Por qué el separatismo catalán dobla al vasco según los nacionalistas
El soberanismo alcanza el 47,7% en Cataluña, frente al 23% del País Vasco. Dos expertos ofrecen sus motivos.
31 julio, 2016 02:42Noticias relacionadas
A pesar de lo que hace unos años se podía pensar, hoy las personas que se declaran abiertamente independentistas en Cataluña doblan en número a las que lo hacen en el País Vasco: un 47,7%, apunta el CEO -el equivalente al CIS catalán-, frente a un 23%, según el último sociómetro vasco. EL ESPAÑOL habla con dos expertos nacionalistas: el sociólogo y exdirigente del PNV Joseba Arregi y el historiador y alcalde por ERC Toni Masana. Ambos analizan cuáles puede ser las razones de estas diferencias. “La evolución ha sido completamente distinta”, explica Arregi. Los factores que influyen son varios.
La influencia de ETA
Ambos consultados coinciden en que la influencia de la banda terrorista ETA es uno de los puntos clave para entender dónde se sitúa el nacionalismo vasco. “El en País Vasco se ha jugado muy en serio, hasta el punto de llegar a matar. ETA ha vinculado su posición con el nacionalismo”, argumenta Arregi. “En Cataluña, al no existir ETA, no hay una resistencia de la sociedad frente a tratamientos nacionalistas”.
También lo cree Masana, alcalde de ERC en Vacarisses, quien apunta a que "la lucha armada y ETA han frenado las aspiraciones de los vascos". "Antes mirábamos a Euskal Herria, pero aquí no ha habido terrorismo y por lo tanto no se ha dividido la sociedad", explica, "ahora es mucho más fácil".
Sin embargo, sí que ha habido terrorismo en Cataluña. En los años 80, la organización terrorista Terra Lliure cometió más de 200 atentados para reclamar la independencia catalana. Uno de los casos más sonados es el secuestro en 1981 del periodista Federico Jiménez Losantos, a quien los terroristas dispararon en una pierna.
ETA ha frenado las aspiraciones independentistas
En todo caso, lo que Arregi ha detectado es que "el final de ETA ha traído consigo una voluntad de desmemoria increíble". Dentro de poco tiempo, "las nuevas generaciones no sabrán ni qué ha sido ETA", aventura. "La sociedad vasca quiere cerrar el libro y eso es muy malo. Hay que asumir la responsabilidad por todo lo que ha sucedido", indica.
El papel de los políticos
En Cataluña, según Arregi, se ha creado lo que "muchos sociólogos llaman la historia de la victimación". El independentismo catalán es "fruto de un juego de frívolos con cosas serias y al final han quedado entrampados en su propio juego", apunta Arregi. ¿Por ejemplo? "Maragall (PSC), que para llegar al poder se hizo mas independentistas que los nacionalistas y planteó un nuevo Estatut".
Los políticos catalanes "han jugado con el sentimiento nacionalista", añade Arregi. Un juego en el que "sirve de excusa" la sentencia del Tribunal Constitucional -que declaró inconstitucional la creación de las llamadas estructuras de Estado por parte de la Generalitat- y la "teoría de la humillación" para "no asumir" la responsabilidad de estar en una "situación sin salida" por "jugar con el nacionalismo para conquistar el poder" y "vender cosas que sabían que no eran verdad", apunta el sociólogo.
Sin embargo, para Masana el independentismo catalán tiene otras raíces, además de "la base cultural o nacional". "Ahora, gente que es de origen andaluz que vino en los 60 o incluso nacidos fuera, como Sudamérica o África, apoyan la independencia porque han visto que el trato que recibimos es maltrato", dice.
Muchos inmigrantes apoyan la independencia de Cataluña
¿Ha sido acertada la actitud del Estado frente al desafío nacionalista? Para Arregi, no hay una solución clara. "Hay que tener en cuenta que si no se les hace frente, el nacionalismo gana. Si se les hace frente, gana también. Hay que hacerse preguntas. ¿Reclamar el cumplimiento de una ley es humillar? ¿Y defender lo que son las competencias del estado es centralizar? ¿Por qué? Se utilizan palabras redondas, se ponen mitos intocables en la opinión pública y ya no se puede hacer nada", señala.
