Sánchez y Feijóo, en la foto finish de las europeas.

Sánchez y Feijóo, en la foto finish de las europeas. Diseño: Arte EE / EP

Política ELECCIONES EUROPEAS

Sánchez y Feijóo se juegan las europeas con una ligera ventaja para el PP

Ante el revés de la citación judicial a Begoña Gómez, Sánchez ha planteado los comicios como un plebiscito sobre su inocencia, buscando el efecto movilizador.

9 junio, 2024 03:15

Los dos principales partidos han decidido convertir las elecciones europeas de este domingo en sendos plebiscitos de sus respectivos líderes, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.

Los dos se juegan en gran medida su futuro, con el trasfondo de unas elecciones en toda Europa para determinar el destino de la UE. Y llegan al día de las urnas con previsiones a la par, que han sido interpretadas en los últimos días como un empate técnico que puede decantarse hacia un lado u otro, en función, sobre todo, de la participación.

Sin embargo, los últimos trackings apuntan a ventajas del PP de entre tres o cuatro puntos, muy por encima de la victoria de las generales del partido de Feijóo, pero suficientemente inestable como para depender de factores de última hora como la movilización final o el voto útil de cada bloque.

Europa, por su parte, puede cambiar el eje de poder que la ha gobernado desde hace décadas: de la especie de gran coalición entre la derecha tradicional y los socialdemócratas, a otro en el que tome parte la ultraderecha, que pasará a ser el principal partido en varios Estados miembros.

Mientras, en España, los dos grandes partidos han impuesto una agenda que supone que los ciudadanos deban votar por lo que hizo o dejó de hacer Begoña Gómez: el PP para penalizarla y el PSOE para denunciar una supuesta persecución judicial. Como si la esposa del presidente fuera la candidata o la protagonista del plebiscito.

Si gana Pedro Sánchez, el líder del PP quedará sumamente debilitado y se pondrán en cuestión sus opciones de llegar alguna vez a la Moncloa, tras haber vencido en las generales, pero no haber logrado mayoría suficiente en el Congreso.

Los socialistas, de hecho, prevén que si lograran dar la vuelta a las encuestas y superar al PP, dentro de este partido se produciría un movimiento de cuestionamiento de Feijóo. Sánchez, por contra, saldría reforzado para abordar el resto de legislatura, con un aval electoral a su política, incluida la controvertida Ley de Amnistía, que ya pudo justificar con el resultado de las elecciones catalanas.

Incluso, si el PSOE ganara holgadamente, Sánchez podría plantearse unas elecciones generales antes de final de año para intentar reforzar su mayoría, depender de menos partidos y acabar con Feijóo.

Si, por el contrario, el partido más votado es el PP, Feijóo podrá reivindicarse como aspirante a vencer en unas próximas generales. Sánchez quedaría debilitado enormemente y estaría necesitado de hacer gestos políticos para intentar sostener una legislatura que ya le era adversa por la necesidad de pactos difíciles.

No obstante, la lectura de una hipotética victoria del PP también dependería en gran medida de la magnitud de la ventaja sobre el PSOE. En las generales fue de 1,4 puntos que, prácticamente, establece un empate técnico que le permitiría a Sánchez salvar los muebles.

Si fuera más amplia, más de tres puntos, Feijóo vería ratificada su línea de oposición dura y reforzaría su liderazgo en el partido, como aspirante indiscutible a la Moncloa. En este caso, no obstante, Sánchez no puede permitirse convocar unas generales que vería perdidas.

Control de expectativas

Feijóo, de nuevo, llega a la jornada electoral atrapado por la gestión y el control de sus expectativas. Hace sólo dos meses las encuestas le atribuían ventajas enormes de hasta 10 puntos y él mismo se mostró seguro de esa amplia victoria.

Ahora, el desarrollo de la campaña ha estrechado ese horizonte, hasta el punto de que una mínima victoria del PP sería vista ya en la sede de Génova como una victoria escasa, con efecto escaso en el desarrollo de la legislatura.

A ese control de expectativas se puede atribuir la estrategia final del PP hablando de empate. Por un lado busca agrupar a los que de verdad quieren la derrota del “sanchismo” y, por otra, rebajar la expectativa para que una ventaja de tres puntos sea vista como una gran victoria.

El PSOE, por contra, llega a la jornada electoral subido de nuevo a la épica de Pedro Sánchez y encomendado a esa resiliencia que, según los dirigentes socialistas, le hacen capaz de remontar en situaciones adversas.

