El caso de los ERE arrastra ya más de cinco años de historia y mucho tiempo sorteando convocatorias electorales. Siempre ha tenido un impacto negativo en el PSOE en el fuego cruzado con la oposición en Andalucía, pero hace tiempo que los socialistas andaluces creen que es un tema ya superado y amortizado. Sin embargo, ahora, con los problemas judiciales de José Antonio Griñán y Manuel Chaves, podría tener un efecto rebote dentro del pulso que mantienen Susana Díaz y los suyos con Ferraz.
El cierre de filas de Susana Díaz con sus mentores políticos y antecesores en la presidencia de la Junta, José Antonio Griñán, y también con Manuel Chaves, después de la decisión de la Fiscalía de pedir seis años de cárcel y 30 de inhabilitación para el primero, y otros diez de inhabilitación para el segundo, le debilita justo cuando acaba de romper su silencio y abrir un frente con Pedro Sánchez. Este último recibe el escándalo como una suerte de balón de oxígeno a nivel interno.
En el peor momento
La baronesa andaluza ha estado 45 días dejando que los mensajes los lancen sus segundos espadas en el PSOE andaluz. Y cuando toma la iniciativa para defender a su homólogo extremeño, Guillermo Fernández Vara, y lanza la advertencia a Sánchez de que “con 85 escaños no se puede gobernar”, salta de nuevo el caso de los ERE.
También llega cuando empieza a haber movimientos para la celebración de un Comité Federal que pueda descabalgar a Sánchez o, en su defecto, obligarle a cambiar de postura de cara a la investidura. El PSOE andaluz ya se ha mostrado convencido de que, tras las elecciones vascas y gallegas, se celebrará dicho cónclave. Y aunque en la federación andaluza, la de mayor peso dentro del partido, dice que no está abierto el debate de la abstención, porque aún no ha habido comité, si se llega a ese río, se verá si se cruza ese puente.
Para no pocos días
El caso torpedea las opciones de Díaz porque durante unos días, hasta que se aplaquen de nuevo los ánimos (aunque el PP tiene munición para las campañas vasca y gallega de sobra, y pueden alargar su vida útil hasta diciembre, si fuese preciso), el peso de las acusaciones y las preguntas sobre este escándalo vuelven a recaer sobre ella. No porque sea responsable, sino por su apoyo a Chaves y Griñán.
Se trata de un caso que tuvo lugar cuando ni estaba ni se la esperaba en el Gobierno andaluz, y cuando accedió a la presidencia, fue ella quien forzó que dejaran sus escaños para lograr la investidura que se le resistía porque Ciudadanos puso como condición que se les apartara. Pese al sacrificio que se les exigió (ambos accedieron, pero no se lo tomaron bien), Díaz no ha variado nunca su postura y siempre en la misma línea ha defendido la inocencia y la honestidad de los expresidentes.
El PP, a la carga
Pero para el PP ella va a ser la diana, aunque Chaves y Griñán dejaran sus escaños hace más de un año, y desde hace cuatro meses ya no sean ni militantes del partido (lo dejaron tras el auto de procesamiento que ponía fin a la instrucción de esta pieza tras cinco años). Ya le han exigido que “pida perdón” a todos los andaluces y españoles por “el mayor caso de corrupción de la democracia de este país” en alusión al caso de los expedientes de regulación de empleo (ERE) fraudulentos, que "ha empobrecido a Andalucía".
En cambio, Pedro Sánchez ha sabido ponerse a cubierto con este escándalo. Tanto como para que cuando nada más conocerse su procesamiento, se desmarcara pidiendo que se respetara la presunción de inocencia y asegurando que él era un “político limpio”. “Los españoles deben tener la seguridad de que si soy elegido presidente del gobierno a partir del 26 de junio mi gobierno será el gobierno de la honradez intransigente”, declaró, lo que molestó a algunos sectores del partido, en especial, en Andalucía.
La frase incomodó porque en el PSOE defienden que, a diferencia de los escándalos del PP, Chaves y Griñán son inocentes y no se han llevado ni un céntimo de las arcas públicas.
Desde Ferraz también apoyaban, pero de manera mucho más tímida, a Chaves y Griñán este jueves. El secretario de Organización del PSOE, César Luena, decía que el PSOE "ha confiado y confía" en la "inocencia" de los expresidentes de la Junta de Andalucía, quienes "asumieron en su momento toda su responsabilidad política" y dimitieron "de su cargo, del partido y de sus escaños".
En la estrategia que Díaz y Sánchez sí han coincidido, pero por separado, es presentarse de cara a la ciudadanía como “implacables” contra la corrupción, precisamente, exponiendo a Chaves y Griñán como ejemplos.
Ahora, en la soterrada guerra de posiciones que se vive en el PSOE, los cercanos a Pedro Sánchez pueden utilizar contra los afines a Susana Díaz esta munición de un caso de los ERE que parecía enterrado y ha vuelto a la primera línea de la actualidad política.
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