Para Masana, esta actitud ha hecho que crezca el independentismo catalán. "En Cataluña siempre ha habido en torno al 15 o 20% de independentistas, pero desde la decisión del Tribunal Constitucional ha llegado hasta la mitad", apunta a EL ESPAÑOL este historiador nacionalista.
El concierto y el cupo vascos
Una de las razones que hacen que en el País Vasco exista el sentimiento nacionalista es "convencer a todos de que hay un mito intocable que es el concierto y el cupo", apunta Arregi. Un extremo que ha hecho que "todo el mundo tenga miedo a tocar ese tema", que a su juicio una "falsedad" que lo que permite es que exista una "sobrefinanciación pública" sobre el resto de las comunidades.
"Nadie quiere decir la verdad", afirma el sociólogo. Arregi aporta un dato: "Como Navarra y Euskadi están fuera de la LOFCA -Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas- no aportan ni un céntimo al fondo de solidaridad". "¿Hay alquien que diga que son totalmente insolidarios con los extremeños y los andaluces?", se pregunta.
Navarra y Euskadi no aportan ni un céntimo al fondo de solidaridad
El tema económico, precisamente, es uno de los factores que, según Masana, impulsan el independentismo en Cataluña. "Es evidente que hay una base nacional y cultural, pero a partir del maltrato que ha habido del Estado hacia Cataluña, sobre todo en el tema económico, mucha gente se ha sumado", apunta. "La mitad de la sociedad catalana se siente maltratada".
¿Y el futuro?
Las personas que se declaran en contra de la independencia en Cataluña son el 42,2%, lo que deja a la sociedad catalana dividida. “En una situación real, ¿los resultados serían los mismos?”, se pregunta Arregi. Para este sociólogo, “cuando uno percibe que hay una opinión generalizada, no le gusta quedar fuera de la foto”.
En una situación real, ¿los resultados serían los mismos?
Entre cómo se está canalizando el nacionalismo vasco y el catalán hay una diferencia importante. "El nacionalismo democrático de Euskadi dice que hay que hacerlo a través de un acuerdo. En Cataluña se están planteando hacerlo de forma unilateral", indica Arregi.
Para el alcalde de ERC, en Cataluña hay dos opciones. Que "el estado español acepte el referéndum, como la vía escocesa" y, la segunda, la vía unilateral. "El Parlament está haciendo esto porque no se ha querido escuchar a Cataluña, y lo seguirá hasta conseguir la independencia", asegura, "el sentimiento de la gente es que tenemos derecho a elegir nuestro futuro".
El sentimiento de la gente es que tenemos derecho a elegir
Poniendo el foco en el País Vasco, Masana cree que "a la larga también conseguirán la independencia". "Hace 6 años, el porcentaje de independentistas en Cataluña era el mismo que el actual en Euskal Herria", apunta este miembro de ERC.
En el libro La secesión de España, Arregi y otros autores comentan la posibilidad de plantear la Ley de Claridad de Canadá. Esta ley, aprobada en el Parlamento de Canadá en el año 2000, hizo que este país se convirtiera en la primera democracia que admite expresamente la posibilidad de su divisibilidad y precisa los casos en los que se podría contemplar la negociación sobre la secesión de una de las provincias. "Por supuesto, en España habría que plantearla con todas las cautelas", concluye.
Los sueños nacionalistas chocan con la legalidad
No parece, sin embargo, que esta opción sea factible aquí. La Constitución de 1978, en su artículo 2, establece que la Carta Magna se fundamenta en "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".
Así, las tesis nacionalistas chocan con la legalidad vigente. Un choque que se está visualizando en los últimos tiempos con especial virulencia en Cataluña. Sin ir más lejos, este viernes, el Gobierno ha declarado que pedirá al Tribunal Constitucional que aperciba al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y a la presidenta de la cámara catalana, Carme Forcadell, bajo amenaza de sanción penal. El pasado miércoles, el Parlament aprobó iniciar el proceso de "desconexión" de Cataluña de España desafiando así al TC, que anuló tanto la resolución independentista del año pasado en virtud de la cual se creó la comisión del proceso constituyente como la posibilidad de que sus conclusiones fueran objeto de una votación en el pleno.