Una hilera de policías y las tapias amarillas de la antigua cárcel de Carabanchel separan a los manifestantes del tejado que llena los telediarios, de la azotea del Centro de Internamiento de Extranjeros en la que se amotinaron casi cuarenta inmigrantes para exigir su libertad. Los flashes delatan decenas de rostros conocidos entre la turba: Iñigo Errejón, Irene Montero, Rita Maestre, Rafael Mayoral, Miguel Urbán... Podemos ha salido a la calle. En tromba, sin etiquetas. El árbol con todas sus ramas, del 'pablismo' al 'errejonismo' pasando por los anticapitalistas.
En pleno debate entre la transversalidad y la vuelta a los orígenes, la calle y las instituciones, Podemos ha sacado "músculo militante", tal y como pedía su secretario general frente a las tesis de Errejón, que apostaba en el Congreso por un partido "anfibio" que explotara más su trabajo en los parlamentos. En una especie de oasis pasado, los impulsores del partido morado volvían al escenario de las pancartas alzadas por juventudes comunistas y movimientos populares.
Tregua en la guerra de familias
A las seis de la tarde, una tormenta empujaba al sol y daba tregua a la guerra de familias en Podemos. Las grietas se difuminaban bajo los paraguas. Sus cargos, marcados por el suceso de Aluche, enarbolaban un mismo discurso: "Tenemos que cerrar los CIES". Los representantes del partido morado -presentes más de veinte entre diputados y senadores- volvían a la protesta popular entre gritos de "¡Libertad, libertad!" y "ni CIES ni rejas, ni presos ni presas".
La noche que iba a agrandar el abismo entre las distintas corrientes terminó en lo contrario. Los anticapitalistas iban a decidir en asamblea si unirse al 'pablismo' para dejar en fuera de juego a la considerada 'errejonista Rita Maestre, que hace campaña por liderar Podemos en Madrid. 'Anticapis' -así se conoce esta rama internamente- pospuso su reunión hasta el viernes para presentarse en Aluche. "Sería contradictorio no estar aquí. Si no hubiéramos cancelado el acto, nos habrían fallado la mitad", contaba uno de los mayores representantes de esta familia.
Y en un par de metros, Maestre frente a Urbán, cuyo grupo acusaba a la portavoz del Ayuntamiento de Madrid de "concebir el poder como un fin" hace sólo unos días.
Tiempo para los achaques
¿Hoy no hay familias? "Esta tarde sólo podíamos estar de un lado", decía una diputada.
Aunque también hubo tiempo para la disputa interna. Mientras Maestre atendía a los medios, un par de asistentes a la concentración le lanzaban bolitas de papel. Uno le gritaba: "Habla ahora del nuevo Madrid o del desalojo del centro social La Dragona".
Pasaban las horas, iban y venían diputados de Podemos. Quisieron mantener su presencia hasta que Interior cedió y dejó pasar al centro a dos miembros del partido y una delegación de SOS Racismo. De vez en cuando, un irrintzi, un canto típico del País Vasco. "Es una senadora nuestra, es que este país es conjunto de naciones, no tiene nada que ver con nuestras compañeras andaluzas", bromeaba un miembro del partido.
Con las nueve de la noche resucitó el tráfico y la concentración quedó disuelta. Podemos había vuelto a la calle e Iglesias se anotaba la victoria.
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