Martin Torra King.

Martin Torra King. Tomás Serrano

Política EL OTOÑO CALIENTE DEL SEPARATISMO

Las 8 diferencias entre Quim Torra y Martin Luther King

Quim Torra se comparó el martes con Martin Luther King, una figura cuya estatura intelectual, personal y moral no podría estar más por encima de la del presidente de la Generalidad. 

5 septiembre, 2018 02:26

1. El jail-no-bail

Los activistas del movimiento por los derechos civiles ocupaban espacios reservados para blancos (en restaurantes, cines, cafeterías, universidades y autobuses) y esperaban pacíficamente a que la policía acudiera al lugar. Cuando eran detenidos y conducidos a comisaría, rehusaban pagar la fianza y aceptaban su encarcelamiento: era el llamado jail-no-bail. De esta forma consiguieron llamar la atención de los ciudadanos americanos y lograron que su lucha llegara a la primera página de los periódicos de todo el país. 

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En Cataluña, son los ciudadanos que retiran lazos amarillos los que se arriesgan a ser denunciados y sancionados por las administraciones controladas por el nacionalismo. En sentido contrario, es el independentismo el que se ha apoderado, como el supremacismo blanco en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, del espacio público, abarrotándolo de simbología independentista y convirtiendo los eventos, las celebraciones y las fiestas populares que deberían ser de todos en eventos y celebraciones de sólo unos pocos: los catalanes nacionalistas.

2. Martin Luther King no era racista

Ofende a la inteligencia tener que recordarlo, pero Martin Luther King luchó contra el racismo de una parte de la sociedad estadounidense y fue asesinado en 1968 por un supremacista blanco. Quim Torra, por el contrario, es el autor de más de doscientos artículos en los que el racismo y el supremacismo campan a sus anchas y sin mayores complejos. Resulta difícil, en fin, imaginar a Martin Luther King escribiendo algo como "los blancos son bestias carroñeras, víboras, hienas con una tara en el ADN".

Quim Torra y Martin Luther King.

Quim Torra y Martin Luther King. EFE

3. ¿Y tú me hablas de derechos civiles?

Resulta paradójico que Quim Torra pretenda imitar a Martin Luther King con una "marcha por los derechos civiles" cuando es el principal representante de una administración pública que ha desobedecido repetidamente las sentencias del Tribunal Constitucional y que sigue negándole a los ciudadanos catalanes un derecho tan elemental como es el derecho a estudiar en el idioma oficial del país. Es decir, el español. Que, además, es el idioma de uso y de identificación preferente de una amplia mayoría de los catalanes, muy por delante del catalán. 

4. Martin Luther King luchaba contra el poder; el nacionalismo es el poder

Martin Luther King, como es evidente hasta para un estudiante de la ESO, no era el presidente de su país. No disponía, en consecuencia, del poder político, financiero, cultural, mediático o policial del que sí dispone Quim Torra en tanto que presidente de su comunidad autónoma. La marcha por los derechos civiles de Quim Torra es en este sentido la primera de la historia de Occidente organizada por las élites y las clases sociales privilegiadas de un régimen fuertemente clientelar como el catalán para incrementar sus privilegios respecto a aquellos ciudadanos a los que se les niegan algunos de sus derechos civiles más básicos. El movimiento por los derechos civiles americano, en definitiva, no albergaba en su seno, ni por asomo, el egoísmo, el desprecio y la insolidaridad respecto a sus compatriotas que esconde el nacionalismo catalán. 

5. Martin Luther King se ganó el respeto de todos

A día de hoy, Martin Luther King es una figura respetada incluso entre aquellos que fueron sus enemigos en los años sesenta del siglo pasado. Su figura no es polarizadora como sí lo es la de otros activistas mucho más radicales que él, como Malcom X, y su estatura moral es similar entre sus compatriotas a la de algunos de los mejores presidentes de la historia del país. 

Es ocioso decir que Quim Torra es todo lo contrario de Martin Luther King: una figura divisoria, que desprecia y obvia a la mayoría de los ciudadanos de la "nación" que dice querer "conducir a la libertad" y que sólo habla por la mitad de los catalanes. Muchas de sus acciones y declaraciones transmiten odio y un desprecio profundo e indisimulado por la ley y el Estado de derecho

6. Los negros estaban oprimidos; los catalanes, no

De nuevo una obviedad. Los negros estadounidenses sufrían segregación y marginación en una buena parte de los estados americanos y muy especialmente en los del sur del país, donde no eran raros los asesinatos y los linchamientos. Comparar la situación de un catalán de 2018 (ciudadano de una de las comunidades más ricas de la quinta economía europea y la decimotercera mundial; con un altísimo nivel de autogobierno; con un Estado del bienestar muy desarrollado; con competencias exclusivas en educación, sanidad y seguridad; y con una calidad democrática y un nivel de respeto por los derechos de las minorías superior al de la mayoría de los países de su entorno) con la situación de un negro en la Alabama de los años cincuenta y sesenta es, lisa y llanamente, insultante e impropio de alguien que preside una comunidad de siete millones y medio de habitantes.

7. Todos los negros del país apoyaban a Martin Luther King

Pero vamos a suponer que la situación de un negro en los estados sureños de los EEUU de 1965 fuera similar a la de un catalán de 2018. ¿Cuál es el porcentaje de apoyo real con el que cuentan las peticiones de Quim Torra entre aquellos (los ciudadanos catalanes) a los que dice querer "liberar"? Exactamente, un 48%. El 52% de los catalanes no han votado por partidos nacionalistas y, con matices en función de su ideología, tampoco parecen creer que su situación personal sea la de un negro que huye por su vida del Ku Klux Klan. Las ideas de Martin Luther King eran sin embargo apoyadas por una aplastante mayoría de los negros americanos y una buena parte de los blancos. Torra debería reflexionar respecto a este punto antes de compararse con él. 

8. La modestia

Hasta donde se sabe, Martin Luther King no destacó jamás por su afición a compararse con otras figuras históricas de relumbrón como Jesucristo, Buda o Aristóteles. Al nacionalismo catalán, encabezado coyunturalmente por Torra, le ha faltado tiempo para compararse con los judíos durante el Holocausto, con los palestinos en la actualidad y con los negros americanos de los años sesenta. Algunos independentistas llegaron incluso a colgar lazos amarillos en el campo de Mauthausen. Artur Mas se fotografió con pose y actitud mesiánica durante la campaña de las elecciones autonómicas de 2012 junto a un lema de reminiscencias hitlerianas: "La voluntad de un pueblo". Carles Puigdemont pretende convertirse en el líder de un movimiento transversal, la Crida, de mimbres peronistas y Quim Torra se comparó ayer con Martin Luther King. La capacidad del nacionalismo para provocar vergüenza ajena sigue, en fin, tan robusta como siempre.