No fueron ni 11 minutos de intervención, pero fueron históricos. La invitación de la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, al presidente de Ucrania para dirigirse al pleno conjunto de las Cortes Generales comenzó a gestionarse hace algo más de tres semanas, poco después de que Volodímir Zelenski hacía su aparición telemática en el Parlamento Europeo, el 1 de marzo.
Y aunque hasta este martes los servicios de Moncloa y del Congreso decían no tener información sobre el contenido del discurso, al escuchar la alocución posterior de Pedro Sánchez, parecería que el presidente del Gobierno había preparado una respuesta, punto por punto.
Sánchez ha tenido -y tiene todavía- que lidiar con unos socios de Gobierno que rechazan las políticas adoptadas para apoyar a Ucrania en su guerra defensiva contra la invasión de las tropas de Vladímir Putin. Y hubo de rectificarse a sí mismo hasta dos veces en dos aspectos clave de estas decisiones al inicio de la contienda. Pero una vez superado ese escollo -en el que "la coalición vivió su peor crisis", según fuentes moradas-, el presidente español le puso este martes la alfombra al ucraniano, con un sí a todo.
Preguntas y respuestas
"La democracia no debe tener miedo. La libertad debe ser protegida. Los derechos humanos deben estar por encima de todo cálculo: el derecho a la paz, a la vida, a la felicidad y al libre desarrollo, a la seguridad familiar, al futuro de los niños, a una vejez digna de los padres, al respeto de toda comunidad... a formar parte de la familia europea", imploró el presidente de Ucrania hacia el final de su discurso.
"Ucrania ya ha presentado su solicitud de adhesión formal a la Unión Europea, asumiendo así un gran reto. Ucrania podrá contar con el apoyo de España en este camino de transformación, de adaptación, porque Ucrania forma parte de la familia europea y no me cabe duda de cuál será el resultado de ese proceso", respondió el presidente de España.
"¿Cómo podemos permitir que los bancos rusos generen ganancias mientras el ejército ruso tortura a civiles comunes hasta la muerte en las ciudades ucranianas? ¿Cómo pueden los países del mundo comprar libremente petróleo ruso y permitir que sus barcos entren en sus puertos? Les pido que hagan todo lo posible para que otros países europeos no tengan miedo. Apoyen más sanciones, éstas deben ser realmente poderosas", planteó el líder de los ucranianos.
"Quiero asegurarle que vamos a continuar con ese apoyo en todo lo que podamos. Políticamente, seguiremos apoyando, como hasta ahora, las sanciones más duras contra el régimen de Putin", respondió el jefe del Ejecutivo.
"Ayuden a que el mundo nos dé las armas que necesitamos", reclamó Zelenski, después de haber aclarado que ellos son los agredidos, que son un país de paz y que sólo precisan defenderse de quien quiere "imponer la tiranía en nuestro país, luego en la región y finalmente en toda Europa".
Y aquí, ya incluso exhortándole por su nombre, Sánchez dijo: "Por supuesto, vamos a continuar enviando equipamiento militar para que Ucrania pueda ejercer su derecho a la legítima defensa", contestó. "La esperanza de Ucrania está en Europa. Pero debo decirle también, presidente Zelenski, que la esperanza de Europa está hoy depositada en Ucrania. En la defensa que están haciendo de los valores y de las ideas de libertad por las que antes muchos europeos también dieron la vida".
"Los ambiguos"
Y este último punto es el que generó, de nuevo, tensión entre las filas socialista y moradas. Al punto de que provocó que, por ejemplo, Enrique Santiago, diputado, secretario de Estado de Derechos Sociales y líder del Partido Comunista, no aplaudiera al presidente ucraniano. Igual que luego no lo hicieron la inmensa mayoría de los representantes de Vox al presidente español.
Antes de la histórica sesión, fuentes del PSOE no admitían tener conocimiento de lo que diría Zelenski, pero ya llamaban la atención sobre "la importancia del mensaje para algunos".
En clara referencia a las divisiones internas de la coalición y a la bronca infinita que causó la acusación de la ministra Ione Belarra a los socialistas de ser "el partido de la guerra", este mismo portavoz insistía en aclarar que el socio minoritario no debe "andarse con juegos, porque esta guerra es una cosa muy seria".
Un dirigente de las filas moradas explicaba tras los actos, en el patio del Congreso, que "hay un debate interno en el espacio de Unidas Podemos sobre el asunto de las armas". Y que muchos están comenzando a dudar de la posición monolítica e ideológica de la formación, aunque "nada nos garantiza que seguir mandando lanzagranadas le sirva a los ucranianos para nada... ya que lo evidente es que no se puede ganar a Putin".
En las filas socialistas se recibió con satisfacción, tanto el mensaje de Zelenski como la respuesta de Sánchez, porque juntos, dieron "un toque a los grupos que son ambiguos y que, en el fondo, alimentan el discurso de Putin y la desunión en la respuesta a esta atrocidad".
Rectificación o "traición"
Las divisiones internas del Gobierno español, de hecho, no han pasado inadvertidas en la comunidad internacional. Los dos anuncios del presidente Sánchez que más han definido su posición respecto a la guerra en Ucrania fueron el del envío bilateral de armas "a la resistencia ucraniana", anunciado en su comparecencia del día 2 de marzo en el Congreso, y el del aumento de la inversión en Defensa, confirmada ante la Cámara en el pleno del día 16.
Pero ambas fueron rectificaciones.
No sólo eso, sino "traiciones" a un pacto previo con Unidas Podemos, alcanzado en una reunión celebrada en Moncloa el viernes 25 de febrero, al día siguiente de comenzar la invasión. De aquella cita, a la que acudieron todos los ministros morados a ver a Sánchez, Belarra salió satisfecha. Creía haber convencido al presidente de que "lo mejor es utilizar el instrumento europeo para mandar las armas".
De hecho, Sánchez lo había aceptado. Pero llamadas de Josep Borrell y otros líderes extranjeros, así como las presiones de la oposición, le hicieron cambiar de postura. Además, el empeño del PSOE en que "no se rompiera la unidad entre los grupos políticos" y la inclinación de que pesara más la posición de Estado con el PP que la de Gobierno con Unidas Podemos, dieron un giro de 180 grados a su decisión.
Algo parecido ocurrió dos semanas después con el gasto para los ejércitos y la contribución a la OTAN. La decisión de duplicar su presupuesto por parte de Olaf Scholz, canciller de la Alemania que nunca gastó más que lo mínimo en Defensa desde la II Guerra Mundial, dejó a España sola. Y Sánchez, nuevamente, recibió avisos desde sus socios y aliados de que "España parece el país menos comprometido con la ayuda a Ucrania"... a pesar de no serlo.
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