A la izquierda, la entrada de la cafetería Rolando en la calle Correo tras el atentado. A la derecha, Mero Barral, hijo de dos de las víctimas.

A la izquierda, la entrada de la cafetería Rolando en la calle Correo tras el atentado. A la derecha, Mero Barral, hijo de dos de las víctimas. EFE, La fototeca.com / Cedida a EL ESPAÑOL

España 50 ANIVERSARIO

La luna de miel que ETA destrozó: se cumplen 50 años del primer gran atentado de la banda

El atentado de la Calle Correo, en 1974, en el centro de Madrid, es el atentado más grave de la banda en la capital, y su primer gran masacre.

13 septiembre, 2024 02:00

En el barrio de Montealto, en A Coruña a principios de los 70, todos les conocían como Mero y Chicha. Ya habían sido padres de dos niños, Ramón, de tres años, y Baldomero, de cuatro meses, cuando el joven matrimonio decidió disfrutar de la luna de miel que no habían tenido tras su boda.

Baldomero Barral Fernández tenía 24 años en 1974. María Josefina Pérez Martínez, apenas 21. Eran dos niños que se hicieron mayores muy pronto, como muchos otros de aquella generación. Se casaron el 4 de octubre de 1970, pero no pudieron marcharse de viaje. No tenían dinero suficiente.

Tres años más tarde ganarían una quiniela, en la temporada de Liga 1972/1973, y su vida dio un giro de 180 grados. Se compraron un piso y abrieron un negocio, la confitería Los Ángeles de A Coruña y organizaron el ansiado viaje.

La madre de Josefina, que vivía en Reino Unido, viajó hasta Galicia para cuidar de los niños. El destino había sido escogido tiempo atrás, y no era otro que Madrid, la ciudad en la que estaba pasando todo en la España del ocaso de la dictadura.

Juntos visitaron el Parque del Retiro, pasearon por el centro de la capital, conocieron la Puerta del Sol. El 13 de septiembre de 1974, tenían pensado escaparse a ver el Palacio Real de Aranjuez, pero al final decidieron dejarlo para otra jornada. Fue el azar el que decidió que escogieran la cafetería Rolando para comer.

Interior de la cafetería tras el desescombro.

Interior de la cafetería tras el desescombro. Archivo Judicial Territorial de la Comunidad de Madrid, Sumario 2/1977 del Juzgado de Instrucción nº 21 de Madrid null

La detonación se produjo a las 14:30 horas de ese 13 de septiembre de hace medio siglo. Una potente bomba reforzada con metralla explotó en el salón comedor de la cafetería. El cuerpo sin vida de Baldomero fue el primero que recogieron los bomberos. Fue trasladado directamente al Instituto Anatómico Forense. María Josefina ingresó cadáver en la Ciudad Sanitaria Francisco Franco. Hasta que se encontró su bolso entre los escombros no fueron identificados. 

Aquella luna de miel terminó en una desgracia mayúscula de la que este viernes se cumplen 50 años. En ese atentado la banda terrorista ETA asesinó a 13 personas. El libro Dinamita, tuercas y mentiras de los historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza (Tecnos, 2024), apoyado por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, describe cómo ETA,  con la ayuda de la activista Genoveva Forest y el dramaturgo Alfonso Sastre, decidió colocar artefactos explosivos en ese local porque lo frecuentaban numerosos policías de la Dirección General de Seguridad, el edificio de la Puerta del Sol en el que hoy se encuentra la sede de la Comunidad de Madrid. 

El peor atentado de Madrid

El libro cuenta cómo era la tercera vez que Bernard Oyarzábal Bidegorri y María Lourdes Cristóbal Elhorga acudían a ese comedor en un mes. El día del ataque tenían miedo de que alguien descubriera sus planes, así que la etarra fingió sentirse indispuesta y le pidió una infusión al camarero. Cuando este fue a la barra, los etarras desaparecieron, tras haber activado la bomba que habían escondido en un maletín.

La pareja víctima del atentado, el día de su boda cuatro años antes.

La pareja víctima del atentado, el día de su boda cuatro años antes. Cedida a EL ESPAÑOL null

El atentado dejó heridas a 70 personas. Solo una de las víctimas era policía. Félix Ayuso Pinel permanecería años convaleciente a causa de las graves heridas del ataque. Murió en enero de 1977. consecuencia de las heridas sufridas en un atentado que también dejó heridas a otras 70 personas.

