Diego Cañamero prometió su cargo "porque le obliga la ley". El sindicalista, incluido en la lista de Unidos Podemos por Jaén, afiló su discurso ante las Cortes: "Mi compromiso es con el derecho del pueblo y con el derecho de la gente", anunció, vestido con una camiseta exigiendo "libertad" para su compañero Andrés Bódalo, condenado a tres años y medios por agredir a un edil socialista en 2012. El discurso de Cañamero se enmarca en la puesta en escena habitual de la formación de Pablo Iglesias, que en esta ocasión -a diferencia de lo que ocurrió en la constitución del Congreso de enero- ha suavizado las formas.
El segundo estreno de Podemos en las Cortes fue menos exótico. No hubo bebés, ni tampoco besos robados en los cruces de camino a la tribuna. Para Podemos, la mañana de este martes no solo fue una reminiscencia de la anterior constitución del Congreso, era el inicio de una nueva etapa (según Iglesias, mucho menos “sexy”) en la XII legislatura en la historia de la democracia española.
En aquella ocasión -enero-, la candidatura de Bescansa a la Presidencia del Congreso no prosperó. PSOE y Ciudadanos votaron a favor de Patxi López. El PP votó en blanco, y el vasco se convirtió en el presidente del Congreso de los Diputados con menos apoyos de la historia: solo 130 votos a favor. Pablo Iglesias acuñó entonces una nueva metáfora -el búnker- para referirse a los tres partidos que, a su juicio, continuaban con el “régimen” de la Transición.
Sin "asaltar los cielos"
Nada de eso se vio en la mañana de este martes. La escenificación de una primera ronda fallida transcurrió según lo previsto. En la segunda, aunque Podemos apoyó a Patxi López, Ana Pastor terminó imponiéndose: 169 votos a favor y 25 en blanco -los del PNV y Convergencia Democrática de Cataluña-.
El nuevo inicio del curso electoral poco tuvo de aquel "asalto a los cielos" escenificado que Podemos realizó el pasado mes de enero con su irrupción en el Congreso. Los de Pablo Iglesias anunciaron a su llegada que "el cambio" era posible, y que existía una alternativa a Pastor. Si no era Xavier Domènech, debía serlo Patxi López. Su planteamiento, aunque más pragmático que el de hace unos meses, no llegó a fraguar.
Sus diputados tiraron de discurso propio, a veces rodeados del abucheo del resto de la Cámara. Iglesias, juró para cambiarla: "El sistema hay que cambiarlo desde dentro", como quería Anguita. Errejón la juró por "una España nueva". Bescansa tiró de los leones, las águilas, y los bueyes de Miguel Hernández, en referencia a su poema Vientos del pueblo.
La víctima del Alvia
No faltó de nada en la sesión en la que PP y Ciudadanos nombraron a Ana Pastor como la nueva presidenta del Congreso: desde la camiseta de Cañamero apoyando a Bódalo, hasta la víctima del Alvia expulsada de la tribuna de invitados, pasando por Rita Barberá, que sólo quería volver a Valencia para "meterse en la cama". Hubo hasta una “niña de Rajoy”: la hija del diputado alicantino Miguel Barrachina acudió en busca de un autógrafo del líder popular en los pasillos del Congreso.
Era el segundo primer día de Podemos en el Congreso, con seis meses de diferencia. La formación morada volvió a recurrir a la fuerza de la imagen: Pablo Iglesias alzó el puño e Íñigo Errejón hizo la señal de victoria con los dedos. Pero el discurso visual fue más moderado que el de enero. Los meses sin Gobierno y la necesidad de formar un Ejecutivo han hecho que los diputados se fijen más en el fondo de sus discursos que en la forma.
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