El expresidente de Societat Civil Catalana, Josep Ramon Bosch, busca “pasar página del procés” y apuesta por la “convivencia”. Lliga Democrática, el nuevo think tank catalanista promovido por Bosch, promueve una propuesta de indulto para los presos del 1-O que no ha sido bien recibida ni por el nacionalismo más acérrimo ni por buena parte del entorno constitucionalista.



“La fuerza es de quien perdona, del Estado”, explica a EL ESPAÑOL. Bosch expone, además, que el “indulto es un mecanismo constitucional” y que ni “discuten la condena” ni la inhabilitación para cargo público. No esconde, sin embargo, que si saliera adelante sería una buena forma para superar el actual bloqueo político.



En su nuevo libro, Cataluña, la ruta falsa (Deusto), Bosch se revela contra la máxima orteguiana de la conllevancia y se sumerge en esta cuestión irresoluta para aportar sus soluciones: arrebatar la defensa de la lengua catalana a los separatistas y elaborar un nuevo relato distinto al que hasta ahora ha hecho el constitucionalismo, a quien tilda de haber sido “torpe” para afrontar el problema catalán.

Elecciones

“El independentismo superará por primera vez el 50% de los votos” en las próximas elecciones catalanas si PSC, PP y Cs no se “ponen las pilas”, advierte.

Para ello considera que es necesario que una vez detectado este factor más determinante de división -la lengua- se prepare una estrategia de largo recorrido para promover desde medios y plataformas en catalán la idea de España, de unidad o respeto a la ley.

Con datos en la mano, ilustra cómo en Matadepera o Sant Cugat, ciudades con la renta per cápita más alta en Cataluña, el independentismo es mayoritario y la mayor parte de ciudadanos tiene el catalán como lengua materna.

En cambio, en Santa Coloma de Gramenet o Sant Adrià, poblaciones mayoritariamente castellanohablantes, los partidos constitucionalistas siguen imponiéndose en las urnas. También coinciden con un estatus económico y social más bajo.

"División lingüística"

“La división real es la división lingüística. Son dos mundos completamente distintos y cada vez más separados. Recuperemos el catalán como arma política. Hay que usarlo y defenderlo desde la catalanidad”, abunda.



De acuerdo con el expresidente de Societat Civil Catalana, hay unos 350.000 catalanes que se han quedado huérfanos políticamente y a quien hay que interpelar. No son independentistas pero tampoco les seduce la política de bloques y la polarización que domina en el espectro político actual.



“Casi medio millón de votantes de Cs irá a la abstención. Nos preocupa ver cómo Cs, PP y PSC están enfrascados en una lucha para ver quién es el más guapo o cómo arañar un diputado más o menos, cuando va a haber una hecatombe en las elecciones”.



En este sentido, tampoco cree que las nuevas formaciones que han aparecido en el entorno de Junts per Catalunya “puedan aportar algo bueno”. “Salen de un pecado original que es del 3% y desde un punto de vista judicial se dice que el PDECat es el heredero de Convergència y por lo tanto hay que asumir las cargas”.



Impresión parecida le suscita Marta Pascal y su Partit Nacionalista de Catalunya cuando recuerda que era "una independentista radical" hasta hace poco y que participó en todas las manifestaciones o actos a favor del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. "Hay que pasar página de toda esta gente, darles por amortizados", apostilla.

Bosch mira con preocupación las consecuencias económicas que ha tenido la aventura separatista y cómo la región ha ido perdiendo fuelle frente la capital: "El PIB catalán está un 18% por debajo de Madrid".

Al mismo tiempo, cree que las "soluciones" llegarán desde Cataluña. De momento, sin embargo, solo aspira a que su nuevo proyecto político sirva como "impulsor" de esta nueva estrategia: "Lliga Democrática busca aportar una solución y si es necesario presentarse a las elecciones con resultado de éxito evidentemente lo haremos". 

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