Así tumbaron a Yolanda Díaz entre Sánchez e Iglesias: la líder de Sumar, víctima del 'fuego amigo'
Mientras el presidente del Gobierno asumía postulados que estaban a la izquierda del PSOE, el fundador de Podemos desplegaba sus ataques.
16 junio, 2024 01:57Esa tarde jugaba en Madrid el Estudiantes, el histórico equipo de baloncesto de la capital, para recuperar un puesto en la máxima categoría española de este deporte. Tenía todo de cara, el partido decisivo en casa, ante su afición, pero tras una temporada difícil cayó estrepitosamente. Los motivos del fracaso, claro, venían de antes.
Unas horas más tarde Sumar se estrelló también en su último examen electoral y muchos buscaron las causas en el polideportivo Magariños, la cancha en la que entrena el Estu y en la que Yolanda Díaz presentó su proyecto político en abril de 2023, sin la presencia de Podemos. Se aprecia el intento de retrospección, pero también los orígenes hay que buscarlos más lejos.
Lo que ocurrió en el Magariños fue la plasmación de unas tensiones que se venían evidenciando al menos desde la sucesión de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz. En marzo de 2021, el entonces líder de Podemos anunció su dimisión como vicepresidente segundo del Gobierno y señaló directamente a su elegida para ocupar el trono vacante en el liderazgo de las izquierdas.
Ahí se torció todo. A Díaz, que había sido íntima de Iglesias, no le gustó ser ungida a dedo y mucho menos aspirar a un liderazgo en Podemos donde se sentiría tutelada.
La ministra de Trabajo fundó Sumar, su propia criatura, y aunque en las elecciones generales de julio de 2023 mantuvo las formas presentándose con Podemos bajo unas mismas siglas, la ruptura estaba anunciada.
Desde aquellas primeras fricciones con Pablo Iglesias, los ataques por parte del partido morado no han parado de crecer: primero como fuego amigo y, en los últimos tiempos, como una auténtica guerra de guerrillas.
Yolanda Díaz parecía haber ganado la batalla por el poder marginando a Podemos, pero en las últimas europeas los morados resistieron y Sumar quedó gravemente herido.
Todo en política es cuestión de expectativas, porque los resultados para ambos fueron malos teniendo en cuenta que en las europeas de 2019 este espacio a la izquierda —representado por Podemos— obtuvo un 10% de los votos y en las generales —bajo el paraguas de Sumar—, un 12,3%.
En los comicios del pasado domingo, Sumar consiguió tres diputados, con un 4,6% de las papeletas; y Podemos, dos, con un 3,3%. Es decir, un 7,9% entre ambos, muy por debajo de las últimas citas.
La cuestión es que, desde la ruptura oficial tras las últimas generales, Podemos parecía condenado a la desaparición y Sumar no ha logrado remontar. Más bien al contrario, no ha parado de cosechar fracasos electorales.
"En el momento en el que empezó a oler la división, el PSOE se lanzó a buscar esos votos. Y han tenido un cierto éxito, pero los socialistas saben que hay más de un millón de votantes en este espacio a su izquierda que nunca van a captar. Y también para ellos es necesario que haya unidad si quieren gobernar", señala un antiguo diputado de Podemos.
Según el análisis de transferencia de voto de Sociométrica para EL ESPAÑOL, Sumar fue el partido que menos voto retuvo de las elecciones generales de julio de 2023 a las europeas del pasado domingo. Tan sólo consiguió que el 22,3% de quienes los eligieron hace unos meses repitieran ahora.
Pero es que un 21,9% de los anteriores votantes de Sumar se decantaron esta vez por el PSOE. Es decir, hubo casi la misma fidelización que huida hacia los socialistas.
Fuerzas centrífugas
Desde la campaña del 23-J, el presidente, Pedro Sánchez, ha centrado su discurso en presentarse como única alternativa ante la derecha y la extrema derecha, anunciada ahora como un monstruo de siete cabezas a los mandos de la "máquina del fango". Y a tenor de los resultados, esa estrategia ha dado sus frutos para captar voto útil progresista.
Además, en las semanas previas a las europeas asumió banderas tradicionales de la izquierda como la causa palestina, estrechando cada vez más el camino de sus socios, que tampoco han logrado imponer ningún asunto en el debate ni resaltar su acción de gobierno.
"El Partido Socialista ha recuperado una parte de la izquierda y creo que ésta es una dinámica que vamos a ver en los próximos meses, en un intento de volver poco a poco hacia el bipartidismo. Mientras, Podemos tenía una candidata muy buena, conocida [Irene Montero], y le ha beneficiado el hecho de que en estas elecciones hubiera una circunscripción única, porque de lo contrario muchos de sus votos se habrían perdido", señala al teléfono la diputada Àgueda Micó, de Compromís, un partido integrado dentro de la coalición Sumar.
Desde su posición minoritaria, y gracias a su condición de última superviviente de lo que un día representó Pablo Iglesias para sus fieles, Irene Montero sí logró colocar su mensaje contra la ofensiva israelí en Gaza y a favor de parar los combates en Ucrania.
Llegó a incluir al Gobierno en lo que llamó la "coalición de la guerra" y, con esos mensajes velados para dejar de apoyar militarmente a Ucrania, se acercó a Rusia. Así, las fuerzas centrífugas de un PSOE volcado a la izquierda y del Podemos más radicalizado le fueron estrechando el camino a Yolanda Díaz.
"En ese escenario se ha visto que los partidos que mejor resisten dentro de la izquierda transformadora son los que tienen unas estructuras territoriales más fuertes, y creo que es una de las claves sobre las que debe reflexionar Sumar. Probablemente, uno de los errores ha sido no tener más en cuenta a esos partidos que integran la coalición que tienen unas estructuras más potentes", añade la diputada de Compromís.
