Feijóo recorre las calles de Barcelona y Sevilla a la vez que Sánchez moviliza al PSOE en actos de partido
La ambición del presidente del PP es teñir de azul el mapa de las municipales recorriendo España "de pueblo a pueblo".
24 abril, 2023 03:13Queda poco de aquel Pedro Sánchez que recorría España a lomos de su Peugeot 407, y mucho menos del anterior, que viajaba entre agrupaciones socialistas en clase turista con la única compañía de una mochila y una carpeta roja. De aquello sólo permanece la carpeta, los discursos, que sigue paseando bajo el brazo, entre los suyos, semana sí y semana también. Quizá pise menos tierra que antes, pero el objetivo sigue intacto.
A menos de un mes para las elecciones autonómicas y municipales, el PSOE mira hacia dentro y busca actividad, movilización. "No hay iniciativa, especialmente en los territorios", comparten fuentes de la dirección nacional. Y Sánchez se remanga la camisa y sale a buscarla.
La imagen del presidente del Gobierno saltando de mitin en mitin —el último de ellos, este domingo en Fuenlabrada— contrasta con la del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, enfrascado en una precampaña que sólo desde el viernes le ha llevado a Barcelona, Murcia, Castelldefels, Barcelona de nuevo, Sevilla y de vuelta a Madrid. Siempre en abierto, sin protocolo de por medio. La carrera a las autonómicas prácticamente ha empezado ya.
[Yolanda Díaz aterriza Sumar en Barcelona: "No puedo pedir el voto por Ada Colau, pero lo haría"]
La ambición del expresidente de la Xunta es teñir de azul el mapa de las municipales y llegar a final de año con aires de ganador, una estrategia que desde Génova 13 se resume lacónica, gallegamente: "De pueblo a pueblo". El propio candidato, en su arenga ante el Comité Ejecutivo Nacional de su formación hace dos semanas, ya avanzó a sus candidatos que recorrería con ellos cada punto de la geografía española.
De hecho, en el PP se mantiene fija la tesis de que Feijóo, más desconocido pero avalado por las encuestas, gana en las distancias cortas. Los sondeos de las casas privadas, de los que el presidente popular desconfía, le dan la Moncloa y un buen número de gobiernos autonómicos. Su foto cotiza al alza.
Este lunes presidirá el comité de dirección y mantendrá varias reuniones para preparar el que será el último cara a cara con Pedro Sánchez en el Senado antes de las municipales y autonómicas del 28-M, que servirá de termómetro ambos líderes. Y después, vuelta a la ruta.
"En los actos seré el último afiliado, no voy a lanzar a otros a batallas que me corresponden a mí. Me haré corresponsable del resultado de las autonómicas y municipales", remarcó hace tiempo. Poco que ver con cómo se está tomando la precampaña el presidente del Gobierno.
La agenda de Sánchez, al contrario que la de Feijóo, se mueve más entre banderas y mítines que "de pueblo a pueblo". Así se ideó desde Ferraz con la campaña El Gobierno de la gente, iniciada en verano, retomada en enero y sustituida hace unas semanas por la actual Defiende lo que Piensas.
La desconexión se nota especialmente en las ciudades y gobiernos socialistas, donde los actos institucionales eclipsan a los que son puramente de partido. La Convención Municipal celebrada el pasado fin de semana en Valencia fue una muestra de ello: se trasladó la cita desde al Palacio de las Artes al más pequeño Espacio Arquerías por miedo a que se viesen espacios vacíos.
A todo esto se suma que el presidente parece quemado. Su imagen pública se ha desgastado en las últimas semanas, mientras intentaba sacar adelante la agenda legislativa en medio de la guerra civil en el Consejo de Ministros y debía lidiar con varias interrupciones en actos de partido. Sólo en el último mes, Sánchez ha sufrido intentos de boicot en Hospitalet, Segovia y Burgos, precisamente donde se sentía intocable. Ni siquiera los mítines del PSOE son ya lugar seguro para él.
El presidente sólo parece sentirse cómodo con su agenda internacional, reactivada con sus visitas a Oporto y a la Casa Blanca el próximo 12 de mayo, el mismo día que empieza la campaña electoral. Porque ese es un juego en el que Feijóo, con quien se verá las caras este martes por última vez antes de las elecciones, no puede competir.