El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo acoge precisamente en su sede de Vitoria una exposición sobre este ataque terrorista. En ella se pueden ver cómo eran los artefactos confeccionados por la banda. La bomba estaba formada por entre 5 y ocho kilos de dinamita goma 2E-C. Se había reforzado con metralla para intensificar el daño. Baldomero y Josefina estaban demasiado cerca del lugar del estallido como para sobrevivir.

Fue el primer atentado indiscriminado de la larga historia de ETA, el más sangriento que se ha producido en Madrid. Sin embargo, como hizo tantas otras veces, la banda mató y mintió. En vez de reivindicar el crimen, culpó a la ultraderecha y al régimen franquista. Nadie fue a la cárcel por aquel asesinato. La organización no reconoció su responsabilidad hasta 2018.

El hijo del boxeador

Quienes vieron en acción a su padre le dijeron a Baldomero Barral hijo, Mero Barral para los amigos, que nadie le tocó nunca la cara en el ring. Lo demuestran las fotos de su boda. Ni una sola marca en el rostro. "No dirías que fuera boxeador ni de coña", exclama orgulloso su hijo. "Era bueno. Tenía bastante esgrima, siempre me dijeron que esquivaba muy bien". Tras proclamarse como campeón gallego peso ligero y peso pluma, llegó a postularse para el Campeonato de España. Incluso estuvo preseleccionado para los juegos olimpicos de México de 1968. 

Sin embargo, apenas tenía 20 años cuando se dio cuenta de que no era el camino, como para ganarse la vida de aquella forma. Decidió abandonar el boxeo profesional con un récord de 10 victorias, tres derrotas y tres nulos. A partir de aquel momento se dedicó a su familia, la que había formado con María Josefina Pérez Martínez. Sería entonces cuando comenzarían a trabajar en distintos negocios, cuando les tocó la lotería, cuando viajaron y cuando fueron asesinados.

Los explosivos que se utilizaron en el ataque.

Los explosivos que se utilizaron en el ataque. Centro Memorial Víctimas del Terrorismo null

Mero Barral es fotógrafo y ha trabajado muchos años sobre todo en información deportiva. Ni a él ni a su hermano les han ayudado nunca. "Somos víctimas olvidadas. Solo una persona en el estado nos ha intentado ayudar en todo este tiempo, que es Belén Pulgar (Directora general de Atención a las Víctimas y Acceso a la Justicia). Hubo una compensación económica en su momento, pero llegó muy tarde. Lo que yo siempre he sentido es que a mis padres los mató ETA, pero a mis abuelos los ha dejado morir el Estado".

"Llevo escuchando desde que tengo uso de razón: las víctimas esto, las víctimas aquello. Y también a mi abuelo trabajando hasta los 75 años sin parar para mantenernos. Es algo que te cuesta creer. Como cuesta creer que este Gobierno haya pactado con ETA para poder gobernar", critica.

Baldomero Barral, en su etapa como boxeador.

Baldomero Barral, en su etapa como boxeador. Cedida a EL ESPAÑOL null

Las políticas del actual Gobierno y la estrategia de pactos con EH Bildu, la formación heredera de la banda terrorista, le encienden. "Lo que hizo el PSOE me abrió una herida que llevaba mucho tiempo cerrada. Lo que hizo el PSOE me abrió una herida que llevaba mucho tiempo cerrada. Nos traicionaron y nos vendieron. Sánchez nunca gobernaría si no pactaran con bildu. En la segunda legislatura ya lo vió toda España lo que el PSOE es capaz de hacer para gobernar".

Ni Baldomero ni su hermano tienen a día de hoy un solo recuerdo de sus padres. Les conocieron a través de la memoria de sus abuelos, quienes les cuidaron hasta que fueron mayores, y de los vecinos del barrio de Montealto, en el centro de A Coruña. "Cuando crecí me contaron cómo repartieron pasteles a los vecinos que lo pasaban mal. No hablábamos mucho del tema porque no queríamos que mi abuela reviviera todo lo que había pasado. Nunca se habló del tema en realidad en mi casa porque nos protegimos del dolor".

Oyarzábal y Elhorga nunca pagaron por sus crímenes. Los autores de la masacre han seguido viviendo todos estos años en Francia, sin volver la vista atrás. Y la tragedia quedó en el olvido, al igual que las víctimas y los familiares de las víctimas.