"Si enciende un cigarro a 5 km le tenemos": noche de asalto con paracaidistas españoles y francotiradores en Eslovaquia
- EL ESPAÑOL acompaña a la Bripac durante una instrucción nocturna en la misión que las Fuerzas Armadas lideran en el Flanco Este de la OTAN.
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A las ocho de la tarde, 20 paracaidistas del Ejército de Tierra avanzan pegados a la pared con la intención de iniciar el asalto a un edificio. Un aire gélido envuelve el cielo, oscuro como si fuera de madrugada junto al inmueble abandonado en la base militar de Lešť (Eslovaquia). El camino está flanqueado por hileras de concertinas metálicas. A él se accede por una puerta blindada que es preciso derribar.
Todos ellos participan en una instrucción de acceso a edificaciones en una práctica conocida como breaching. Dos secciones del escuadrón de zapadores de la Bripac están preparadas para el ejercicio, que se realiza con explosivo real. Segundos después, el explosivo hace que tiemble el suelo.
Unas casas más allá otro grupo de cuatro zapadores inicia una entrada similar a un chalet de dos plantas, con un muro de piedra a su alrededor. La puerta saldrá volando por los aires después de que el soldado apriete el interruptor que acciona el mecanismo para que estalle la bomba.
Se trata de la segunda jornada del ejercicio beta que llevan a cabo soldados españoles en el campo de maniobras de la misión de la OTAN que lideran en el corazón de Eslovaquia. Tras aguantar el primer día y contener al enemigo, la tarde del miércoles iniciaron el contraataque. De noche están recuperando el terreno perdido.
Para ello despliegan todas las capacidades con las que cuenta la misión que España lidera en este país de Europa Central, la más próxima a la guerra en Ucrania. Aquí combaten a un enemigo ficticio, pero lo hacen con el mismo nervio y entrega que si delante tuvieran a un temido adversario. "Esto es muy serio".
La artillería rinde a pleno funcionamiento en medio de la noche, y el capitán Mochón mantiene las posiciones de sus hombres cerca de un nido de heridos en un edificio abandonado.
España lidera en Lešť la nueva misión de la OTAN en Eslovaquia. Es el proyecto más ambicioso de las Fuerzas Armadas hasta la fecha, y como tal requería un despliegue a la altura. Hasta 800 soldados españoles (47 de ellos mujeres) y 200 vehículos de distintos tipos que les permiten una capacidad, un abanico de opciones y un despliegue pocas veces visto.
El Ejército español está liderando por primera vez una Brigada Multinacional de la OTAN. El coronel de la Brigada Paracaidista Francisco Calvo asumió el mando de la MN BDE TF SVK (en inglés, Brigada Multinacional Grupo de Combate de Eslovaquia).
El contingente eslovaco está a su vez integrado en el Cuartel General de la OTAN en Bétera (Valencia); es el encargado de coordinar el despliegue, gracias a los 33 militares de enlace que el coronel Gustavo Paredes dirige en la base de Kuchyňa.
Ese cuartel, que responde a las siglas HQ NRDC-ESP, tiene ya la capacidad de movilizar a 60.000 militares de la Alianza Atlántica en un plazo de 10 días en caso de emergencia y escalada bélica con Putin.
Poco a poco, con el paso de los meses, el destacamento militar va incrementando sus posibilidades. Los recursos son cada vez mayores, y por ello las capacidades se han incrementado desde principios de año de forma exponencial.
Por eso, los 800 soldados de la Brigada Paracaidista pueden desarrollar en un terreno de 145 kilómetros cuadrados ejercicios tan completos como los que EL ESPAÑOL ha presenciado a lo largo de esta semana. La idea es que en noviembre se realice un ejercicio de evaluación del grupo táctico para obtener la validación de la OTAN.
Cámaras térmicas y drones
A varios kilómetros de distancia, en el puesto de mando del campo de maniobras, el teniente coronel Juan José Pereda, a cargo de la Bandera Roger de Flor de la Bripac, informa de las novedades del avance. Su oficial de inteligencia, el capitán De La Mata, se encarga de actualizar las novedades de la batalla.
—La situación ha cambiado. Tras ejecutar la maniobra de limpieza, quedan pequeñas bolsas del enemigo que se han hecho fuertes en el norte, en Orenland (un enclave bautizado con nombre ficticio). Hemos lanzado el medio UAV para intentar corroborar si esa línea de acción del enemigo es correcta, o ha podido variar, para así modificar nuestro planeamiento.
La orden, por tanto, es ahora trasladarse hasta los lugares en los que se esconde el reducto enemigo. Fuera del puesto de mando está el sargento Pereiro. Suyo es el equipo de observación y obtención de información.
Él y sus hombres esperan camuflados entre dos frondosos árboles, junto a varios todoterrenos URO-Vamtac. Se equipan con gafas de visión nocturna y cámaras térmicas, cruciales en plena noche: "Si un soldado a cinco kilómetros enciende un cigarrillo con esta cámara le veremos. Como la luz de aquellas casas a lo lejos".
Más allá, el sargento Padilla, a cargo del grupo Raven, ordena el lanzamiento del dron. "Buscamos respuestas a las preguntas que tiene el jefe. Él quiere conocer cierta información que pasa en un lugar en el que no tiene ojos. Nosotros lanzamos el avión, y el avión capta las imágenes en tiempo real. Con esa fotografía el jefe tiene la información necesaria para tomar decisiones".
El mejor escondite
El sistema UAV Raven es sencillo, se adquirió en 2008, y se ha empleado en Afganistán, Iraq y Mali. Los soldados dicen que les ha dado hasta ahora muy buen resultado. "España no tiene un sistema mejor. No tiene nada que envidiar a los sistemas de otros ejércitos", dice Padilla.
El aparato es muy sencillo de utilizar. "Yo solo le digo al avión donde quiero que vaya, y el avión va. Tiene un alcance y una autonomía de una hora y un alcance de unos 10 kilómetros".
La expedición continúa, al igual que la operación, en medio de una llanura suavemente ondulada. Entre la maleza, el barro, los obstáculos en forma de piedras se hace complicado andar. De pronto, un grito sale del suelo entre el espesor de la hierba. Una masa cubierta de restos de paja y maleza se levanta del suelo en plena misión, al sentir un pisotón en su cuerpo. Alguien le ha puesto encima un pie a un francotirador del Ejército de Tierra.
Al lado aparece también el observador, su pareja de trabajo. El escondite de este binomio era tan perfecto que ninguno del grupo que avanzaba en medio de la noche lo pudo advertir. Quien le pisa pide perdón al tirador. Él responde orgulloso: "¡No se preocupe! Para mí es un halago que me haya pisado".
Han dado ya las 10 de la noche. El tirador de precisión apenas lleva un rato tumbado escondido entre el fango, la hierba y las zarzas. Dicen que podrían estar así más de 24 horas si hace falta, sin moverse del mismo sitio. No en vano, la ministra Margarita Robles condecoró en enero a estos hombres por su participación el año pasado en la misión del Líbano. Algunos de ellos, como el comandante Pontillas, jefe de artillería de la Bripac, cuentan con 230 saltos a sus espaldas. Todo lo necesario para que la misión llegue siempre a buen puerto.