En una de las naves del antiguo matadero de Arganzuela ha vivido la reina Letizia este jueves quizá el mayor reconocimiento público desde que en 2004 dejó de ser periodista de televisión para convertirse en la esposa del Jefe del Estado. Sentada en la primera fila entre 600 chicas jóvenes de colegios bilingües y universidades de Madrid, la reina consorte ha oído cómo Michelle Obama, una de las mujeres más poderosas del mundo, se refería a ella como “mi querida amiga” y explicaba a la audiencia cómo había tenido la oportunidad de hacer bonding con ella ya que como madres de dos hijas comparten “el desafío de criar a dos niñas fuertes e inteligentes”.
La expresión utilizada por Michelle Obama no es baladí. Establecer un vínculo (bond) en el sentido anglosajón es más fuerte que la sola amistad -está basado en gustos y valores compartidos, en una similar visión del mundo. Sólo así se entiende la posterior introducción que la primera dama de EEUU ha hecho de la reina consorte cuando ha terminado su intervención de aproximadamente media hora: “Ahora quiero presentarles a una persona apasionada, alguien que piensa como yo sobre la educación de las jóvenes. Es una voz poderosa, un modelo para ustedes y para todo el mundo, y la considero mi amiga. Es un placer presentaros a Su Majestad la reina Letizia”.
La reina, aún más menuda que de costumbre en su traje rojo frente a la inmensa primera dama toda vestida de blanco, ha subido al estrado emocionada y algo nerviosa. El discurso que previamente había repartido la Casa del Rey ha languidecido sobre las rodillas de los periodistas: la reina consorte ha improvisado algunos trozos, algo que no ocurre casi nunca en el rígido protocolo de la Corona, y ha hablado la mayor parte del tiempo en inglés. Su acento castellano, duro y con las “r” muy marcadas, ha quedado muy dulcificado al hablar en inglés. Pero los nervios de la ocasión, y el ir saltando entre ambos idiomas sin avisar, ha creado cierta confusión entre las chicas a pesar de que la mayoría eran bilingües.
VIDAS PARALELAS
Michelle Obama, de 52 años, nacida Robinson, se crió en un barrio obrero de Chicago, donde su padre trabajaba en el servicio de mantenimiento del Ayuntamiento y su madre era secretaria. A base de esfuerzo, se convirtió en una brillante abogada, tanto que un verano fue jefa de un becario llamado Barack Obama. Lo ha contado ella misma a las chicas a través de un discurso muy directo y emotivo: “Mi familia no tenía mucho dinero, y trabajé muy duro para graduarme. Para mi sorpresa, nada más acabar la universidad ya me estaban preguntando cuándo iba a casarme y tener hijos”.
A partir de ahí ha desgranado los distintos puestos que fue teniendo, y cómo ella no tenía claro cómo iba a compaginar unos hijos en medio de las responsabilidades laborales. La primera dama llegó a Madrid proveniente de Liberia y de Marruecos en una gira destinada a desarrollar su proyecto Let Girls Learn para que 62 millones de niñas y adolescentes puedan ir al colegio. Como en España la situación de las niñas es muy diferente a la de esos dos países africanos aquí se concentró en hablar sobre la desigualdad de género que aún impera en Occidente: salarios más bajos para las mujeres e interminables jornadas de trabajo fuera y dentro del hogar.
La reina Letizia, de 43 años, es nieta de un taxista. Su madre, Paloma Rocasolano, fue enfermera sindicalista. Hasta que se casó con el heredero de la Corona, la vida de Letizia Ortiz incluyó mucho trabajo duro, incluidas grandes madrugadas a las cuatro de la mañana para presentar programas de televisión. Pero la reina consorte no ha querido o podido personalizar su discurso para inspirar a las chicas. Lo que sí se ha atrevido a hacer es recurrir a la historia de Baktay, la niña afgana de seis años protagonista “Cuando Buda estalló de vergüenza”. Baktay es acosada a diario cuando hace el camino a la escuela desde la cueva donde vive a los pies del Buda destruido por los talibanes.
EL JARDIN DE LAS DELICIAS
“Muchas gracias por haber querido que comparta con vosotras esta mañana de proyectos y de ilusiones que apuntan a una misma dirección: la educación y la mujer. Cuánta energía junta, ¿verdad?”, ha dicho doña Letizia mirando cariñosamente a Michelle Obama de la que ha copiado una expresión que no estaba en su discurso: “Hay que cambiar las mentes y los corazones”. Esa ha sido la idea principal que han compartido las dos: de nada sirven las políticas públicas, la legislación pro igualdad de género, si a diario no se toman pequeñas decisiones que afectan a la educación de las niñas, como sugerirles que estudien matemáticas o explicarles que “no pasa nada por llorar o por ser mandonas”.
Después del acto se han hecho fotos con las chicas y se han reencontrado en La Zarzuela. No en la parte oficial del recinto sino en la vivienda de los reyes, que se sigue llamando el Pabellón del Príncipe porque fue construido para el entonces príncipe de Asturias antes de su matrimonio. Allí han paseado por los jardines y se han hecho más fotos. En la casa familiar le ha entregado la reina dos botellas de la Real Fábrica de la Cristales de La Granja (Segovia) adornadas con motivos de la obra El Jardín de las Delicias, actualmente expuesto en la sensacional exposición del El Bosco en el museo de El Prado. También le ha presentado a las infantas Leonor y Sofía.
El rey ha acudido a saludarla, pero la hora entera en La Zarzuela la han pasado solas, ahondando en ese bonding que inició hace seis años en Palma de Mallorca cuando Michelle Obama acudió a almorzar con los reyes Juan Carlos y Sofía y los entonces príncipes Felipe y Letizia.