En la sala de máquinas del nuevo partido de izquierda contra "este" PSOE: "Está pasando algo en la calle"
Esta plataforma, definida de izquierdas y contra el nacionalismo, nacerá de cara a las europeas como una alternativa a Sánchez y sus alianzas.
13 noviembre, 2023 03:24"Tenemos que buscar un nombre que se entienda. Que la gente no diga... '¿Esto qué mierda significa?' Está pasando algo en la calle. Vamos a subirnos a esa ola. Estoy seguro de que tendremos una oportunidad".
Lo dice Guillermo del Valle, un abogado nacido en Madrid en 1989. Esas son las coordenadas de este hombre que, al fin numerosamente rodeado, reconoce sin ambages estar a punto de lanzar un partido político de izquierdas contra la deriva identitaria.
Lo que viene después de "de izquierdas" es la clave. Alrededor de la plataforma política que creó hace tres años, orbitan miles de personas decepcionadas con el PSOE por sus acuerdos con las organizaciones independentistas.
"¿Cómo no va a ser posible en España una izquierda que hable de trabajo, de vivienda, de servicios públicos, de ciudadanía, de Estado y de nación?", razona mientras toma asiento en la cafetería de un hotel y pone sus papeles sobre la mesa.
Le pedimos que reproduzca los argumentos y debates que está manteniendo su equipo acerca del lanzamiento. Todavía sin nombre, la plataforma se presentará seguro a las elecciones europeas de junio de 2024. La amnistía ha actuado como un gran revulsivo para este grupo. Ha sido el mejor método para captar la atención.
El partido no tiene nombre por una razón muy sencilla. El germen del proyecto se llama "El Jacobino", un think tank nacido en la pandemia como espacio de debate. Una izquierda ilustrada que entretuvo a miles de personas cuando no se podía salir de casa. Un proyecto, para qué vamos a decirlo de otra manera, inundado de universitarios, escritores e intelectuales. Ahora, debe mutar y convencer a las clases populares.
Por eso no se llamará "El Jacobino".
–¿Y cómo se hace esa mutación?
–Desde el primer momento, tuvimos clara nuestra vocación proselitista. Queríamos implantar unas ideas políticas, no simplemente debatir. No somos un grupo de divulgadores.
–Pero tampoco sois todavía un partido.
–Exacto. Estamos en tránsito. Pero ya llevamos más de un año desarrollándonos como organización política. Nos hemos ido implantando en las capitales de provincia a través de actos de presentación, con los que se han recabado adhesiones.
Este partido sin nombre ya tiene sede. Está en Torre Arias (Madrid). No cuenta con asalariados fijos, pero sí con especialistas que perciben asignaciones por realizar trabajos específicos. Sobre todo en materia de comunicación.
Los fieles –entendiéndose esta condición como los partidarios absolutos– rondan los 2.000, pero esa cifra crece si se tiene en cuenta a los simpatizantes, que conocen las novedades del proyecto a través de una lista de mailing.
Uno de los capítulos más trascendentales –y complicados– de este "tránsito" es el de la financiación. Del Valle habla de un equipo de compañeros centrado exclusivamente en ese aspecto. Gente que se reúne con empresarios en busca de una vía más jugosa que la del micromecenazgo.
Porque, hoy, la manera que tienen de sufragar actos como el de esta semana en Madrid es el de las colaboraciones desinteresadas. Con eso se apañan para pagar los viajes, las estancias y los alquileres de las salas.
–Pero una campaña electoral, con todo lo que conlleva, es mucho más cara que todo eso.
–Por supuesto. Como te imaginarás, no puedo hablar mucho de esto. Pero sí puedo contar que estamos teniendo reuniones muy interesantes. La sensación de orfandad en la izquierda es tremenda y eso también se nota en lo financiero. El dinero aparecerá si conseguimos visibilizar nuestro trabajo.
Entre los números que va apuntando Del Valle junto a su taza de café, sobresale esta cifra: "300.000". Es el umbral mínimo de votos para obtener un diputado en las elecciones europeas, su primera cita con las urnas.
