorio entonces preguntarle sobre las fake news.
Claro, claro. ¿Quién va a contrastar esas fake news? A mí me hace mucha gracia cuando dicen que Facebook va a crear esta empresa en Barcelona con 500 empleados para ser ellos los que decidan qué es verdad y qué es mentira. Entonces, ¿a partir de ahora va a ser Facebook quien nos diga cuál es la realidad del mundo?
A su juicio, ¿cuáles son las fake news que pegan más fuerte en España?
Ha habido una campaña importante contra Rusia. Daba la sensación en algunos medios de que Rusia nos iba a invadir al día siguiente con todas sus divisiones acorazadas, poco menos. Son noticias muy lavadas, muy manipuladas, tergiversadas, pero que nunca llegan a ser completamente falsas para que tampoco choquen tanto al ciudadano. También hay otro tema que llega muy desvirtuado: la campaña de desprestigio sistemática contra Donald Trump. La imagen que nos llega no coincide con la imagen que tienen de Trump dentro de Estados Unidos. Porque la la información que tenemos es la de los dos grandes bloques de comunicación estadounidenses, ubicados en las costas este y oeste y que son demócratas. Es otra de las fake news importantes.
¿También considera que haya fake news en un tema tan sensible para España como lo es el de las migraciones?
Digamos que tiene mucho eco mediático. Migraciones siempre ha habido, estos movimientos no son inhabituales. Es verdad que en los últimos tiempos han aumentado. Pero quizá no han aumentado en la suficiente magnitud comparado con el eco mediático que se les traslada. En cualquier caso, es un problema que vemos apenas en su principio. Hay que ponerle muchísima atención. Debemos conocer los riesgos a los que nos enfrentamos al margen de cualquier política e ideología. Empezando por que son personas y hay que prestarles la suficiente atención.
En su libro también se insinúa que podemos convertir la migración, en España, en una oportunidad ante una población envejecida.
Sí. Aquí tenemos problemas estructurales que a mí me preocupan enormemente. Uno de ellos es el problema de una juventud súper preparada pero con un futuro incierto. Aquí [por España] tenemos un déficit demográfico muy importante. La ONU determina que la tasa de reposición debe ser al menos de 2,1 hijos por mujer fértil y no llegamos al 1,3. Eso redunda en todo el tema de prestaciones sociales, de las pensiones… al que además hay que sumar una esperanza de vida cada vez mayor. Ahora somos el segundo país más longevo del mundo detrás de Japón y en poco tiempo vamos a ser el primero.
¿Y, a su juicio, cómo debemos abordarlo?
Hay que reflexionar al margen de cualquier política o ideología. ¿Qué tipo de inmigración necesitas, qué cualificación de esas personas, qué cantidad de personas? Porque claro, todas las sociedades tienen una capacidad de absorción, pero sobrepasado ese límite tienes el caos social montado. Sobre todo cuando además son personas que, por su cultura o por lo que sea, no facilitan su integración o incorporación -me gusta mucho más esa palabra- a las sociedades. Por eso creo que debe ser un debate completamente sereno si no queremos cometer errores que nos cuesten muy caros incluso a corto plazo.
En agosto, coincidiendo con algunos de los saltos a las vallas de Ceuta y Melilla, publicamos en EL ESPAÑOL las reflexiones que hacía el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) si no se hacía un esfuerzo en integrar a estas personas: “Ruptura social” y “radicalización”. Eso es precisamente lo que ha pasado en países como Reino Unido o Francia.
Aquí en España hasta ahora no se han producido, o al menos de la misma magnitud como en los países que ha mencionado, por un motivo muy sencillo. Aquí somos un país muy acogedor, un país muy tolerante. Pero todo tiene un límite y tenemos una capacidad. Aparte de Ceuta y Melilla, con características muy particulares, donde se están empezando a crear esos problemas es en Cataluña. Debemos aprender de las lecciones de otros países para no repetir lo que ha sucedido allí.
Hemos empezado hablando sobre Arabia Saudí y el círculo se completa hablando sobre Cataluña y la entrada del salafismo. Muchos expertos advierten de que hay una conexión directa entre Riad y esta vertiente, y sus consecuencias.
Exacto, los términos adecuados para hablar de estos problemas son “radicalización relacionada con el salafismo”, con esa vuelta a los orígenes, a la pureza del Islam. Es bien sabido que uno de los mayores expansores de este rigorismo en el mundo ha sido Arabia Saudí a través de esas mezquitas que va construyendo, de esas madrasas que va construyendo asociadas a esas mezquitas.
