El pacto Sumar-Podemos otorga a la izquierda siete escaños más pero sigue lejos de la mayoría

Alberto Núñez Feijóo, en cabeza con el 32,1% de los apoyos, podría tener un parlamentario menos como consecuencia de ese agrupamiento entorno a Sumar. De esta forma, se quedaría con 134 banquetes en el Congreso, pese a que no abandona la senda ascendente y sube cuatro décimas más en los últimos días.

El partido de Santiago Abascal, consolidado en la barrera del 15%, perdería fuelle al retroceder un 1,1% y restar cinco escaños, por lo que alcanzaría un total de 47 diputados. Aún así, la suma entre las dos fuerzas de la derecha queda muy por encima del bloque de la izquierda.

Lo más destacado, sin embargo, es el hundimiento del PSOE, con un Pedro Sánchez que repunta un 1,5% con respecto al anterior estudio, pero que sigue, con el 25,4% de los electores y 94 diputados, 6,7 puntos por debajo del PP. En ninguno de los escenarios podría reeditar por cuatro años más. 

En Sumar, la flamante coalición que aglutina a toda la amalgama de fuerzas a la iquierda de los socialistas -Podemos, Izquierda Unida, Más País, Compromís, Chunta Aragonesista-, el panorama no sólo varía en comparación con el resultado que tuvo Unidas Podemos en las elecciones de 2019, sino que es menos halagüeño.

[Echenique aviva la guerra con Sumar y dice que no va en las listas por los "vetos" del equipo de Díaz]

La caída que sufre este espacio desde las pasadas generales es de 2,5 puntos y 5 escaños, teniendo en cuenta que los morados, antaño, cosecharon con un 12,8% de los votos y 35 banquetes, y Más País-Compromís, el 2,4% y 3 diputados. Ahora, que concurren bajo el mismo paraguas, la previsión es que consigan un 12,7% de los sufragios y 33 representantes.

Esto denota que sus potenciales electores se muestran especialmente desmovilizados por las reiteradas cuitas internas. El acuerdo que lograron el pasado viernes Sumar y Podemos se vio rápidamente empañado por los vetos en las listas electorales a la ministra de Igualdad, Irene Montero, y al portavoz parlamentario de los morados, Pablo Echenique. 

La división en la izquierda

Aunque Yolanda Díaz da por cerrada la polémica, sus socios morados amenazan con seguir dando de qué hablar en las próximas semanas. El propio Pablo Iglesias ha redoblado su incesante actividad en las redes sociales, con señalamientos directos a su sucesora al frente de la vicepresidencia segunda del Gobierno, a la que reprocha un "error" de tamañas dimensiones la exclusión de Montero. 

El panorama, para el presidente del Gobierno y aspirante a la reelección, tampoco pinta favorable, ya que las listas que ha confeccionado para el 23-J evidencian varias cosas. La primera: que aunque diga que lo atesora "todo" para ganar, tiene pocas expectativas de seguir en la Moncloa. Para muestra, la decisión de mandar al Congreso a casi todos sus ministros y principales colaboradores del Gobierno. 

Y la segunda: que la injerencia de Ferraz en las candidaturas territoriales ha puesto en pie de guerra a buena parte del PSOE. Este sábado, se celebró el Comité Federal más agrio que se recuerda desde 2017, con dos barones socialistas ausentes, Javier Lambán y Emiliano García-Page; y otros dos muy críticos: Ximo Puig y Luis Tudanca. Es decir, que la colaboración de los territorios en la campaña de Pedro Sánchez se aventura escasa. 

A lo largo de la semana pasada, además, el líder socialista centró todos sus esfuerzos para recuperar el terreno perdido en las municipales y autonómicas del 28-M en una sola estrategia: la de presionar a su rival para que acepte una petición inédita en democracia, mantener hasta seis debates, cara a cara, desde este mismo lunes y hasta el final de la campaña electoral. 

Con estos mimbres, las opciones de la actual coalición que gobierna España para reeditar por una legislatura más, son prácticamente inexistentes. La suma entre PSOE y Sumar apenas alcanza los 127 escaños, muy por debajo de la mayoría absoluta. Contando con los apoyos de las fuerzas nacionalistas e independentistas, las posibilidades seguirían siendo nulas.

En el bloque de la derecha, la suma sobrepasa holgadamente la mayoría absoluta. Además, frente a la división que aflige a la izquierda, el líder de la oposición puede presumir de mayor unidad en sus filas. Hasta la fecha, los únicos nombramientos del Partido Popular que han trascendido así lo corroboran. En la lista de Madrid irán integrados dos perfiles tan dispares como Borja Sémper y Cayetana Álvarez de Toledo. 

El PP, con la vitola de partido ganador tras el buen resultado que obtuvo en los comicios de mayo, vuelve a sumar electores. La estrategia para alcanzar los ansiados 160 escaños, según narran en la cúpula del partido a EL ESPAÑOL, consistirá en reclamar el voto útil a los votantes que se han quedado huérfanos por la práctica desaparición de Ciudadanos y, también, a los "socialistas moderados". 

Si Sánchez alienta al miedo por la hipotética posibilidad de que Feijóo gobierne en coalición con Abascal, el líder del PP reclamará para sí el respaldo de todo aquel que quiera un Gobierno en solitario. Básicamente, tratará de replicar la estrategia que en su día tan buen resultado dio a Juanma Moreno en Andalucía para no depender de Vox.

De momento, la meta fijada por los populares se presupone lejana. Aunque el camino hacia el Gobierno parece despejado en caso de que Vox facilite una investidura del candidato popular si se confirma el vaticinio de este sondeo. Santiago Abascal consolidó a su partido como tercera fuerza el 28-M y, todo apunta, tiene su suelo electoral en torno al 15%. 

De ahora en adelante, para el desenlace final en la derecha será crucial lo que suceda en los territorios. Por el momento, hay dos comunidades, Extremadura y Comunidad Valenciana, en los que la gobernabilidad depende de que Vox apoye con un sí al PP. Los de Abascal están dispuestos a postergar los acuerdos para respetar la campaña, aunque mantienen el órdago de pisar moqueta.