Hay una circunstancia que Del Valle y sus compañeros interpretan como un arma de doble filo: la cercanía de 'caídos' de otros partidos. A esta plataforma se han aproximado con ganas de ayudar decenas de exlíderes de PSOE, Ciudadanos, Izquierda Unida... Algunos tan conocidos como Soraya Rodríguez, exportavoz socialista en el Congreso; o Francisco Igea, exvicepresidente de Castilla y León.
Del Valle es consciente del valor que las experiencias de éxito y fracaso tienen en la construcción del nuevo partido, pero también se dice sabedor de que las caras que lancen el proyecto "deben ser nuevas".
–Es difícil la gestión de todas esas caras.
–Sí. Pero es muy positivo aunar esas experiencias con las nuestras. No somos adanistas, no creemos en la juventud como un valor absoluto. Ahora bien, desde el principio hemos tenido claro que el proyecto debe aportar caras nuevas.
–Por lo difícil que es implantar una infraestructura en toda España, ¿no sería más fácil, a través de procesos de primarias, intentar cambiar el PSOE desde dentro?
–¡Pero si han expulsado a un tipo como Redondo Terreros! ¿Cómo vamos a intentar lanzar una corriente interna en un partido donde no hay democracia? Fíjate en las imágenes de su último Comité Federal.
Del Valle publica esta semana un libro titulado La izquierda traicionada (Península, 2023). Es un compendio de las reflexiones de las que, en gran parte, se nutrirá el nuevo partido. Se trata de un manifiesto que subleva a los partidarios de la izquierda oficial de PSOE y Sumar.
De hecho, la noticia publicada por este medio sobre el último acto de Del Valle en Madrid, al que asistieron cientos de personas, provocó críticas de este estilo: "¡Son nacionalistas españoles! ¡Es una derecha encubierta!".
De entre todas las ideas exhibidas por Del Valle, la que más indigna a los socialistas es la de la "recentralización".
–¿Por qué?
–Porque lo que en Francia es perfectamente de izquierdas en España es de fascistas. Nosotros hablamos sin complejos de la recentralización de determinadas competencias. Somos insobornables.
–Ponga ejemplos.
–No queremos vivir en un país donde vas al médico en otra Comunidad autónoma y te llaman "desplazado". No queremos un país donde en un sitio haya acceso a unas vacunas y en otro no. No queremos un país donde la educación es más exigente en unos lugares que en otros. Es todo un disparate.
En realidad, ese es el verdadero rasgo que quiere recuperar Del Valle para la izquierda: la igualdad de derechos. "Ninguna identidad puede actuar como un filtro para acceder a la ciudadanía", remata con un sorbo de su café.
"¿Por qué con las derechas o las extremas derechas nacionalistas el recelo de la izquierda se transforma en complicidad? Los partidos nacionalistas son enemigos declarados de la solidaridad y la igualdad. ¿De verdad alguien piensa que la mejor manera de garantizar políticas públicas en favor de las clases trabajadoras precarias es la fragmentación confederal del territorio?", escribe este abogado en su libro a punto de publicarse.
Suele citar Del Valle esta frase de Muñoz Molina: "En España, primero se hizo compatible ser de izquierdas y nacionalista. Después, se hizo obligatorio".
Antes de marcharse, y durante la entrevista, Del Valle muestra un papel donde están apuntados los cinco puntos esenciales del partido en marcha:
1. Trabajo: contra la precariedad y frente a la competencia a través del abaratamiento de los costes laborales.
2. Laicismo: en favor de la ciudadanía común. Los derechos son de los ciudadanos, y no de los territorios.
3. Servicios públicos: contra el modelo neoliberal del "sálvese quien pueda". Por una reforma progresiva del sistema impositivo.
4. Armonización fiscal para evitar la aparición de paraísos fiscales tanto en Europa como en España.
5. Reforma del modelo territorial: recentralización de algunas competencias y racionalización del Estado Autonómico.