Su campaña ha tenido como línea esencial la estrategia de agrupar voto de la izquierda y de opciones nacionalistas e independentistas, frente a la ultraderecha en la que sitúan al PP y a Vox. Para ello se ha volcado en medidas como el reconocimiento del Estado de Palestina y ha explotado el mensaje de la persecución mediática y judicial, con hitos como su retiro de cinco días, amenazando con irse, y su respuesta a la actuación judicial contra su esposa.

Ha demostrado que desde el Gobierno se puede controlar la agenda y, de esa forma, llevar la iniciativa. Por ejemplo, anunciando en el penúltimo día de campaña la personación de España en el proceso contra Israel en el Tribunal Penal Internacional.

Y ante el revés de la investigación y citación judicial a Begoña Gómez, ha vuelto a actuar como suele, con un movimiento audaz para darle la vuelta y plantear un plebiscito sobre su inocencia, buscando el efecto movilizador del relato que construyó en abril con sus cinco días de retiro.

De esa forma ha construido el mensaje plebiscitario de "o yo o la ultraderecha", favorecido por la actuación de Vox y el enfrentamiento con el presidente argentino Javier Milei, tras el acto de Madrid.

La amenaza ultra

Sánchez se ha subido a la ola del ascenso de la extrema derecha en Europa, con opciones de triunfo de esos partidos en países como Italia y Francia, entre otros.

Ha apartado la exhibición de la gestión y de los datos económicos, para centrarse en el relato del plebiscito y el miedo a la ultraderecha, por la muleta que le brinda siempre Vox.

Teresa Ribera es la cabeza de lista de los socialistas, aunque no tomará posesión de su escaño en la Eurocámara y seguirá como vicepresidenta tercera, a la espera de que en otoño de cumplan sus expectativas de ser comisaria europea.

El líder del PP ha apostado por presentarse como el único que puede acabar con "el sanchismo", para agrupar el voto crítico con el PSOE, es decir, para debilitar a Vox, y ganar a Sánchez el plebiscito.

Quién moviliza a quién

El problema para el líder del PP es que en la opción de "acabar con Sánchez" compite con Vox y si, además, entrara en el Parlamento Europeo otra formación de extrema derecha, eso sería más evidente y sería un triunfo de Sánchez haber dividido a la derecha

Feijóo ha centrado su campaña en la corrupción, respaldado por el caso Koldo y el caso Begoña Gómez, y la amnistía buscando a los votantes que fuera de Cataluña se oponen a la medida. De hecho, no usó apenas este argumento en la campaña catalana y, además, el resultado de esas elecciones favoreció el relato de Sánchez sobre la debilidad del independentismo.

Por eso, su cabeza de lista es Dolors Montserrat, catalana y con una trayectoria contra el independentismo. Sorprendentemente, Feijóo le ha quitado tanto protagonismo como que ha sido orillada durante la campaña.

Su riesgo es que la ofensiva sobre la corrupción y la manifestación de Madrid contra la amnistía le provoquen el efecto no deseado de movilizar a los votantes de izquierdas.

En las elecciones europeas se mide también si el líder del PP es capaz de recortar terreno a Vox, una vez constatado en las generales de 2023 que mientras el partido de Abascal mantenga su fuerza le será casi imposible llegar a la Moncloa. 

Ya consiguió hacerse con todo el electorado de Ciudadanos y ahora su reto es lograr lo mismo con Vox. Sin embargo, todas las encuestas auguran que el partido de extrema derecha puede resistir, después de una campaña en la que ha conseguido marcar en gran medida la agenda y beneficiarse de la polarización. También de la ola ultra de otros países europeos.

Sumar llega con una expectativa muy pesimista y con muchas dudas sobre el futuro de la formación de Yolanda Díaz. Se enfrenta a Podemos por un lado y, por otro, a la opción que parece remota de dejar de ser el cuarto partido y evitar quedar al margen del reparto de escaños en generales en multitud de circunscripciones.

Díaz apostó por la desconocida Estrella Galán y en sus manos está el futuro de Sumar, antes incluso de terminar de arrancar. Ha intentado poner distancia del PSOE en los últimos meses para tener perfil propio en las europeas y competir con Podemos, pero casi no lo ha logrado porque Sánchez les ha pisado la agenda.

Compite con la lista que encabeza Irene Montero, que, a su vez, se juega la supervivencia de Podemos. En unas europeas nació Podemos y en unas europeas tiene posibilidad de mantener el pulso político.

El partido de Ione Belarra ha logrado hacerse con la oposición de izquierdas al PSOE, libre de la atadura de formar parte del Gobierno.