Las listas
Esa falta de implantación territorial se comprobó en Galicia, tierra de Yolanda Díaz, ya que Sumar no obtuvo allí ningún diputado en las últimas elecciones autonómicas. O en el País Vasco, donde sólo consiguió uno, cuando Podemos había logrado seis en los anteriores comicios. Mejor le fue a los Comuns en Cataluña, aunque bajaron de ocho a seis, por lo que el resultado tampoco fue bueno.
Pero la verdadera hecatombe se produjo en estas europeas cuando tocó configurar las listas. La número uno, Estrella Galán, directora general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), fue una apuesta directa de Díaz, que no terminó de funcionar.
Y para privilegiar a Compromís y los Comuns, Sumar colocó a sus representantes en los puestos de salida y dejó a los candidatos de Izquierda Unida (IU) y Más Madrid, dos de los partidos más importantes que integran la coalición, en el cuarto y quinto puesto, respectivamente.
La consecuencia fue que ambas fuerzas se quedaron sin representación en el Parlamento Europeo y la misma noche electoral las críticas que apenas habían conseguido disimular salieron de la olla a presión.
La situación fue especialmente dolorosa para IU, que vio cómo su eurodiputado Manu Pineda, presidente en el Parlamento Europeo de la Delegación para las Relaciones con Palestina —un asunto que el partido podría explotar electoralmente—, se quedaba sin escaño. "Nuestra primera valoración es que no se ha sabido trasladar un proyecto europeo al electorado y tampoco hemos sabido sobreponernos a cuestiones internas", afirman a este periódico fuentes de IU.
Su líder, Antonio Maíllo, habló del futuro en la Cadena Ser al afirmar que "entramos en una nueva etapa en la que el protagonismo" lo van a tener "las organizaciones". Desde la formación no ocultan que esperan volver a ocupar un lugar central dentro de la reconfiguración de ese espacio a la izquierda.
"Ahora viene un periodo sin elecciones, por lo que es necesario abrir un frente amplio en el que los partidos estén representados dentro de la coalición como se merecen", añaden las mismas fuentes de IU.
También en Más Madrid piden responsabilidades. "La apuesta por un rumbo sin las organizaciones políticas se ha demostrado fallida", defendió este grupo en una carta a la militancia. "Por eso, desde Más Madrid llamamos a la convocatoria de una mesa de la coalición: el espacio en el que los movimientos y las organizaciones políticas nos sentamos a debatir y definir, desde la autonomía y la horizontalidad, el sentido y rumbo de nuestra cooperación y colaboración".
Tiempo de silencio
El tiempo para la reflexión es el lugar habitual para la izquierda. Y esta vez lo abrió la propia Yolanda Díaz al anunciar su dimisión como coordinadora general de Sumar, pero no de su ejecutiva, al tiempo que se mantiene como vicepresidenta segunda e interlocutora entre el Gobierno y su partido. Cuesta entenderlo, pero para eso está la reflexión.
De momento, el partido ha confiado a cuatro personas afines a Díaz —Elizabeth Duval, Lara Hernández, Rosa Martínez y Txema Guijarro— una dirección temporal para ganar tiempo y definir una estrategia más clara en el futuro. Si en partidos que integran la coalición resuenan las voces críticas, en Sumar más que la meditación se impone un tiempo de silencio.
Y no porque no comparezcan en público —lo han hecho la mayoría de sus principales figuras—, sino porque toda lectura pasa por una estrategia "tranquila" y "serena", como decía su portavoz, Ernest Urtasun, antes de la reunión de la ejecutiva de este jueves que terminó con esa dirección colegiada.
"La única solución posible es una reconfiguración de todo el espacio político y, se quiera o no, ahí también tiene que estar Podemos", mantiene el citado exdiputado de este partido.
Ese es el gran elefante en la habitación para Sumar: qué hacer con Podemos. Porque ese escaso botín de dos eurodiputadas —a Irene Montero le acompaña Isa Serra— le concede la gran recompensa de poder participar de nuevo en el debate.
Parece difícil que sea con Yolanda Díaz al frente, tras la guerra abierta con Iglesias, Montero e Ione Belarra. Y quién sabe siquiera si esa reconfiguración estará guiada por Sumar o por cualquier otro artefacto.
"Sumar sólo tenía sentido bajo el liderazgo de Díaz" y, por tanto, su dimisión significa el "fin de Sumar", pronosticó Pablo Iglesias a principios de semana en su papel de demiurgo desde Canal Red.
"Sumar está muerto. Sumar es una cosa que nació mal y ha continuado mal donde lo han usado", dijo esta semana Juan Carlos Monedero en una entrevista en EL ESPAÑOL.
Quienes estuvieron del lado de Pablo Iglesias en su guerra con Yolanda Díaz tratan ahora de cobrarse las deudas. "No se trata tanto de que surja un caballo blanco que de repente nos ponga a todos en pie, porque eso se intentó hacer con Yolanda Díaz y ha sido un auténtico fracaso", añadía quien fue el ideólogo de Podemos.
Mientras, en la otra trinchera, los socialistas presumían la misma noche de las elecciones europeas de ser un "baluarte" contra "el fascismo y los totalitarismos". Pero al día siguiente, cuando Yolanda Díaz anunció que daba un paso a un lado, pidieron a Sumar un liderazgo "fuerte" porque el PSOE "necesita una izquierda a su izquierda".
Sánchez nunca ha ocultado que se encuentra más cómodo con Díaz que con Iglesias, pero, cuando le ha ido comiendo el terreno, también se ha dado cuenta de que la necesita.