¿Son un foco de radicalización terrorista?
Todos podemos ser radicales demócratas y no por eso es malo. No significa que todos los rigoristas vayan a ser terroristas, pero sí que han pasado por una radicalización, sea mayor o menor. No deja de ser un problema muy importante. Y a mí me preocupa más, en el contexto europeo en general, ese proceso radicalizador que los atentados terroristas como tal. Con todo el dolor que causan, por supuesto. Porque a lo mejor pasa mucho más desapercibido, tiene menos forma, no se materializa de la manera que lo hace el terrorismo, y en cambio puede tener repercusiones a largo plazo mucho peores.
Guerra económica, salafismo... Es una geopolítica que no conoce fronteras y eso nos traslada a la idea del nuevo orden mundial. ¿En España somos conscientes de ello?
Hay quien sí lo conoce, evidentemente, pero en gran medida es bastante desconocido. Si lo conociéramos más, algunas de las decisiones que estamos tomando entonces no se adoptarían. Estamos en un momento económico de desaceleración. En dos o tres años puede venir una nueva gran crisis mundial por muchos motivos: un endeudamiento gigantesco no sólo de las familias, también de los Estados y de las empresas. En España, concretamente, en el 2007 estábamos en el 35% de endeudamiento respecto al Producto Interior Bruto (PIB) y ahora estamos en el 100%. Y eso es una tendencia mundial.
Además de consecuencias económicas, ¿en qué puede desembocar esta crisis?
Estamos en una situación que puede convulsionar completamente, más aún en una Europa que tiende a la desunión y que quizá no pueda tener la suficiente capacidad de reacción. Y si a eso unimos la incertidumbre total en Oriente Medio que puede disparar los precios del crudo... Pero también tenemos que poner el foco en los problemas de la juventud. ¿Quién va a pagar todas esas pensiones a esa población envejecida? Tenemos una serie de problemas estructurales que hay que abordar con mucha serenidad y, sobre todo, entendiendo el contexto internacional. Si no lo que hacemos, engañamos a los ciudadanos.
Ha mencionado el tema de la desunión en la Unión Europea que muchos también trasladan a España. ¿Hay hilos interesados detrás de esa desunión?
Pues mire, ya que me lo pregunta, se está produciendo un fenómeno de balcanización o de divisón de las familias, de la sociedad, de los países y de la Unión Europea. Y hoy además quienes estamos pagando todas esas consecuencias somos los europeos, no otras partes del mundo. Estamos viendo cómo hay un enfrentamiento social y entre los países de la propia Unión Europea. Tenemos a Italia, tenemos el Brexit, tenemos parte de los países del centro y del este de Europa que ya no cumplen las directrices de Europa. ¿Qué está pasando, qué nos está llevando a ello? Puede ser la dinámica de los tiempos, pero yo creo que muy pocas cosas suceden por azar. Cuanto más débiles seamos, más fácilmente manipulables vamos a ser. Muchas veces estamos en nuestro pequeño día a día, en nuestro pequeño mundo, y decimos: “Pero, ¿por qué está pasando esto? ¿Por qué nos están llevando a estas situaciones?”. Tenemos que reinventarnos una vez más para volver a coger fuerzas. Si no cogemos fuerza, si no buscamos soluciones o nuevos aliados, vamos a pagar las consecuencias.
Hablamos de grandes estrategias geopolíticas, pero también se refiere al individuo. ¿Tiene ese individuo alguna capacidad de jugar un papel importante en todo este panorama geopolítico?
Por supuesto, debemos tenerlo. Esa es la esperanza que debemos tener. El individuo debe reaccionar. Y cuando digo el individuo, digo todos los ciudadanos y sobre todo la gente joven. Pensad todo el futuro tan incierto que hay ahora mismo. ¿Cómo es posible que por primera vez en la historia un joven esté ganando de media la mitad de lo que gana su abuelo jubilado? Es que es insensato totalmente. Además en muchos casos está viviendo todavía porque le está ayudando su abuelo. Pero es que el abuelo va a desaparecer. ¿Y qué va a pasar cuando desaparezca el abuelo y no le pueda ayudar a pagar la casa? ¿Si cada vez se gana menos cómo es posible que suban cada vez más los alquileres? ¿Qué está pasando?
Y la respuesta es...
Nos están abocando a una revolución en el contexto europeo. Es una juventud hiperformada como nunca en la Historia y que ve muy pocas expectativas de futuro. En muchos casos no van a poder ser la clase media que fueron sus padres o sus abuelos. Estoy cansado de decir que debemos estar alertados de todas las situaciones que están pasando.
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